Un suma de desaciertos, desde el criticado discurso del presidente, Javier Milei, en el Foro Económico de Davos al sonado escándalo con la criptomoneda $Libra, hacen pensar al peronismo que el Gobierno está debilitado.
Tampoco ayuda la grave situación socieconómica, en la que los jubilados se llevan la peor parte. Es sobre ese descontento ciudadano sobre el que un sector de la oposición, liderado por el kirchnerismo duro, parece apoyarse para redoblar su ofensiva contra una administración libertaria que mañana se enfrentará a otra protesta en las inmediaciones del Congreso y que ahora podría contar entre sus filas con integrantes de gremios mayoritarios como los estatales de ATE.
Como hace una semana, la marcha convocante es para respaldar a los jubilados tras los violentos sucesos del miércoles último, que se coronó con el enfrentamiento feroz entre manifestantes y policías. Y que incluyó la herida casi mortal del fotógrafo Pablo Grillo, impactado por una granada de gas lacrimógeno en la cabeza, en un episodio que sensibilizó a muchos contra la represión.
Visto lo sucedido, los propios estrategas del Gobierno han admitido la comisión de errores y hasta han reconocido que existen caminos alternativos para defender el Congreso.
Hace años que distintos analistas plantean que la Argentina carece de una fuerza policial capacitada para disuadir motines sin provocar lesiones de gravedad entre los manifestantes, las cuales muchas veces se producen como reacción de los efectivos al ver peligrar su integridad física. De ahí el riesgo en cada intento por disolver una manifestación.
Otro tema es el debate en torno al posible vínculo de intendentes y dirigentes del peronismo bonaerense con los barrabravas de clubes de fútbol a los que el propio Gobierno acusa de haber promovido los desmanes que se vieron en la última marcha de los jubilados.
Incluso, en una nota mencionó el caso de la barrabrava de Gimnasia y Esgrima La Plata, que habría movilizado el miércoles frente al Congreso “por impulso de la dirigencia del PJ”.
Se aludió además a un supuesto contacto entre los hinchas del Lobo que se sumaron al reclamo de los jubilados y el titular del PJ platense, Ariel Archanco (aunque el matutino confunde su cargo, nombre y apellido, al referir a un inexistente Daniel Aechanco al que identifica como vicepresidente del PJ de La Plata). Salvando ese error, Archanco aclaró que “no” tiene contacto “con la barra de Gimnasia. De ninguna manera”, aseguró e insistió: “No tengo ningún tipo de vinculación”.
Peligroso antecedente
Lo que pasó el miércoles debiera servir como un antecedente sobre el peligro de disolver manifestaciones, más aún cuando a ellas se pliegan grupos trotskistas interesados en llevar la situación al mayor extremo posible.
Por más pequeñas que puedan ser estas organizaciones y por más que prácticamente no tengan participación política ni apoyo electoral significativo, sí pueden ser un factor importante en un plan de agitación callejera, tal como ocurrió durante los gobiernos de Arturo Illia, Raúl Alfonsín y, más cerca en el tiempo, de Fernando de La Rúa, cuando una represión desbandada le puso el punto final a su presidencia.
Además, hay que tener en cuenta que la marcha de mañana podría ser todavía más populosa que la del miércoles pasado. Como se dijo, ya hay sindicatos como ATE anunciando un paro de media jornada para participar de la convocatoria. Llegado el caso, también la CGT podría sumarse a ofensiva que motoriza el kirchnerismo. Aunque por ahora la central obrera no movilizaría orgánicamente junto a los jubilados y esperaría para salir a la calle hasta el próximo paro general, con fecha probable para el 8 de abril.
En el plano político, muchas veces espejo de lo que se refleja en la calle, el Gobierno desde su asunción ha ido adoptando posiciones agresivas. Incluso con calificativos despectivos del Presidente y sus funcionarios hacia dirigentes y sectores que, si bien suelen apoyar los proyectos del oficialismo en el Congreso, se han diferenciado con matices de las políticas nacionales. Eso le ha valido a muchos el castigo de un Poder Ejecutivo poco permeable al disenso.
La violencia también talla en la estructura partidaria del oficialismo. “Somos el brazo de La Libertad Avanza”, llegó a afirmar meses atrás Daniel Parisini, en ocasión del lanzamiento de la agrupación “Las Fuerzas del Cielo”. Poco aclaró al respecto el Gobierno sobre los dichos amenazantes del influencer libertario, a quien todos conocen como Gordo Dan y que suena como candidato para la próxima elección.
Más reciente es el incidente que tuvo entre sus protagonistas al diputado radical Facundo Manes, increpado en términos cuanto menos destemplados por Santiago Caputo, el asesor que integra el Triángulo de Hierro del Gobierno. Con el agravante de que ocurrió durante la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, llegando al punto de (casi) opacar el discurso del Presidente en tan importante acto.
No quedan dudas de que la política ha virado hacia agresiones verbales (cuando no físicas) que conviene sosegar, en especial aquellas que emanan desde el Presidente y su círculo de colaboradores más cercano.
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