Opinión
ANÁLISIS

La jugada de Macri que tenía un destinatario y la furia de Milei

El Gobierno recibió dos piñas legislativas fuertes en las últimas 48 horas. Tal vez la que más le dolió al presidente Javier Milei haya sido la que volteó en Diputados el decreto 656/2024, por el cual el Poder Ejecutivo incrementó en 100.000 millones de pesos los fondos reservados para Inteligencia, porque eso fue posible por la decisiva intervención de Mauricio Macri, un supuesto aliado dialoguista al que todavía llama “Presi” en señal de respeto.

Macri ordenó al bloque de diputados de PRO que, de ser necesario, facilitaran el quórum para que pudiera comenzar la sesión especial convocada para tratar la cuestión del decreto y también bajó la línea para que votaran a favor del rechazo.

El golpe estuvo especialmente dirigido al poderoso asesor presidencial Santiago Caputo, que regentea el sistema de inteligencia a través de hombres propios como el titular de la SIDE, Sergio Neiffert, y asoma como enemigo del exmandatario en la dinámica interna mileista. Es quien más se opone a la entrada orgánica de hombres del PRO a la gestión y pugna por una suerte de retiro político de Macri, bajo la premisa de que ahora hay una nueva derecha y el único líder de ese espacio debe ser Milei. Nada de doble comando.

Los convocantes a la sesión especial de ayer eran los bloques Encuentro Federal, la Coalición Cívica y el sector del radicalismo más crítico del oficialismo. Ellos debían garantizar 129 diputados presentes para sesionar. Se descontaba la presencia de Unión por la Patria y la Izquierda, enconados adversario de los libertarios. La Casa Rosada ejerció una fuerte presión para que no se llegara a ese número mágico. Pero la oposición terminó ganando la guerra de nervios holgadamente porque se sumaron cinco diputados macristas: Alvaro González, Daiana Fernández Morlero, Tito Stefani, Sofía Brambilla y María Florencia De Sensi. Posteriormente se acopló el resto de la bancada. La sesión arrancó con 140 presentes, número de sobra.

No estuvieron los diputados de PRO que responden a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y eso abrió una grieta en el mundillo amarillo.

El rechazo al DNU Nº 656 fue por 156 votos afirmativos, 52 negativos, 6 abstenciones.

Pero Macri no se quedó en ese gesto de diferenciación. El PRO, donde hace semanas maneja todos los resortes, sacó un duro comunicado contra la administración Milei. “Desde el inicio de esta gestión, apoyamos al gobierno en todas las medidas que apuntalaban al cambio en la Argentina (la Ley Bases, la ampliación de datos genéticos para seguridad, y más). Pero este DNU de $100 mil millones para inteligencia, en un contexto en el que ‘no hay plata’, y sin aclarar el uso de los fondos, no es el cambio”, dice el texto partidario.

Se aclara: Macri es el titular del PRO a nivel nacional. Y parece obsesionado porque el libertario, con su irrupción fulminante, le robó las banderas de “lo novedoso”, el “cambio respecto a lo que había” al partido que él fundó hace dos décadas.

La ofensiva del exjefe de Estado pone en un punto de incertidumbre la relación bastante cordial que venía remontando con Milei durante las últimas semanas, un ida y vuelta que incluyó reuniones a solas y del que habían trascendido dos diferencias fuerte pero no rupturista. Una: la crítica de Macri a los manejos de Caputo. Dos: su oposición a la propuesta del juez Ariel Lijo como candidato del Gobierno a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Dicen que anoche Milei, poco afecto a la política, estaba realmente en llamas.

El comunicado de PRO tuvo una réplica de Bullrich. Vía la red X, alegó que la SIDE quedó “desmantelada” tras la gestión del peronista Alberto Fernández y se requiere dinero fresco para combatir el narcotráfico y fortalecer la seguridad y así, dijo, “cuidar a los argentinos”. Pero además acusó a sus exsocios amarillos de haberse puesto “al lado de las mafias y el terrorismo”. Punzó: “El cambio no es estar del lado de terroristas y del crimen organizado”.

En el mauricismo consideran a Bullrich fuera del espacio, absorbida por La Libertad Avanza. Por eso, y pensando en la supervivencia propia, resisten la idea de la ministra de ir hacia una fusión de espacios. La relación Macri-Patricia asoma hoy irremontable. Está claro que Bullrich cambió de jefe y actúa en consecuencia.

Antes de la sesión de ayer el PRO mostraba opiniones, si se quiere, divididas: los mauricistas puros hablaban de aprovechar la ocasión para diferenciarse, un modo de pasar factura por lo que decían son “promesas incumplidas” de Milei en esas charlas privadas con Macri. Pero otro sector consideraba que lo mejor era abstenerse para no aparecer como funcionales a los intereses del kirchnerismo y del sector más crítico de la oposición no peronista

El caldo venía espeso desde el martes, cuando la Libertad Avanza -por una mezcla de impericia propia y habilidad opositora- había perdido el manejo de la estratégica Comisión Bicameral que se encarga de controlar los gastos de Inteligencia y el manejo general del sector. Una extraña alianza entre el kirchnerismo y un sector de la UCR permitió que el senador Martín Lousteau se quedara con la presidencia de la misma. Ese lugar, en acuerdo con los libetarios, había sido pensado inicialmente para un hombre del PRO.

Esa fue la primera piña legislativa que recibió el Gobierno, derrota también para el asesor Caputo porque ahora se ve venir que, a diferencia de lo que pasó históricamente, la Bicameral dejará de dormir la siesta para adoptar un rol cuestionador más activo.

Macri hizo antes de la sesión un zoom de apuro con miembros de la mesa ejecutiva de su partido: Jorge Macri, los gobernadores Rogelio Frigerio (Entre Ríos) e Ignacio Torres (Chubut), intendentes y demás. Y finalmente impartió la orden. Los bullrichistas puros no la acataron y votaron en contra de la nulidad del decreto polémico. Otros miembros de la bancada que conduce Cristian Ritondo se ausentaron. Una forma de, más allá de afinidades personales, no quedar pegados ni a Macri ni a Patricia. Lo dicho: terminó siendo un triunfo de Mauricio en la disputa intra-partidaria y en su posicionamiento crítico de Milei, que en su entorno ahora prefieren definir como “constructivo”.