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La guerra de los roses

La guerra de los roses

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Una pareja se conoce en una subasta en una puja por un objeto. Se enamoran, se casan y parecen un matrimonio feliz, hasta que por un incidente terminan peleándose. Ellos se esfuerzan por quedarse con la casa donde vivían y ya que están en proceso de divorcio, tratan de hacerse la vida imposible el uno al otro hasta el fin. No, no estamos relatando el guión de una película, estamos describiendo la puja dentro del PRO. 

Quién ganará en esta puja será imposible de saber hasta que dentro de un año se vea cómo haya evolucionado la gestión presidencial. Mientras tanto, será todo especulación. A priori se debería decir que Bullrich hoy tiene mejor imagen en la opinión pública, que está en un gobierno que, pese al fuerte ajuste, tiene un punto de equilibrio entre la aprobación y la desaprobación, y que la gran mayoría del voto a “Juntos por el Conflicto” de 2023 cree que se debe apoyar al libertario. Sin embargo, la realidad es muy dinámica y la política muy compleja.

El Emir de Cumelén no podía quedarse de brazos cruzados mientras lo que construyó con mucho esfuerzo se pierde como agua por la alcantarilla. La estrategia política básica parte de hacerse fuerte en algún lado que permita obligar a otro actor a moverse en la dirección que se desea. Macri hasta ahora no logró eso y esta semana obró en consecuencia. Primero apareció el informe crítico de la Fundación Pensar. Segundo, habló el primo Jorge sobre los fondos que le debe la Nación. Tercero, tuiteó el propio jefe. Cuarto, Ritondo presentó un proyecto por el mismo tema. Quinto y último acto, la dejaron a Patricia Reina sin la presidencia de la Asamblea partidaria (que decide las alianzas). ¿Cómo se llama la obra? La dirigió Danny DeVito… El que debe estar riéndose un rato es el pelado Larreta (“Yo te avisé” dirían Los Fabulosos Cadillacs). 

Lo cierto es el PRO se fundó para cambiar la política en la Argentina, entre otras cosas, y lleva una seguidilla de escenas que dejan pésimas impresiones. Desde el desbarajuste interno que fue la primaria a “todo o nada”, el juego oscilante del líder con Milei, y ahora esto. Terminará transmitiendo que también es un partido donde se sacan los ojos como en los históricos. Lo nuevo mutó rápidamente a lo viejo.

Se generan muchos interrogantes sobre los modos del líder fundador. Se supone que se debe conducir al colectivo, hasta dónde sea posible, y en tanto y en cuanto no le desafíen su rol de gran sintetizador. Pero parece que Macri no leyó “Conducción Política” de Perón, ni analizó sus tácticas y estrategias para manejar a la distancia durante 18 años semejante movimiento de masas. Se decidió por el purismo del cambio antes que por la conducción del poder. Primero inclinando la balanza a favor de su –ahora- “traidora”. Luego zigzagueando, creyendo que podía conducir a Milei. Resultado: necesitó volver a la conducción formal del partido para recordarle a todo el mundo que él era el jefe. Cuando las decisiones se toman obligado por las circunstancias y no como una opción entre varias, todo se vuelve más difícil.

Dicho esto, Macri pudo haber cometido muchos errores políticos en el pasado, pero por sobre todas las cosas es calabrés, como a él mismo le gusta reconocerse. Esto significa que, aún con un capital mal manejado, tiene poder de veto (como Cristina… caramba, qué coincidencia!). Viene de familia ese aire de cobrarse cuentas pendientes. Esta semana tuvo su “5 x 1”: Patricia bajó a un soldado de Ritondo, y Mauricio respondió al mejor estilo Perón del ’55 (las cinco acciones las relatamos en el tercer párrafo).
 

Veremos qué consecuencias tendrá esto en la opinión pública, pero por lo pronto no es una buena noticia para el oficialismo más débil desde 1983. El calabrés tiene una influencia en la mayoría de la dirigencia partidaria, cuestión clave para ver cómo se reflejará esta crisis en los bloques del Congreso. Como ya lo anticipamos en esta columna, a “jamoncito” le iba a costar más sacar cada ley, post Bases y paquete fiscal. Ahora eso significará sangre, sudor y lágrimas. 

Pero si el gobierno siempre tiene que remar con la política, esta semana siguieron apareciendo signos de que los mercados están dubitativos respecto a la sustentabilidad del esquema económico, como lo venimos mencionando. Traducido significa 3 cosas: 1) si hay que retocar el crawling peg, recrudecerá la inercia inflacionaria; 2) eso tendrá algún efecto negativo en la sociedad; y 3) hará más reticentes a los dialoguistas facilitar trámites parlamentarios. ¿Acaso apuesta a profundizar la recesión para bajar la inflación a palos, mostrar un gran logro y luego pasar a la unificación cambiaria?

A favor de la gestión libertaria se pueden anotar 2 factores: uno es el persistente conflicto dentro de UP, onda “La Cámpora vs. Resto del Mundo”, y el otro es que el caso Loan desplaza ampliamente en la atención ciudadana a los temas económicos, complicando además al gobernador Valdés quien, al igual que su ex jefe Ricardo Colombi, también quiere ungir a su hermano como sucesor (la otra vez terminó mal).

Por último –y quedan mil cosas en el tintero- la que se mostró muy activa esta semana fue la Corte Suprema de Justicia. Tomó definiciones al menos sobre cinco temas: caso Skanska, terrenos para los mapuches, sueldos de los legisladores del Parlasur, los afiches contra Cristina y la causa Nahir Galarza. Más allá de éste último, el resto implica lecturas políticas. En dos son claramente llamados de atención al kirchnerismo, y en otro –Parlasur- un alivio financiero para el gobierno (con tirón de orejas). Mientras, Milei quiere ampliar la Corte al estilo Menem (¿para tener una mayoría propia?), justo cuando se podría avecinar un fallo definitivo a favor del gobierno de CABA por el tema de los fondos.

Un cartel en la BBC dice que no se debe creer en un rumor… hasta que lo niegue el gobierno. Sugerencia: podrían buscar una forma distinta de decir que no van a devaluar. No sé… quizá decir “el que juega al dólar, pierde”, o algo parecido.

PD: mi solidaridad con FOPEA por las agresiones recibidas.

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