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¡La posta!
MARKETING APLICADO

¡La posta!

Imperativo increíble.

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Lo veo en las redes sociales, en los titulares de los diarios y también en los nombres de los libros. Un atajo en la búsqueda de la atención de la gente, una forma de expresión que ya empieza a perder credibilidad. En la columna de hoy, te tiro la posta. 

Se trata de un imperativo prometedor rubricado por quienes, justamente, dicen tener la posta de un tema. Para que entiendan las nuevas generaciones, en lenguaje coloquial decimos que algo es posta para significar que es de buena calidad, verdadero, legítimo, confiable, auténtico, o también que una noticia es segura. Y hoy, justamente, lo que está pasando es lo contrario. 

Fue un tema de discusión en un viaje adolescente por Bolivia, hace muchos años, en un paraje perdido de Copacabana (a orillas del Titicaca) cuando Juan Andrés leía "Las 7 claves del éxito". Ya en aquel momento me permití retrucar sobre el autor, su pericia para profetizar sobre el sentido del éxito y lo descolocado de esa lectura en una travesía rebelde y juvenil. Acaso lo más pertinente era leer algo de Galeano.  

Más allá de la anécdota personal, hoy veo que todos gritan, se acercan a la cámara y escriben en MAYÚSCULA PARA SER LEÍDOS. Inician los textos sin preámbulos, obviando la introducción para ir directo al dolor del lector, un arrebato de conclusión como anzuelo. Me refiero al tabú, la novedad, el deseo o la promesa para hacer clic, comprar el libro o contratar a un asesor. 

Estamos en una época en la que no hay tiempo que perder y nuestra capacidad de atención se reduce a la mínima expresión. En este sentido, los medios, así como los productos y servicios, deben adaptarse. 

El punto es cuando detrás de esa aseveración no hay nada y pagamos justos por pecadores porque lo que está en riesgo es la credibilidad. Estamos a merced de un grupo de prometedores (se le llaman influencers) que plantean que tienen la solución a muchos de nuestros problemas, ya sean personales o profesionales. 

A priori, les sugiero no creerles. Dejar de pensar que esta forma de comunicar, que en apariencia transmite seguridad, se relaciona con el éxito, la efectividad o la fórmula secreta de la felicidad. Lo que hay detrás es la nada misma. Posta, no les creas. Recuperemos la capacidad de escuchar al de voz baja, al del lenguaje simple. Porque, a fin de cuentas, si estos tipos tuvieran la posta, te cobrarían el triple. 

Posta, ¿cuántas veces dije posta?

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