Hay mucha confusión en la política tradicional con el gobierno de Javier Milei. En el peronismo, hoy sin rumbo ni liderazgo, no pueden entender cómo el ajuste brutal a la sociedad no hace mella en la aún alta imagen positiva del Presidente. “La gente compró el slogan de que somos todos chorros y por eso bancan. Pero se le va a ir achicando el margen de maniobra para seguir ajustando sin que la calle reaccione.
Necesita tirarle un centro a la clase media más temprano que tarde”, decía un asesor del peronismo bonaerense que “entiende” que hoy por hoy nadie le puede hacer sombra a Milei.
En los ámbitos políticos de la oposición se agazapan con un tropiezo del gobierno que lo haga reaccionar a su experimento libertario que no tiene ejemplos prácticos en el mundo. Por eso siguen sorprendidos del alto rating de Milei que se trasluce en cualquier encuesta. Según la última que hizo la Universidad de San Andrés, la aprobación a tres meses de la presidencia mileísta es del 51%. Incluso la visión positiva prospectiva del país continúa superando la visión negativa: un 19% de las personas considera que la situación del país mejoró respecto al último año, marcando una diferencia de 11 puntos porcentuales con respecto a la última medición. Además, el 46% de las personas consideran que el país mejorará hacia el futuro, marcando un aumento de la positividad hacia el futuro de un 5% con respecto a la última medición.
El dato es que la clase alta y la media alta (éstos últimos los que ahorraron dólares en el pasado y ahora está tirando divisas para mantener el status) son los que peor ven el escenario. Alrededor del 70% cree que la cosa va mal. No es casualidad porque el plan Milei es anti clase media. Ese mal humor todavía no se ve en la calle pero algunos creen que es inminente que se empiece a materializar.
El exgurú de Mauricio Macri, Jaime Duran Barba, fue elocuente: “Lo que intentó Milei y su gobierno fue un cambio automático de Argentina que yo había advertido que no era posible. No se la cambia con un tuit: hay que cambiar leyes, negociar con los gobernadores, en el Congreso. Eso provoca una tensión que puede terminar en un estallido a menos que el Gobierno logre hacer algo que la gente sienta que lo que hace Milei la está ayudando a tener mejor salud o poder adquisitivo”.
La incógnita es si la clase media, el clásico árbitro de los gobiernos en la Argentina, mantendrá la fe y esperanza por la revolución libertaria o se cansará de pagar el ajuste por “un futuro mejor”. En Washington están preguntándose precisamente eso. En cada visita al país y en los calls con referentes de la oposición amigable (varios economistas del PRO), les inquieta la sostenibilidad del ajuste. En el léxico burocrático del Fondo esta preocupación es dicha públicamente como “calidad” del ajuste. “Es difícil creer que este esquema sea perdurable”, suele decir Rodrigo Valdés, Director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI en charlas privadas.
Habrá que esperar por los dólares
Por ahora, el Fondo no le dará dólares a Luis Caputo, como insiste el ministro, por dos claras razones: lo insostenible en el tiempo de este ajuste fiscal y el notorio atraso cambiario. El Gobierno niega ambos y fuerza a más no poder el storytelling oficial mientras aplaude promociones puntuales de algunos supermercados para marcar que van ganando la batalla cultural contra la inflación. Es cierto: la inflación núcleo de marzo ya fue un dígito y en el Palacio de Haciendo creen que con la recesión mostrando los dientes, los precios pueden ir bajando más. De hecho, el mismo Milei tuiteó una cuenta donde supuestamente miran los precios en el supermercado Jumbo que marcaría una variación de precios de la canasta básica en abril del “-5.12%” al día 4. Se verá.
Milei, sus funcionarios económicos y su grupo de trolls en redes sociales destacan diariamente el pulgar hacia arriba que le otorga el mercado financiero. Baja el dólar financiero, cae el riesgo país y el Central compra más dólares. Poco tuitean de la caída de dos dígitos del nivel de actividad, un efecto colateral del plan libertario. “Eso tenía que pasar para poder crecer en forma sostenible. Argentina hace décadas que no crece. No era el camino repitiendo lo mismo”, dice un economista allegado al equipo económico.
Pero más allá de las especulaciones, al menos en el Gobierno creen que para adelante hay cosas para esperanzarse y que la gente verá los frutos del esfuerzo. En algunas charlas privadas de los asesores de Caputo con gente del mercado se describe la idea del ministro con respecto a la macroeconomía para este año y el siguiente.
Y dicen lo siguiente: Este año la actividad va a caer entre 3 y 4%. Se va a ver un rebote “lento” en el tercer trimestre del año y en 2025 “se puede llegar a recuperar todo lo perdido y poquito más”.
La inflación “va a seguir bajando fuerte”. No se juegan a un número pero no ven “raro” que en 2025 sea como pronostican algunos bancos de Wall Street, en torno al 35% o 40% anual.
Creen que “la gente valora el esfuerzo” y que “cuando se vea en serio la caída de la inflación se va a afianzar el apoyo de la gente”.
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