Por estos tiempos el impacto de las efemérides en nuestra vida tiene una incidencia mayor. Porque ahora estamos enredados y ya no solo tenemos una vida real sino, además, una virtual a la que también debemos atender, o acaso las dos forman parte de lo mismo. En la columna de hoy: enrededados, el amor en tiempos de redes.
Esta semana fue el día de los enamorados y todos miramos de reojo lo que hizo o dejó de hacer nuestra pareja. No me refiero a las manifestaciones más importantes, las que más valen, sino también a esas que hacen que el resto vea lo felices que somos juntos. Una expresión de cuánto nos quieren, una etiqueta, un sticker con un corazón.
Llegamos a un punto en el que como personas somos también marcas, porque nuestros perfiles en redes no son más que eso: una representación en imagen de lo que queremos proyectar hacia el resto. Observar y ser observados, aceptados, validados, valorados, queridos o adorados. Consciente o inconscientemente se da, y no solo en el universo virtual.
Aun quienes no tienen perfiles abiertos buscan aceptación y, si no, pregúntenle a algún psicologo que tengan a mano y podrán corroborarlo científicamente.
Fotos de viajes, registros de regalos magistrales, besos increíbles y siempre una cámara testigo a mano captando un momento privado, donde al parecer hay dos personas y nunca se sabe quién sacó la foto de semejante acto de intimidad. Pequeñas producciones fotográficas que exponen cuidadosamente lo más valioso que tenemos: los afectos.
Una toma de consciencia que posiciona a la fecha con el compromiso de emisión de mensaje y cierta expectativa de reciprocidad. ¿Por qué no subiste nada por el día de los enamorados? Ya no basta con el desayuno y el beso a primera hora sino que los demás lo vean. Sí, soy querido, amado.
Cada año que pasa le ponemos más atención a estas cuestiones, estamos estamos cada vez más enredados, en las redes y en el amor.
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