Una elección que marca una época
La Unión Cívica Radical en sus más de ciento treinta años de vida, ha intentado expresar las necesidades de los ciudadanos, a partir de sus principios cívicos y republicanos, ha sido la expresión política que mejor ha representado los valores de la democracia la Argentina.
Este camino lo hemos recorrido con aciertos y con errores, pero siempre con la convicción de tratar de ser capaces de ofrecerle a la sociedad una opción política dispuesta a hacer lo indispensable para transformar la realidad.
Fuimos parte de un proyecto y una opción electoral que ha quedado trunco, ya sea por cuestiones nuestras, como ajenas, y por responsabilidad de los dirigentes que conducen los demás partidos que conformaron Juntos por el Cambio.
El 19 de noviembre la ciudadanía se expresó, eligiendo una alternativa que no era la nuestra y que deberá honrar lo que prometió, con el enorme desafío de no generar nuevas frustraciones en un pueblo que está harto y agotado de la disputa de la dirigencia política.
Una nueva etapa comienza
Esta ha sido una elección que marca una época signada por la grieta, y la confrontación. Es el fin de una manera de hacer política, que posiblemente los partidos políticos tradicionales no vieron, no supieron o no quisieron ver. Y ésta nueva época incluye también a los vencedores del balotaje, ya que nuestro país tiene hoy los mismos problemas que tenía ayer, y que va a tener mañana, por lo que estamos obligados a análisis profundo de la situación política, económica y social que nos lleve a actuar con prudencia y templanza.
La democracia dispone de reglas y mecanismos que regulan y condicionan con pesos y contrapesos el ejercicio del poder, para evitar caer en lo que se denomina "regla de la mayoría", ya que esta puede volverse en contra de la propia democracia, cuando afecta derechos fundamentales de los individuos o de las minorías.
Los partidos políticos no deben caer en la tentación de suponer que una mayoría circunstancial significa la libertad de tomar decisiones sin someterse a los sistemas de control y a las limitaciones que la Constitución establece para el ejercicio del poder. Para controlar y evitar caer en esos abusos están los partidos políticos y ese es el rol opositor que la ciudadanía le asignó al Radicalismo.
Siempre los radicales, en momentos de zozobra institucional hemos actuado en defensa de la República y del Estado de derecho. Como siempre hemos hecho, fiel a nuestros principios republicanos, acompañaremos parlamentariamente aquellas propuestas que sean favorables al pueblo argentino y nos opondremos a aquellas otras que sean contrarias a las necesidades de los ciudadanos o a las ideas que nos definen y que nos han dado la fuerza necesaria para transitar tres siglos de historia.
La Unión Cívica Radical tendrá que renovarse y ofrecerse como instrumento para canalizar la expresión de los ciudadanos en una etapa que se avizora turbulenta. Antes, debe poner en orden su vida interna que, desde mi punto de vista, deberá comenzar por reafirmar la identidad partidaria que nos permita ser protagonistas nuevamente, expresando una agenda moderna y acorde a las necesidades de nuestro tiempo.<
Juan Pablo Itoiz