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Los encuestadores no vieron a Milei y ahora admiten que para octubre es impredecible
OPINIÓN

Los encuestadores no vieron a Milei y ahora admiten que para octubre es impredecible

Analizan si lo del domingo fue solo un voto castigo o si el libertario puede crecer más en octubre. Ven a Bullrich como favorita, pero no descartan a Milei como futuro presidente. Por qué La Libertad Avanza aprovechó mejor las PASO. El fracaso de los “gurúes” importados.

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Javier Milei sabía por qué lo hacía. Hasta octubre del año pasado estaba en contra de las PASO. Las Primarias Abiertas y Simultáneas que inventó Néstor Kirchner antes de morir como instrumento para imponerse en la competencia interna en el peronismo eran para el economista despeinado un “gasto innecesario de la casta”.

Pero el admirador de Jair Bolsonaro viajó en octubre a Brasil para la segunda vuelta de las elecciones entre el presidente derechista y el izquierdista Inacio Lula da Silva y lo que vio lo hizo cambiar de idea. 

Bolsonaro dejó en offside a todos los encuestadores que estaban pronosticando un triunfo cómodo en primera vuelta de Lula, y después en el ballottage terminó perdiendo “por un pelito” con el “trabalhista”: el importante voto no confesado a los encuestadores a favor del políticamente incorrecto Bolsonaro llevó después a muchos más votantes a sumarse en la segunda vuelta.

El kirchnerismo contaba en noviembre con los tres votos libertarios en Diputados para suspender las PASO: intuía una derrota en las primarias que lo dejaría peor parado para la elección presidencial, y apostaba además a un “divorcio” inexorable en la tóxica relación de Patricia Bullrich con Horacio Rodríguez Larreta. Pero el economista sorpresivamente se les dio vuelta: empezó a imaginar que conseguiría su propio “voto inconfesable” para las primarias que se celebraron el domingo pasado, como el que casi le amarga la segunda vuelta a Lula el 30 de octubre en Brasil.

Así como el kirchnerismo intuía ya por entonces que las primarias podían ser usadas para castigar al oficialismo e intentaba por todos los medios suspenderlas, Milei imaginó un voto que no llegó a medir ningún encuestador, y para eso las PASO le venían como anillo al dedo: ganó con el 30 por ciento y dejó a todo el mundo boquiabierto. Pero el de las PASO fue un triunfo simbólico, porque Milei no competía con nadie. ¿Tendrá el libertario el 22 de octubre su ansiado “efecto Bolsonaro”?

“Va a ser muy complejo hacer encuestas con Milei en la cancha”, admite Orlando D’Adamo, encuestador y consultor político argentino que asesora a candidatos por toda América latina y es profesor de la Complutense de Madrid y la Universidad Autónoma de Barcelona. 

Más que una “defensa corporativa” de sus colegas que medían a Milei en no mucho más de 20 por ciento -lejos del 30 por ciento que consiguió- la de D’Adamo es una declaración de impotencia, porque todavía los encuestadores están desentrañando qué pasó por la mente de tantos votantes en el cuarto oscuro el domingo y qué harían esos mismos electores en las elecciones generales del 22 de octubre. Ese día se juega la representación parlamentaria y quién va a gobernar la Argentina los siguientes cuatro años.

Tan difícil es para sus colegas pronosticar a Milei, que el “gurú” ecuatoriano Jaime Durán Barba aseguraba hasta último momento que Milei forzosamente se tenía que desinflar antes de la elección. El exasesor de Mauricio Macri, que en esta última campaña trabajó para el frustrado precandidato presidencial Horacio Rodríguez Larreta, sostenía que la única forma de imponerse para Milei era repitiendo los fenómenos de los izquierdistas Gabriel Boric, hoy presidente chileno, y Pedro Castillo, destituido mandatario peruano.

Ambos eran completos desconocidos para el electorado seis meses antes de sus respectivos comicios y aparecieron casi “de la nada” en el radar de la política. Milei, sostenía el ecuatoriano, estaba demasiado instalado hacía demasiado tiempo como para ser una sorpresa. Ahora Durán Barba asegura que lo más probable es que con Milei pase lo mismo que con Bolsonaro en Brasil: no sólo sostendrá su voto, sino que muchos más se le sumarían, porque “ahora votar a Milei es políticamente correcto”. 

Sería algo así como el efecto del restaurante lleno versus el restaurante vacío: nada indica que sea mejor el establecimiento lleno que el vacío, pero tendemos a creer que el que está lleno debe ser mejor, porque va tanta más gente que al vacío. Quizás, así como la Argentina no repitió con el economista melenudo los fenómenos de Chile y Perú, tampoco repita lo que pasó en Brasil, como pronostica ahora Durán Barba y anhela el propio Milei: ninguno de esos países sufrió tantas frustraciones económicas y sociales como la Argentina. 

Muchas veces los gurúes “importados” aplican manuales “copy-paste” y pronostican comportamientos similares para la Argentina que luego no se condicen con la realidad. La Argentina parece un país latinoamericano más, pero es único: excepto Venezuela, ningún otro país con el enorme potencial de la Argentina retrocedió tanto y tanto tiempo. El PBI per cápita argentino, que duplicaba hace 20 años al de Chile y Uruguay, hoy está en la mitad del de sus vecinos. Tendencia a la baja.

Por algo en el búnker electoral de Sergio Massa también están estudiando si conservan a su gurú catalán Antoni Gutiérrez Rubí para la elección del 22 de octubre. A juzgar por los magros resultados del tigrense, no funcionó la propuesta del catalán de que el ministro de economía y candidato se hiciera el distraído con el desastre económico que deja arengando “defender a la Patria”.

La campaña del catalán salió tan mal como la de Durán Barba para Rodríguez Larreta: el electorado quiere reformas profundas y no entendió bien la idea del consenso que proponía Larreta sin demasiada convicción. El contundente “es todo o no es nada” de Patricia Bullrich conectó mucho mejor con el espíritu del votante de Juntos por el Cambio que la idea más difusa de superar la grieta de Larreta.

Quizás la Argentina se deje pronosticar mejor comparándola con la Argentina. En agosto de 2019 circulaban antes de las PASO dos tipos de encuestas: las que pronosticaban una derrota de Mauricio Macri de entre ocho y nueve puntos y las que daban un “empate técnico”. Cualquier semejanza con el “empate técnico” que pronosticaban varios encuestadores para la pelea Bullrich-Larreta no es mera casualidad, como tampoco es casualidad que Durán Barba hubiera trabajado para ambas campañas: en 2019 para Macri, y ahora para Larreta. 

El jefe de gobierno porteño perdió por ocho puntos, cerca de lo que pronosticaban varias encuestas, como la de la Universidad de San Andrés, la de FGA -de Federico González-, o la de Jorge Giacobbe. Pero en 2019 los encuestadores y el propio Mauricio Macri se sorprendieron con una sonora paliza de 17 puntos en la PASO frente a la fórmula Alberto Fernández, Cristina Kirchner que nadie había anticipado.

El posterior derrumbe de los mercados de agosto de 2019 fue tan catastrófico como el que se produjo el lunes pasado después de las PASO. Quizás por eso, en la elección general de octubre Macri terminó finalmente perdiendo frente a la fórmula kirchnerista por esos siete u ocho puntos que le habían pronosticado los encuestadores para agosto: la paliza de agosto que no estaban midiendo los encuestadores -ni siquiera los que medían para el kirchnerismo- había sido una suerte de “voto castigo”. 

Los encuestados no se lo habían confesado a los encuestadores, así que terminaban ubicados en el rubro “indecisos”. Quizás los gráficos de los encuestadores debían haber rotulado “inconfesos” más que “indecisos”.

¿Fueron los diez puntos adicionales que obtuvo Milei el domingo un fenómeno análogo al “voto inconfesable” para castigar a Macri de 2019? 

¿El electorado usó las PASO en 2019 como un acto de venganza por su frustración con el fracaso del gobierno de Macri y está haciendo ahora algo similar pero contra toda la política tradicional usando a Milei como arma?

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