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Massa: un año en el cargo y campaña sui generis
LA ESTRATEGIA DEL MINISTRO-CANDIDATO

Massa: un año en el cargo y campaña sui generis

El aspirante oficialista enarbola un discurso dual: busca seducir a núcleo K y le habla a los moderados. El factor Grabois.

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Sergio Massa hace equilibrio en medio de sus necesidades políticas. Va por un lado con un discurso contra el Fondo Monetario Internacional en busca de galvanizar el voto kirchnerista que acaso se vea tentado, al menos una porción, a inclinarse por Juan Grabois, su contendiente en la Primaria de Unión por la Patria.

Por el otro, intenta seducir un voto moderado con visitas particularmente estudiadas a provincias como Mendoza y Córdoba donde justamente el espacio que lidera Cristina Kirchner tiene enormes dificultades de inserción. Esa ambigüedad jalona lo que es una campaña atípica para el candidato oficialista.

Bascula entre uno y otro discurso. Se muestra duro y enfático con algunos temas sensibles para agradar al electorado K y al mismo tiempo pretende tener puentes hacia sectores moderados con un estudiado talante dialoguista. Este último intento lo lleva casi sin escalas, a cargar con todo lo que tiene sobre las propuestas de Javier Milei y Patricia Bullrich.

También a hablar de quita de retenciones a distintas economías regionales. Acaso esa dicotomía tenga relación con los consejos de campaña que recibe Massa del consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí. Según los estrategas oficialistas, el electorado estaría buscando en el futuro presidente firmeza y diálogo como dos cualidades centrales.

Quizás para envalentonar al candidato, sostienen que el ministro de Economía reúne ambos atributos. Y marcan como ejemplos por un lado la negociación con el FMI y por el otro la visita que realizó a la Socidad Rural donde pisó territorio hostil.

Ese perfil buscará mostrar Massa en lo que resta de la campaña. Dependerá de cómo la vaya en términos numéricos el domingo 13, pero la idea es mantener ese mismo derrotero en octubre y en noviembre, con la premisa-necesidad de pescar votos hacia el centro.

Es el mismo Massa que acaba de cumplir un año en su rol como ministro de Economía y debe lidiar con sus propios números. Desde que asumió, la inflación se disparó. En los últimos 12 meses fue del 100 por ciento, muy superior a la que dejó su reemplazado Martín Guzmán. El dólar blue se vendía a 298 pesos cuando el tigrense se transformó en un hombre decisivo y de enorme poder en el gobierno de Alberto Fernández.

Ayer, por caso, cerró a 560 pesos, un 87% más caro que hace un año. La pobreza, arrastrada por la inflación, también aumentó. Esos indicadores contrastan con un nivel de empleo que está en los mejores registros desde 2015 aún cuando los ingresos de muchos de esos trabajadores no alcancen a cubrir las necesidades básicas y por lo tanto sean considerados pobres.

Ese nivel de ocupación el ministro se ocupa en resaltar. Massa no se resigna, aún cuando la devaluación selectiva que aplicó en las últimas semanas tendrá un impacto ascendente sobre la inflación de julio y posiblemente de agosto. Aspira a transformarse en el candidato más votado en las Primarias del domingo 13 y alcanzar, de mínima, un umbral del 30 por ciento de los votos, contando lo que puede sumar Grabois.

En el oficialismo creen que es una plataforma que le permitirá dar la pelea en las generales de octubre y eventualmente llegar al ballotage.

Massa afronta el desafío extra de lidiar con las propias internas oficiales. No sólo la que le plantea desde lo formal Juan Grabois. También es notoria la ausencia de Cristina Kirchner apuntalando a su presidenciable al menos en la Provincia.

Si bien se descontaba que la vicepresidenta tendría un rol protagónico junto a Massa para fidelizar el voto , hasta el momento las apariciones de Cristina junto al presidenciable han sido puntuales, casi en grageas. Esa ausencia genera alguna inquietud porque hay sectores del oficialismo que sostienen que una participación más activa ayudaría a Massa a fidelizar el voto K. En el massismo, en cambio, creen que Cristina ya dio señales claras en el sentido de que apoya al ministro.

Pero por las dudas, los massistas no bajan la guardia. Varias espadas del Frente Renovador salieron a bajarle el precio a Grabois, que es mirado con simpatía por sectores del K que no olvidan algunas críticas bien duras que Massa lanzó contra La Cámpora no hace tantos años. De hecho, Malena Galmarini dijo sin vueltas que votar a Grabois era “tirar el voto”.

VOTO NO ÚTIL

Otro massista, el ministro de Agricultura, Juan José Bahillo, reforzó: “Votar a Grabois es un voto no útil”.

Con encuestas que viene fallando por porcentajes amplios, surge complejo determinar qué volumen de adhesiones pueda obtener el amigo del Papa Francisco.

Pero acaso Grabois pueda, con su cosecha, evitar que Massa termine siendo el candidato más votado. A poco más de una semana de las Primarias, el oficialismo se asoma a un escenario inédito que viene marcado por los resultados electorales adversos en provincias controladas por el peronismo. Chubut, Santa Fe, Chaco, San Luis y San Juan, mostraron fuertes traspiés para los gobernadores del PJ que podrían terminar configurando un anticipo del resultado nacional.

Cerca del candidato presidencial de Unión por la Patria, creen, no obstante, que aquél escenario trazado hace algunos meses por Cristina Kirchner en el Teatro Argentino, donde habló de una elección de tres tercios, se mantiene. Creen que Milei no se desinfló como están anticipando algunos encuestadores. Y que Bullrich terciará en esa pelea. Ese es, más allá de los números que pueda manejar el oficialismo, el deseo de Massa: polarizar con dos expresiones que emparenta con la derecha.

Cree que le será más fácil irá a pescar sobre los moderados en octubre. Por eso prefiere a Bullrich como contrincante de Juntos por el Cambio y no a Horacio Rodríguez Larreta.

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