Hace 50 años atrás Daniel Viglietti proponía “a desalambrar, a desalambrar”. Ahora Mauricio Macri propone “a dinamitar (casi todo)”. Se podría pasar por alto el punto como una posición previsible, si no fuera porque el Comité Nacional de la UCR dijo que se debe construir un programa económico “sin sangre y sin dinamita”, emparentando al Emir de Cumelén con las vehementes declaraciones de Hannibal Fernández. Bullrich, por su parte, está en busca de una empresa de demoliciones. Dinamitar, demoler, sinónimos de cambio profundo.
Luego de la decisión de Rodríguez Larreta de alumbrar elecciones concurrentes en la CABA despertando terrible polémica interna, el partido de las boinas blancas también emitió un comunicado saludando el corte de manga del “pelado” a su líder. Claro, no todos piensan lo mismo dentro del radicalismo nacional, pero al final es el Comité Nacional el que expresa la posición oficial. Por ejemplo, el senador Cornejo –más próximo a Patricia Reina- reconoce en la intimidad que la decisión del alcalde porteño se equivocó en las formas, pero que hizo lo correcto para sus intereses.
Hay que ir anotando fechas. La conducción radical citó a convención nacional el 12 de junio, dos días antes de la inscripción de frentes electorales (las candidaturas se anotan el sábado 24, va a ser un día de cine de super acción). ¿Por qué tan sobre la fecha si todo está claro? ¿está todo claro? No vaya a ser que último momento a más de un creativo se le ocurra armar otra cosa que no sea el actual Juntos por el Cambio. Mejor no dar margen para aventuras que se salgan del carril. ¿Habrá que esperar hasta último momento para recibir a más aliados? ¿O habrá que llamar a otra gente por si algún aliado se despide inesperadamente, o formula una extorsión imposible de resolver? ¿Quizá haya que apoyar como candidato a presidente a alguien que no sea radical y se lo acepte como independiente?
La pregunta que muchos se hacen es: si se parte Juntos por el Cambio, ¿dónde se ubica la mayoría del radicalismo? Los vaqueanos más objetivos creen que Gerardo + Martín suman bastante más que “el grupo Malbec”, aludiendo a la famosa foto de radicales con Patricia Reina en la Fiesta de la Vendimia. Por eso es que, si la cuerda se tensa mucho hacia el final, la convención radical del 12 de junio será para alquilar balcones, sobre todo si se hay que revisar lo decidido hace 8 años en Gualeguaychú (en aquel momento la convención se hizo a mediados de marzo, ahora se proyecta para 3 meses más tarde…).
La gran mayoría de los integrantes de Juntos por el Cambio, y del resto del espectro político, no apuestan a que la principal oposición se rompa. Sin embargo, miran los ojitos que Milei le hace al Emir y a Patricia con suspicacia. Algunos están esperando que eso se quiebre efectivamente para poder pedir su integración a una nueva coalición de centro moderado y así convertirse en la “ancha avenida del medio” (en la Argentina nada se pierde, todo se transforma).
Pero estamos hablando de ficciones, porque la realidad esta semana se llamó 440. No nos estamos refiriendo a los 440 Hz para la afinación de todos los instrumentos musicales, sino al valor máximo que tocó el dólar blue este jueves. Entre la renuncia del asesor presidencial (no estrella) Aracre y la jugada a fondo de Malena Galmarini (le faltó decir “si lo tocan a Sergio, qué quilombo se va a armar”), más algunas travesuras de los mercados y periodísticas, nos volvimos a inundar de especulaciones negativas.
Con Cristina en silenzio stampa –Coco Basile dixit- todo se vuelvo más y más complejo. Hay tropa que pide línea públicamente, como Dady Brieva, cosa que nunca había sucedido bajo el liderazgo de la jefa. La orfandad los tiene en modo desahuciado. Una pequeña luz de esperanza debió haberse prendido con el trascendido de que su destino no era cuidar nietos. Pero lo cierto es que en la práctica las huestes ya están afilando armas y organizándose para sus respectivas peleas y es difícil contagiar entusiasmo en la base con este contexto. Para colmo, dirigentes de los movimientos sociales reconocen que la lideresa ya no entusiasma tanto en el público de menores recursos. Que la pregunta más intensiva es sobre otro personaje: “el león” Milei.
El libertario empezó a desarrollar con más detalle su fórmula de gobernabilidad en caso de que llegue a ser presidente. Habló sobre una consulta popular para buscar apoyo a sus reformas y que, si aun así el Congreso no le respondía, va a exponer públicamente a la casta. No queda claro cómo sigue después la película, pero en este estado de desesperanza tampoco le importará mucho a su público.
El domingo pasado pudimos ver a los primeros pingos en la cancha, entre ellos a los del león. No sirve ese adelanto para fallar sobre las posibilidades de Milei a nivel presidencial. Tanto Neuquén como Río Negro estuvieron dentro de los cálculos previos, a sabiendas de que la intención de voto para “peluca” duplica esas cantidades de sufragios obtenidos. También se puede decir que la simple asociación con la figura y el llamador del logo tampoco obran milagros. Es lo previsible en estos casos.
La semana termina con el corazón en la garganta. Los EE.UU. nos mandan visitas para ver si nos portamos bien, mal o más o menos con los chinos, mientras Sergio Tomás Copperfield sigue entonando las estrofas de Juan Luis Guerra: “ojalá que llueva café en el campo”. El tema es que a los gringos se les está haciendo cada vez más difícil justificar en el board del Fondo por qué nos siguen disimulando errores. Pero como Dios de a ratos se pone la camisa argentina, el vecino Lula no está dando una mano enorme con sus dislates sobre la responsabilidad del conflicto en Ucrania.
Ultimo comentario de la semana para poner a prueba la lealtad de Dios: ¿es cierto que el Fondo ya apalabró a Juntos por el Cambio que vendría un nuevo aporte extra mientras la empresa de demolición hace su trabajo? Porque en ese caso, podemos ver Netflix tranquilos mientras caen cascotes sobre el televisor.
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