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Reino Unido: conflictos regionales, economía estancada y cambio geopolítico

Reino Unido: conflictos regionales, economía estancada y cambio geopolítico

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A poco más de seis meses desde la asunción de un nuevo monarca y de un nuevo primer ministro, el Reino Unido asiste a un proceso de consolidación del rey Carlos III, mientras que observa al jefe de gobierno, el conservador Rishi Sunak, esforzarse para estabilizar un gobierno sacudido por la economía con consecuencias políticas y regionales.

No es el caso de las relaciones exteriores. En ese plano, la administración Sunak avanza. En particular en la región del Pacífico donde forma parte de la alianza estratégica AUKUS, sigla en inglés que representa a Australia, el Reino Unido y los Estados Unidos.

Desde el 2021, un año después de la desvinculación con la Unión Europea (UE), el Reino Unido desarrolló su elección estratégica histórica de retorno a los mares del mundo en franca alianza con los Estados Unidos.

Tanto el Atlántico como la región del Índico-Pacífico forman parte de las prioridades geopolíticas de los gobiernos británicos tras el “Brexit”. Además, el Aukus asegura las órdenes de compra –y producción- del astillero naval Barrow-in-Furness, en el condado de Cumbria, nordeste de Inglaterra.
Allí, actualmente, se fabrican los submarinos a propulsión nuclear Astute y las plataformas de lanzamiento Dreadnought destinados a la fuerza de disuasión británica. Pero la compra no incluye a los Astute. Es que serán reemplazados por un nuevo modelo denominado SSN-Aukus que será el provisto a la armada australiana.

En el astillero Barrow-in-Furness, las empresas responsables de la fabricación de los SSN-Aukus serán BAE Systems, especializada en tecnologías de defensa, y Rolls Royce que se ocupará de la fabricación de los reactores nucleares para la propulsión del submarino. Como consecuencia, la ocupación de mano de obra en el astillero pasará de 10 mil asalariados a 17 mil.

La concepción de los SSN-Aukus y su empleo por la Royal Navy británica y la Royal Australian Navy forman parte de la decisión de disuadir y acotar el expansionismo chino en el Océano Pacífico.

A diferencia de su antecesora Liz Truss, el primer ministro Sunak no puede ser considerado un “halcón” frente a China. Endurece el tono, pero no considera al gigante asiático como una amenaza. Lo define como “un desafío histórico al orden mundial” que obliga al Reino Unido a “estar en alerta y tomar medidas para consolidar su seguridad”.

En contraposición, Sunak afirma que se debe trabajar junto a China para luchar contra el cambio climático y considera que cortar los lazos económicos con ella haría peligrar los intereses económicos británicos.

No son pocos quienes dudan sobre lo acertado o no de la decisión geopolítica. En primer lugar, porque el espacio marítimo de la región Indo-Pacífico queda en las antípodas geográficas del Reino Unido. En segundo término, porque el desafío de la hora como amenaza a la seguridad está constituido por la mucho más cercana Rusia.

Por detrás de la operación AUKUS se mueven no pocas dudas. Al decir del influyente (y conservador) presidente de la Comisión de Defensa de la Cámara de los Comunes, Tobías Ellwood, el gobierno Sunak mantiene un presupuesto de paz en tanto que el mundo aparece comprometido en una nueva versión de la Guerra Fría. 

De momento, como respuesta a las dudas, el primer ministro Sunak solo formuló una vaga declaración de incrementar el presupuesto de defensa del 2 al 2,5 por ciento del PBI, sin explicación adicional, ni aclaración alguna.

Como sea, en la Base Naval norteamericana de San Diego, el 13 de marzo del 2023, quedó formalizada la alianza AUKUS con la presencia del primer ministro Sunak junto al presidente estadounidense Joe Biden y al primer ministro australiano Anthony Albanese.

El Brexit e Irlanda

Aun en la actualidad, tres años después de ocurrido, el Brexit se las trae. El punto de la discordia es la situación especial de Irlanda del Norte, la parte irlandesa integrante del Reino Unido de la Gran Bretaña y –precisamente- Irlanda del Norte.

La cuestión divide a los norirlandeses se trate de nacionalistas –católicos- partidarios de la unión con la vecina República de Irlanda o de unionistas –protestantes- leales a la corona británica.

Y el punto de la discordia es el “protocolo” que instaura un status especial para Irlanda del Norte mediante el cual el territorio continúa formando parte del “mercado interior europeo” pero con una frontera en el Mar de Irlanda que separa las dos islas: Gran Bretaña e Irlanda.

Reformulado tras una larga negociación entre el primer ministro Sunak y la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyden, el nuevo instrumento incluye una decisión denominada “freno de Stormont” por el nombre del edificio donde sesiona el parlamento norirlandés en Belfast, la capital de Irlanda del Norte.

El acuerdo, votado por el Parlamento británico en marzo del 2023, con solo algunos votos de rechazo por parte de algunos diputados euroescépticos, los diputados norirlandeses unionistas y el ex primer ministro Boris Johnson, prevé que los legisladores del Irlanda del Norte pueden “frenar” en su territorio la aplicación de reglas de la Unión Europea.

Parece un punto administrativo, pero es de alto y casi incendiario contenido político. Y es que, para los unionistas se trata de un menoscabo del Brexit, al punto que hace tres años que el Parlamento de Stormont no funciona en razón del boicot que llevan a cabo. Estatutariamente, para funcionar, deben asistir nacionalistas y unionistas.

Si bien no afecta la vida cotidiana de los norirlandeses, la parálisis parlamentaria implica que las materias que son sujeto de jurisdicción regional como el presupuesto para la educación, la salud o la vivienda no sean tratadas. En términos políticos, que Stormont no sesione implica que la primera ministra electa, la nacionalista Michelle O’Neill, no asuma sus funciones.

Como rebote de la parálisis política, de alguna manera la división entre unionistas, nacionalistas y los partidos “no confesionales” tiende a desaparecer en el seno de la población. Por el contrario, se exacerba del lado de algunos militantes “irreductibles”. ¿Peligro de reinicio de la guerra civil que asoló Irlanda del Norte durante tres décadas? No parece. Pero…

La presencia en Belfast del presidente norteamericano Joe Biden, católico y descendiente de irlandeses, tal vez resulte útil para reencaminar una situación política que, en caso contrario, corre algún riesgo de caer en la violencia del pasado porque nostálgicos de las balas nunca faltan.

Escocia y los conservadores

Por el lado escocés, aunque lo intente disimular, el independentismo retrocedió algunos casilleros. El 15 de febrero de 2023, sorpresivamente, la primer ministra escocesa Nicola Sturgeon –independentista- anunció su dimisión. Ocurrió al mismo tiempo que diversas sospechas envolvían la actuación de su marido como director ejecutivo de su partido.

En rigor, hacía falta aire fresco. Durante ocho años de gobierno, Sturgeon reclamó un segundo plebiscito sobre la independencia escocesa, tras la derrota del primero con un 55,3 por ciento de votos en contra. El argumento, atendible por cierto fue el Brexit… dado que Escocia votó masivamente, con un 62 por ciento de sufragios, a favor de la permanencia en la UE.

Pero Sturgeon fracasó. El gobierno del Reino Unido –encabezado por Boris Johnson- rechazó, casi intempestivamente, la demanda y la Corte Suprema, ante el requerimiento escocés, falló que “ningún referéndum debía ser organizado, ni validado sin el aval del parlamento británico”.

En general, los observadores alaban las capacidades de la ex primera ministra escocesa para hacer campaña política pero critican su “ineptitud” para gobernar. A la fecha, su balance de gestión atenta contra la demanda de independencia. Las encuestas señalan que el nivel de apoyo a la separación se mantiene en un insuficiente 45 por ciento.

El aire fresco proviene del nuevo primer ministro –en rigor, ministro principal- Humza Yousaf, de padre pakistaní y de madre india nacida en Kenia. Ex musulmán, casado en segundas nupcias, de 38 años de edad, nacido y criado en Glasgow, Yousaf ocupó varios ministerios en los gabinetes independentistas de los ministros principales, Alex Salmond y Nicola Sturgeon.

Elegido frente a dos rivales partidarias, ambas mujeres, Yousaf deberá en primer término reordenar el partido cuyo estado actual es casi de caos. En segundo término, gobernar con particular interés en los temas que Sturgeon dejó de lado y que afectan a la vida cotidiana de los escoceses. En tercer lugar, preocuparse por la independencia. En ese orden.

Prueba de fuego: las próximas elecciones generales británicas, probablemente en diciembre del 2023. Con Sturgeon, el independentismo escocés creció en 13 diputados. Pasó de 35 a 48, con casi un punto de crecimiento sobre el total de votantes en el Reino Unido. A repetir…

Curiosidad: solo el ministro principal de Gales Mark Drakeford es… de origen británico. El de Escocia, Humza Yousef es de origen pakistaní. La de Irlanda del Norte, Michelle O’Neill es, claro, irlandesa, pero… católica. Por último, el de todo el Reino Unido, Rishi Sunak, es de origen indio.

Una sencilla lectura de dicha realidad lleva a la conclusión de un Reino Unido, país de inmigrantes. Es así, a contar por la cantidad extranjeros originarios de distintas latitudes que allí viven. Y no lo es, si se toma en cuenta la decisión política de impedir el acceso de migrantes “ilegales”.

La actual ministra de la Inmigración, Suella Braverman, también de origen indio, de padre nacido en la Isla Mauricio y de madre nacida en Kenia, presentó un proyecto de ley que permite rechazar la demanda de asilo a toda persona llegada en un bote neumático a las costas británicas.

El proyecto prevé que todo recién llegado en esas condiciones, con excepción de niños y personas enfermas de gravedad, serán reenviados a sus países de origen, si son seguros, y a… Ruanda, en caso contrario. ¿Por qué Ruanda? Porque el Reino Unido y el país africano firmaron un acuerdo en dicho sentido.

La economía, Ucrania y Carlos III

Sin problemas, en marzo de 2023, el chancellor of the Exchequer (ministro de Economía) Jeremy Hunt presentó el presupuesto ante el Parlamento, esta vez, sin dramas, ni temblores, a diferencia de lo ocurrido –disturbios y enfrentamientos- cuando hizo lo propio, hace menos de un año, su antecesor Kwasi Kwarteng, de origen ghanés.

La fórmula de Kwarteng para relanzar la aletargada economía británica consistía en una importante rebaja de impuestos. Ocurrió lo contrario: tempestad financiera, pánico de los fondos de pensión y dimisión de la primera ministra Liz Truss.

A contrario sensu, la era de Hunt apunta al optimismo. El presupuesto prevé una disminución del Producto Bruto Interno (PBI) de solo un 0,2 por ciento frente al 1,4 pronosticado anteriormente. Por su parte, frente a la inflación anualizada del 10,1 por ciento a febrero de 2023, las previsiones hablan del 2,9 por ciento para finales del 2023.

Si la coyuntura aparece como favorable, los problemas de fondo deberán comenzar a ser solucionados. Por un lado, la búsqueda de un modelo de crecimiento que vaya más allá del posibilitado por la simple reducción de los precios de la energía que se verifica actualmente.

Pero más extraño y no menos pendiente de solución es el crecimiento del total de personas inactivas. Desde la pandemia a esta parte, suman medio millón de nuevos inactivos. Mientras en casi todo el mundo desarrollado la inactividad decae a medida del alejamiento cronológico del COVID, en el Reino Unido pasa lo contrario.

En parte, se debe a la explosión del sistema de salud. Aumentó un 17 por ciento el número de personas que sufren enfermedades de largo aliento y alcanzan los 7 millones de ciudadanos que esperan atención médica.

El ministro Hunt lo explica como una paradoja. Mientras, por un lado, existen vacantes de un millón de puestos de trabajo, por el otro, siete millones de adultos en edad de trabajar no trabajan. Hunt exceptúa del último total a los estudiantes.

Una solución: que el Estado pague 30 horas semanales de guardería para los niños menores de tres años. A la fecha, la totalidad de ese gasto, muy elevado, por cierto, corre por cuenta de los padres, punto que determina el desinterés por trabajar en particular de las madres de párvulos. Y, claro, el inevitable y conflictivo aumento de la edad mínima jubilatoria.

Respecto de la guerra en Ucrania, como consecuencia de la invasión rusa a ese país, el gobierno del primer ministro Sunak dio un paso importante, aunque aún no determinante, horas antes de la visita del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, el 09 de febrero de 2023.

Se trató del anuncio sobre la propuesta británica para formar pilotos de guerra ucranianos “con el objetivo futuro de estar capacitados para pilotar aviones caza sofisticados y compatibles con los estándares de la OTAN”. Horas después, un nuevo anuncio dio cuenta del encargo de Sunak al ministro de Defensa de estudiar la clase de aviones a entregar a Ucrania.

Entre marinos de guerra y soldados terrestres, el Reino Unido lleva entrenados algo más de 10 mil combatientes ucranianos y calcula duplicar el número durante el año 2023.

El Reino Unido fue el primer país de la OTAN que surtió con carros de asalto sofisticados al país agredido. Se trató de un total de 14 “Challenger 2”. Una decisión que obligó a Alemania y a Estados Unidos a rever su negativa inicial de entregar vehículos militares similares. Y también fueron los británicos los primeros en enviar misiles antitanques portátiles, los NLAW.

Quien, por su parte, expresa su apoyo incondicional a Ucrania es el nuevo rey Carlos III. Durante su primer desplazamiento al exterior, en marzo 2923, el rey Carlos afirmó que su país “se mantiene junto a Ucrania para defender la libertad frente a la agresión rusa”. En Berlín y en Hamburgo, el soberano y su esposa fueron recibidos con gran entusiasmo.

Originalmente, la primera visita fuera del Reino Unido de Carlos III –ya como rey- debió efectuarse con destino a Francia. Fue el propio presidente francés Emannuel Macron quién debió suspenderla en razón de las movilizaciones de sindicatos y militantes contra la reforma previsional en el país galo.

Para británicos y europeos, la importancia de la visita de Carlos III a Alemania y la postergada a Francia radica en la “reconciliación” tras el Brexit que deterioró más allá de los previsible las relaciones mutuas.

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