Opinión
ANÁLISIS

Otro gesto del Presidente a su Vice, con la Justicia de por medio

El presidente Alberto Fernández usó ayer la cadena nacional para amplificar un episodio que para el kirchnerismo es un escándalo: los supuestos chats filtrados entre jueces federales, funcionarios porteños, directivos del grupo Clarín y algún ex agentes de inteligencia sobre una viaje que habrían compartido a un lugar paradisíaco del sur argentino.

“He decidido dar este mensaje desde la Casa Rosada, porque es evidente que gran parte del sistema de medios privados ha decidido no dar cuenta de lo ocurrido en ese singular viaje a Lago Escondido”, admitió el Presidente. Debe haber pensado: si hablo en cadena lo van a tener que dar. Acaso haya sido el gesto de incondicionalidad más emblemático de Alberto hacia Cristina Kirchner, quien hoy debe escuchar la sentencia sobre las acusaciones que pesan sobre ella en el caso Vialidad.

Los chats en cuestión -de Telegram- fueron difundidos por un medio alineado al oficialismo, desde donde empezaron a esculpir la teoría de que esa reunión, en tierras del polémico magnate Joe Lewis, es un ejemplo de cómo se pergeña la supuesta persecución contra la vicepresidenta, definida por esas usinas como “lawfare”.

“No dejo de advertir que lo que ha trascendido es, aparentemente, el resultado de la intromisión en una plataforma de comunicación. Pero eso no es obstáculo para indagar cuál ha sido el propósito de ese viaje, quiénes participaron del mismo y quien financió el traslado y hospedaje de los viajantes.”, admitió Alberto. Se refería a que la obtención de los chats habría sido producto de un hackeo al celular del ministro de Seguridad porteño, Marcelo D´Alessandro, quien ayer aseguró que los intercambios fueron además creados, editados, como para armar una situación que no existió.

Si efectivamente las conversaciones fueron tomadas en forma ilegal, clandestina, es notable cómo en el oficialismo le endilgan categoría de verdad revelada mientras que siempre relativizaron aquellas escuchas en las que Cristina, en diálogo con Oscar Parrilli, ordenaba que había que “salir a apretar” a los jueces. Detalles.

Como sea, Fernández anunció que se pondrá al frente de una embestida judicial contra los implicados a través de varias vías, algunas de improbable concreción. Como el pedido de abrir un sumario en el Consejo de la Magistratura cuando el organismo ha quedado paralizado por las jugadas de Cristina para impedir que se designen allí a los representantes del Congreso. O insistir ante el Parlamento para que avance el tratamiento de las reformas a la Justicia, cuando la convivencia allí está rota desde los recientes episodios en Diputados.

En todo caso, asoma más como una jugada para mantener el tema en agenda y usarlo luego, desde hoy mismo, como combustible argumentativo para la posible resistencia oficialista a un eventual fallo condenatorio contra Cristina.

APUNTEN AL ASESOR

Pero de lo que Alberto no habló es de un dato que aparece en los chats y que habría encolerizado al cristinismo duro: las alusiones a su jefe de asesores, Julián Leunda, que aparece mencionado como parte de la trama mediática para silenciar el viaje controversial en los medios.

Ayer a la mañana, en una radio también ligada al kirchnerismo (Futurock), el abogado de Cristina Kirchner, Juan Manuel Ubeira fue el encargado de meter presión a la Casa Rosada. Dijo: “Hay un gran protagonista que no hay que olvidar, que es Leunda el jefe de asesores de la Presidencia. El cual espero que hoy al mediodía renuncie o que el Presidente le pida la renuncia. Porque si no le pide la renuncia a Leunda, quiere decir que el Presidente es parte de lo mismo”.

Y agregó: “Y en segundo lugar, si le queda algo de ánimo, lo que tiene que hacer es llamar a una conferencia de prensa y sostener que durante estos tres años que estuvo en el gobierno sabía de la existencia de todo esto y fue impotente para resolver la situación”. Algo de caso le hizo.

Leunda llegó a Fernández cuando estuvo a cargo de los medios de comunicación de Cristóbal López y Fabián De Souza (en particular C5N y Radio 10) durante el macrismo, período en que ambos empresarios estuvieron presos por evasión fiscal. Alberto era abogado del grupo en ciertos temas y ahí se conocieron.

Llegó a su gobierno con fama de tener muy buenos contactos con políticos de todo el país, peronistas y opositores, por su paso como lobbista comunicacional. En los chats aparece como aportando garantías de silencio de ese grupo mediático.

Conviene volver al torpe y turbio viaje de los jueces. Se trata de Julián Ercolini, que comandó la etapa de instrucción del caso Vialidad; Pablo Yadarola, del fuero penal económico; Carlos Mahiques (camarista de Casación); Pablo Cayssials, del fuero contencioso administrativo y Juan Bautista Mahiques, jefe de los fiscales porteños. Los empresarios eran Jorge Rendo y Pablo Casey, del Grupo Clarín. Además, un asesor de comunicación, Tomás Reinke y un ex funcionario de inteligencia, Leo Bergroth.

Son todos personajes que le sirven al kirchnerismo para argumentar su teoría de la gran conspiración medios-justicia-política contra Cristina. Algo que deberá probar la Justicia, si esto termina en los tribunales. Si por unos partidos de fútbol que compartieron los jueces y fiscales del caso Vialidad la defensa de la vicepresidente habló de una sentencia que “ya está escrita”, ¿qué no pueden decir cerca de ella de un cónclave de este tipo aún cuando, con una mirada muy benévola no haya sido más que un cúmulo de vanidad, avaricia y tacañería de los protagonistas?