El affaire de Lilita Carrió, una muestra de la feroz interna que sacude a la oposición
El sonado episodio que generaron Elisa Carrió y sus filosas declaraciones contra dirigentes de Juntos por el Cambio no se agota en sí mismo. Es, en todo caso, un signo adicional que expone en público la disputa de poder abierta sin tapujos en la coalición opositora que derrama sin dique de contención posible a la Provincia. Hay quienes incluso definen, acaso con algo de exageración, que existe una “guerra” que cruza el PRO y envuelve al radicalismo.
Las acusaciones selectivas de Carrió amplificaron esas tensiones. Dejó a salvo a algunos dirigentes y condenó a otros con el arbitrario criterio que suele aplicar Lilita para entronizar aliados o demonizar enemigos. La líder de la Coalición Cívica desparramó sospechas sobre los vínculos del ministro de Economía Sergio Massa, con dirigentes tanto del PRO como de la UCR. Incluso terminó enchastrando al gobierno de María Eugenia Vidal al que siempre protegió, en el afán por horadar al ex ministro de Seguridad y aspirante a la Gobernación, Cristian Ritondo.
Ritondo replicó con dureza y tildó de “tóxica” a Carrió. Quizás leyó en las afirmaciones en su contra un guiño a su adversario Diego Santilli, que hace algunos meses se reunió con la exdiputada nacional en su chacra de Capilla del Señor y que quedó a salvo de la filosa lengua de Lilita. Santilli es el candidato para la Provincia de Horacio Rodríguez Larreta, de muy buena sintonía con Carrió.
Algunos polos empiezan a tocarse. Patricia Bullrich salió con los tapones de punta a replicar a Carrió, no sólo porque Ritondo orbita su espacio y podría terminar siendo su nombre para la pelea bonaerense.
En la Provincia, las acusaciones de Lilita generaron un tembladeral. El bloque de senadores de Juntos protagonizó una reunión de alto voltaje y hubo un amague de alumbrar un comunicado muy crítico a los dichos de Carrió que finalmente no prosperó en pos de mantener la unidad de la bancada en la que cohabitan los lilitos.
Algunos legisladores no querían dejar pasar así porque sí las denuncias. En todo, caso, al menos querían recordar que los acuerdos parlamentarios que el gobierno de Vidal hizo con Massa también fueron votados por las espadas legislativas de Carrió.
No sólo ese affaire dejó expuesta a la oposición. En plena pelea interna, sigue sin funcionar la mesa provincial de Juntos por el Cambio. De eso hablaron los senadores también en aquel cónclave picante. Desde el sonado portazo del intendente Grindetti cuando fue desautorizado por Mauricio Macri en una negociación para reformar el régimen previsional en el Banco Provincia. En el PRO la pelea está desatada.
El jueves por la noche, luego de que estallaran las críticas de Carrió, hubo en La Plata otra cena en la que aparecieron cruces fuertes, esta vez, por una movida empujada por el sector de Santilli para sumar a peronistas no K que fue cuestionada por Macri. Cuentan que hubo un contrapunto elevado entre el exintendente de Quilmes Martiniano Molina (cercano a Santilli) y el diputado Matías Ranzini, uno de los hombres de Ritondo en la Legislatura.
Existe otro hecho que puede tener impacto sobre las definiciones nacionales de Juntos por el Cambio que se cocinará en la Provincia. El radicalismo bonaerense acaba de anunciar que hará internas partidarias el 13 de noviembre donde estará en juego acaso un poco más que una renovación de autoridades.
El partido es conducido por Maximiliano Abad, uno de los principales impulsores de la candidatura presidencial de Facundo Manes. Abad va por un nuevo mandato y comenzó un acercamiento con Martín Lousteau en un intento por cerrar una unidad amplia.
Sin embargo, sobrevuela la duda de si el histórico intendente de San Isidro Gustavo Posse, se anotará en la carrera. Posse ya enfrentó a Abad y perdió por poco. Esa eventual disputa tiene ahora un condimento adicional: el alcalde se muestra cercano al gobernador Gerardo Morales, competidor de Manes dentro del radicalismo.
Ese condimento torna necesario monitorear cómo se van moviendo los actores de la interna radical. Un triunfo amplio de Abad o directamente su consagración en una lista de unidad, significaría un espaldarazo para Manes, que pugna por transformarse en el candidato radical para enfrentar a Rodríguez Larreta y Bullrich, enfrascados por su parte en su propia batalla. O a Macri, si el ex presidente se convence de ensayar un camino del retorno al poder.