El discurso del Presidente en la Cumbre de las Américas demostró, una vez más, que la política exterior argentina en estos días está sometida a la intención del presidente Alberto Fernández de mantener unido al peronismo. Es que la situación económica del país, sobre la que tanto pesa el crónico déficit del Estado y la inflación, lo obligan a tratar de ordenar mínimamente las finanzas del sector público.
En el espinoso camino que transita también debe tener en cuenta la necesidad de que el Fondo Monetario Internacional siga haciendo excepciones en el tratamiento de la deuda Argentina y hasta acepte decisiones del Gobierno de un carácter como nunca antes permitió a un país deudor. Esa benevolencia solo es posible con el acuerdo de los Estados Unidos, que hasta ahora en la práctica ha sido incondicional.
Un equilibrio difícil de sostener
Es un equilibrio difícil de sostener, pero Alberto cree que sin el soporte del Fondo Monetario el país se sumergiría en una crisis que determinaría romper con los acreedores internacionales, tal como ocurrió en 2001 cuando la economía argentina estaba en mejores condiciones que hoy. En ese camino cree que Guzmán es el interlocutor adecuado para con el Fondo, aun cuando no logra el apoyo político en su propio partido para adoptar las medidas que el plan económico del ministro exige y por lo tanto se demora la recuperación.
Sin embargo, las discursivas críticas a Estados Unidos no son suficientes y debió entregarla Matías Kulfas, tal vez el economista en el que mayor confianza depositó, pero del que el cristinismo esperó un error para expulsarlo del Gobierno. Lamentablemente eso puede causar mayores demoras en la construcción del gasoducto de Vaca Muerta, que ya sufre un atraso.
Una postal de estos desencuentros fueron los chats de grupos “albertistas” en los que gran parte de los integrantes despedían a Kulfas con loas a su desempeño, pero en el que evitaban cargar contra la decisión política que gatilló su salida porque el propio Alberto formaba parte de los mismos.
El nuevo impuesto
Mientras, la falta de acuerdo con la oposición tornaría improbable, con todo, la sanción del nuevo impuesto. Lo mismo se espera con la iniciativa que busca ampliar la Corte Suprema de Justicia a 25 miembros, que impulsaron los gobernadores, pero que viene empujando el cristinismo en el Senado.
El plan para reformar el máximo tribunal reflejó un movimiento en ciernes dentro del oficialismo. Los 16 gobernadores peronistas que consensuaron el proyecto en la víspera firmaron un comunicado en el que dejaron ver que esta ha sido la primera propuesta “de un espacio de debate, consulta y acuerdos, a través de una liga que nos reúne con una agenda permanente, con el objeto de conformar una Argentina justa y federal, en unidad nacional”.
Había sido el puntano Alberto Rodríguez Sáa el que había deslizado la intención de institucionalizar esta mesa de diálogo. El problema es que toda reminiscencia a la “Liga de Gobernadores” es resistida por Alberto, que acaso recuerda a ese grupo que en los primeros años 2000 desafiaba los designios de la Casa Rosada.
La irrupción de Macri
Para la coalición opositora por ahora el mayor factor disruptivo no parece ser una eventual alianza con el libertario Javier Milei sino la irrupción de Mauricio Macri en la escena política. En el radicalismo salieron a cruzar sus críticas a Hipólito Yrigoyen por haber sido el primer “populista” de Argentina. Sin embargo, entre los radicales crece un tácito acuerdo de ignorar en el futuro ese tipo de expresiones del expresidente. “Estamos muy ocupados en definir planes de gobierno como para detenernos en esas provocaciones”.
Están de acuerdo en que tienen candidatos muy fuertes, pero que podrán unificar posiciones detrás de uno de los presidenciables.
No solo fue Gerardo Morales, titular de la UCR y precandidato presidencial, el que salió a cuestionar los dichos del fundador de PRO sino que otros dirigentes de ese espacio observaron una continuidad en las posturas de Macri, que van de la foto con Donald Trump, sus coqueteos con el propio Milei y el acompañamiento que en la semana le dispensó a Patricia Bullrich, en la presentación de los equipos técnicos con miras a 2023.
Lo que aún nadie tiene claro en el PRO es si Macri será una suerte de “árbitro” de la interna de la exministra de Seguridad con Horacio Rodríguez Larreta o, en cambio, está preparando el terreno para intentar protagonizar “un segundo tiempo” en Balcarce 50.
En este sentido, no pareció ingenua la bajada que realizó a una humilde barriada de Monte Chingolo, con el intendente de Lanús, Néstor Grindetti, a quien empuja para competir en las PASO para la Gobernación.
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