La actividad apícola en la Argentina se desarrolla en casi todas las provincias y representa una gran posibilidad para trabajar con los jóvenes y favorecer el arraigo. Se estima que hay poco más de 35 mil productores apícolas y, de acuerdo con el número de colmenas que tienen, el 85% de ellos son pequeños y medianos y un 15% son de escala más grande. También hay productores independientes y otros que trabajan agrupados. La Cámara Argentina de Fraccionadores de Miel (Cafram) representa a 40 establecimientos, donde el 80% de socios son cooperativas y consorcios, y, en palabras de su presidente, Carlos Levin, "lo más positivo de esta actividad productiva es que utiliza un 95% de insumos de producción nacional".
A su vez, la producción apícola admite una diversidad de productos: miel, polen, jalea real, cera, propóleo, núcleos, reinas, polinización, apitoxina y subproductos tales como cerveza con miel, cosmética apícola, caramelos de miel y propóleo, velas a partir de la cera natural de las abejas y la hidromiel o aguamiel, una bebida producida solo a base de miel, agua y levadura, que contiene acciones benéficas para la salud.
Según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca (MAGyP), Argentina se ubica entre los tres principales productores de miel a nivel mundial, siendo el segundo exportador con un volumen promedio superior a las 75.000 toneladas anuales de cuyo total 75% se exporta y 25% se consume a nivel interno. Pero habría condiciones para tener muchas más colmenas si hubiera conciencia en toda la cadena productiva primaria, para lo cual es necesario estimular una mayor transparencia comercial y un menor grado de informalidad.
¿Cómo lo logramos? Complementando lo que está ya normado. Desde Cafram Levin afirma que "existen leyes apícolas provinciales (por caso, en Buenos Aires, Córdoba, Río Negro, Santa Fe, Entre Ríos) pero hace falta una ley apícola nacional que pueda darle institucionalidad y respaldo a la actividad, tal como lo ha sugerido el sector desde hace algún tiempo".
Al respecto, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) cuenta con una iniciativa global llamada "Un País Un Producto (UPUP)", la cual se dará a conocer el próximo 25 de mayo, y que busca el Desarrollo Verde de Productos Agrícolas Especiales, con cualidades únicas y características asociadas a ubicaciones geográficas y patrimonios culturales, estableciendo alianzas con institutos de investigación nacionales y actores del sector privado que movilicen conocimientos y tecnologías.
En el caso de la Argentina el producto seleccionado es la miel y se trabaja en 3 aspectos básicos: mejorar la producción y la productividad; aumentar la sostenibilidad ambiental y la resiliencia climática; y brindar valor agregado y acceso a los mercados. Para ello, fue necesario hacer una Carta de Acuerdo entre la FAO y la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba), en coordinación con MAGYP. Asimismo, en esta iniciativa hay contribución del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA) y la Cafram.
El objetivo es lograr un análisis del mercado y el desarrollo de estrategias para diferenciar a la miel argentina en los mercados internacionales, para dejar de exportar en tambores y pasar a exportar un producto más consolidado al mundo y con valor agregado, al tiempo que se busca armar una base de datos georreferenciados de apicultores familiares que sirva de base para concretar políticas públicas adecuadas.
En ese marco, es clave el rol de organismos como el Senasa, el cual diagramó sistemas de gestión y control de la cadena productiva y sus respectivas normativas de trazabilidad, que tienen en cuenta las necesidades del mercado interno y los diferentes requerimientos de los mercados externos a los que se envía la miel argentina.
Este 20 de mayo es el Día Mundial de las Abejas, establecido por las Naciones Unidas para destacar la importancia de los apicultores y del papel esencial que desempeñan las abejas y otros polinizadores para mantener la salud de las personas y el planeta, salvaguardar la biodiversidad y contribuir a la seguridad alimentaria y la nutrición. Polinizadores como las abejas, las aves y los murciélagos inciden en el 35% de la producción agrícola mundial.
Ahora es el momento de repensar nuestra relación con la naturaleza, con los polinizadores, y las medidas que podemos tomar para apoyarlos. La apicultura representa la oportunidad de una producción alternativa para generar trabajo, riqueza genuina y productos exportables.
Tito Efraín Díaz: Representante interino de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Argentina y Uruguay.
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