De acuerdo con datos del Banco Central de la República Argentina (BCRA), los pagos del saldo de tarjetas de crédito se encuentran en su nivel más bajo de los últimos tres años, mientras que la morosidad en créditos personales alcanzó máximos históricos de las últimas dos décadas. Ante esto, hay preocupación en los bancos.
El fenómeno es similar al vivido en la década del 90: cada vez más personas recurren a préstamos para cubrir consumos básicos o para pagar los saldos de sus tarjetas, lo que genera un círculo de endeudamiento peligroso. Desde la Fundación Mediterránea advierten que la tasa de interés efectiva mensual para créditos personales trepó del 1,9% en febrero al 4,1% en junio. Esto encarece aún más el financiamiento y eleva la presión sobre los deudores.
Ante este panorama, el director del Banco Nación, Miguel White, reconoció que “el aumento de la morosidad comenzó a convertirse en un tema relevante”. Por su parte, el CEO del Banco Supervielle, Gustavo Manríquez, señaló que “lo sorprendente es que durante la pandemia este problema no se registró con tanta fuerza y ahora comienza a emerger, con cheques rechazados que hacía tiempo no se veían”.
Un dato que retrata esta situación es que, de acuerdo al BCRA, el stock de deuda con tarjeta de crédito aumentó un 83% interanual en términos reales, contrario a la baja de años anteriores. Este crecimiento se da en un contexto de tasas nominales anuales que rondan el 75% para préstamos personales y el 37% para adelantos a empresas, muy por encima de la inflación proyectada.
Al respecto, el economista Agustín Lodola, docente en la UNLP, subrayó que la tarjeta de crédito pasó de financiar el 37% al 47% de las compras en supermercados en solo dos años, según la estadística que releva mes a mes el Indec. “La tarjeta volvió porque se puede pagar en cuotas. La gente la usa para comprar comida porque no llega a fin de mes”, explicó.
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