En silencio el Gobierno avanza sobre uno de los organismos más prestigiosos del sistema científico argentino. La Casa Rosada ultima los detalles de un decreto que modificará la “gobernanza” del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), con el objetivo de ampliar su control sobre las líneas de investigación. La iniciativa contempla una reforma estructural en su directorio para direccionar los trabajos según los intereses del Ejecutivo.
Cabe mencionar que la medida apunta a restarle poder a las universidades nacionales y a la comunidad científica en la toma de decisiones. Actualmente, el directorio está integrado por ocho miembros elegidos por distintas entidades académicas, industriales y científicas, además del presidente designado por el Ejecutivo. Los mandatos duran cuatro años y supervisan el trabajo de más de 26 mil personas distribuidas en todo el país.
Censura a la ciencia
La reforma proyectada se suma a una serie de medidas que afectan al sistema científico-tecnológico nacional. El trabajo en el Conicet abarca cuatro grandes áreas: Ciencias Agrarias, Ingeniería y de Materiales; Ciencias Biológicas y de la Salud; Ciencias Exactas y Naturales; y Ciencias Sociales y Humanidades. Según fuentes gremiales, estas últimas están particularmente en la mira del Gobierno.
Desde el oficialismo hablan de “alinear la investigación con las demandas del mercado”, pero en la práctica muchas líneas de trabajo ya fueron desfinanciadas o directamente canceladas. “Se nos viene una bomba de tiempo en el Conicet”, advirtió Sol Martínez, secretaria gremial de ATE-CONICET en una entrevista periodística. La dirigente alertó sobre el recorte en becas y las crecientes restricciones para ingresar a la carrera de investigador.
Precarización, ajuste y disciplinamiento
“El 11 de julio se publican los resultados de las becas posdoctorales. Hay 500 becas para más de 1.500 doctores. Y en agosto, los resultados del ingreso a la carrera serán igual de graves”, anticipó Martínez. Además, la secretaria gremial denunció las condiciones precarias de los becarios: “No hay obra social, ni aportes, ni aguinaldo. Un día te dicen ‘hasta acá llegamos’ y te cortan todo”.
Para los trabajadores del organismo, el panorama es claro: desfinanciamiento, precarización, censura y una avanzada ideológica que busca domesticar la producción científica. “De 23 redes de investigación, 7 fueron dadas de baja por un simple tuit. Las ciencias sociales y humanidades son las más amenazadas”, señaló Martínez.
La ofensiva sobre el Conicet no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia más amplia de disciplinamiento institucional. Al mismo tiempo que se recortan fondos y se restringen derechos, se impone un modelo de ciencia subordinada a criterios de rentabilidad inmediata, dejando de lado la investigación crítica, la autonomía académica y el desarrollo soberano del conocimiento.
Con estas decisiones, el Gobierno busca redefinir no solo qué se investiga, sino también quiénes pueden hacerlo y bajo qué condiciones.
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