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La reacción oficial ante el escándalo de $Libra y la imagen del Presidente
CRIPTOMONEDAS

La reacción oficial ante el escándalo de $Libra y la imagen del Presidente

En Casa rosada esperan que baje el impacto.

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Muy a pesar de lo que quiere el Gobierno, el criptogate se mantiene en la agenda pública, con el Congreso, los medios y la Justicia -incluso la de Estados Unidos- como cajas de resonancia.

Los libertarios, que hicieron del ataque constante a sus adversarios una estrategia de crecimiento político, asoman por primera vez a la defensiva, dando explicaciones incómodas, mellados en su construcción discursiva: ahora se le atribuyen pecados de la “casta”, esa que supuestamente vinieron a combatir. 

Un dato no menor es que, frente al crecimiento del escándalo, Javier Milei no salió a culpar a nadie públicamente, algo que acaso sí hubiera pasado con sus antecesores. Se entiende: su hermana Karina, la secretaria general de la presidencia, aparece involucrada de diferentes modos, según la versión que se analice. 

Para el Presidente el caso de $Libra es especialmente incómodo porque hay antecedentes que lo vinculan al mundo cripto: en octubre del año pasado, por ejemplo, se hizo el ya famoso evento Tech Forum organizado por el empresario Mauricio Novelli, que hoy se sabe estuvo atrás del presunto desfalco de $Libra. Según fuentes confiables a Milei le advirtieron que no era recomendable aparecer públicamente tan pegado a personajes “semi-vidriosos” como Novelli y otras personas que se expresarían en esa reunión. No oyó las advertencias. Ahora se acusa a Novelli, incluso, de pedir plata para facilitar encuentros con el Presidente. 

Es natural que, en este sentido, los focos apunten a Karina: ya cuando Milei era sólo un economista que iba a la televisión y daba charlas, ella era la gestora de esos encuentros, cuentan. Incluso los remunerados, como disertaciones en eventos y demás. Puede ser verosímil creer que sigue siendo la llave última para sentarse con su hermano. El problema es que la familia Milei ya no es lo que era en esos tiempos: ahora conducen el Estado argentino, aunque a veces parece que no tuvieran eso demasiado en claro. Así, Karina tiene ahora una denuncia judicial de Elisa Carrió, que sería candidata en las próximas elecciones, acusándola de ser “la cajera” del Presidente, con la connotación negativa que eso implica.  

En la Rosada dicen que el tema judicial, al menos en la Argentina, irá bajando su impacto con el correr del tiempo. Pero debieron entregar una cabeza: el asesor para cripto operaciones en la CNV, Sergio Morales, que sería conocido -¿socio?- del mencionado Novelli. 

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El relato del oficialismo insiste en que todo esto no repercutirá ni en la economía ni en la estrategia económica en general, que ahora tiene al acuerdo eventual con el FMI como eje. Dicen que el mismo está “cerrado” y que se anunciará en breve, impulsado por un Decreto de Necesidad y Urgencia para evitar demoras en el Congreso. Que Estados Unidos apoyará a pesar de las investigaciones que se abrieron allí por el episodio cripto. 

¿Dañó o no? 

Es que los libertarios insisten en que el caso no dañó la imagen de Milei. Las primera encuestas conocidas hablaron de que se mantuvo su imagen positiva, punto más, punto menos, pero creció algo la negativa. Si bien mucha gente, incluidos votantes libertarios, descreen de la explicación del “error involuntario”, mantienen su apoyo y votarían al oficialismo en las próximas legislativas. 

Por otro lado, el último fin de semana circularon dos estudios que muestran una caída en la ponderación presidencial. Son de Atlas Intel, la consultora brasileña que anticipó el fenómeno libertario, y Opina Argentina. Atlas habla de una caída cercana a los 10 puntos en la imagen de Milei.  

En el segundo caso, se asegura que el impacto también llegó a otras figuras del oficialismo, como Victoria Villarruel o los ministros Patricia Bullrich y Luis Caputo. Por ahora, todo relativo. Y hay otro dato que inyecta confianza al gobierno: la oposición asoma fragmentada, metida en divisiones internas.  

Tanto la más dura, como el kirchnerismo (la pelea entre Cristina y Axel Kicillof), y la llamada dialoguista, como el PRO y ciertos sectores radicales. Objetivamente, eso juega a favor.

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