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A CASI UN AÑO DE HABER ASUMIDO

El gobierno de Milei dividió a la dirigencia sindical

Los más “duros”, como ATE y Pablo Moyano van por otro paro. Pero el resto de la cúpula de la CGT está dispuesta al diálogo

Mientras la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) lanzó un nuevo paro para el 5 de diciembre en reclamo de una “inmediata recomposición salarial” y para rechazar el Sistema de Evaluación Pública a los empleados nacionales, la CGT, donde dominan los gremios más moderados como UPCN, Construcción, Comercio y Salud entre otros, evalúan seguir conversando con la Casa Rosada.

Mientras el sector de los gremios de transporte, que protagonizaron una huelga el 30 de octubre último, aún no resolvieron realizar otra medida de fuerza. Ese paro congregó a camioneros, maquinistas de trenes y trabajadores portuarios, pero no pudo sumar a los choferes de micros, con lo que no logró el objetivo de paralizar la actividad en el país.

Lo cierto es que a casi un año de haber asumido, el gobierno del presidente Javier Milei logró dividir a la dirigencia obrera imposibilitando así concretar una huelga general como la que le hicieron en los primeros meses de gestión.

Apenas un puñado de dirigentes insiste en su ofensiva confrontativa, mientras la mayoría cegetista se agarra a la promesa de diálogo que ofrece la administración libertaria.

La última muestra de la profunda divisoria de aguas que emerge en la principal central sindical quedó expuesta este martes con la decisión unánime de la mayoría que ostenta el poder cegetista de rechazar de cuajo el emplazamiento de Pablo Moyano para avanzar con una nueva huelga general antes de fin de año.

VACÍO EXPLÍCITO

El vacío explícito a la posición de Moyano hijo, que contó con el guiño de su padre y mandamás de Camioneros, Hugo Moyano, profundizó el quiebre interno entre dialoguistas y duros que se consolidó en los últimos meses, aunque de uno y otro lado de la grieta sindical se empeñan en asegurar que el agua no llegará al río.

En buena medida la posibilidad de una ruptura quedó latente tras dos episodios clave que sacudieron el mundo sindical en las últimas semanas. Por un lado, el portazo del número dos de Smata Mario Manrique, referente del ala dura y del sector gremial que responde al kirchnerismo, que abruptamente renunció a su cargo en el consejo directivo cegetista enfrentado con la posición de la mayoría dialoguista.

Días después se sumó la fractura en la poderosa Confederación de gremios del transporte, la CATT, a partir de la salida de su titular Sergio Sassia, el jefe de la Unión Ferroviaria y alineado con el ala moderada de la CGT, por su abierta disputa con Pablo Moyano y los sectores duros que dominan la cúpula de esa entidad.

Ambos movimientos echaron luz sobre la profundidad de las divisiones puertas adentro de la estructura cegetista y mapearon quién es quién en la grieta interna que divide a dialoguistas, duros y hasta algunos dirigentes que en medio de las diferencias sobre cómo pararse frente a la gestión Milei optan por hacer su propio juego.

La decisión dominante en la conducción de la CGT es potestad evidente de los grupos que pregonan una postura moderada y alientan la instancia de diálogo con el gobierno libertario. Son los mismos que a principios de octubre convinieron una especie de tregua sin medidas de fuerza con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos.