Aunque en la Casa Rosada buscaron maquillar la salida del ministro de Salud, Mario Russo, con el argumento de que fue por “motivos personales”, en realidad la decisión fue tomada por Santiago Caputo y se concretó en un picante diálogo telefónico, corolario de largos meses de graves disputas internas en una cartera con doble comando que estaba loteada desde diciembre.
La designación de Mario Lugones en su lugar es una ratificación del poder del asesor sobre un área que ya manejaba en las sombras a través de su amigo, que ahora será ministro en los papeles.
Pero, en el fondo, es una muestra de que, a pesar de las discusiones con Guillermo Francos, con Sandra Pettovello, y de los anteriores resquemores subterráneos de parte de Karina Milei, mantiene el respaldo de la cúpula presidencial.
La cartera de Salud en la era administrativa de Milei nació entre controversias. Durante el diseño del organigrama del Gobierno, la intención original del recién electo presidente era que formara parte del amplísimo Ministerio de Capital Humano.
Pero Sandra Pettovello, que había aceptado hacerse cargo de todas las áreas “blandas” -Trabajo, Desarrollo Social, Educación- pidió específicamente que no le endilgasen también el manejo de un sector por demás complejo.
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