El dólar blue escaló $80 en la semana y cerró a $1.500, con lo cual marcó un precio récord nominal. La suba de los últimos días es abrupta, ya que venía de escalar $55 la semana pasada. De esta manera, la brecha con el oficial se ubicó arriba del 62%.
Ante esto, el propio presidente Javier Milei anunció desde Estados Unidos que el Gobierno se dispondrá a comprar dólares para que la cantidad de pesos circulantes queden constantes y permitir así que no se altere la base monetaria, lo que acelerará el proceso de baja de la inflación y la salida del cepo, que se hará cuando tenga la macroeconomía en orden -a lo que, de vuelta, no le puso fecha-. Una especia de “plan aspiradora” que promete, una vez más, “secar” la plaza de pesos para así obtener posibles efectos sobre el valor del dólar y los precios.
El blue estaba a $1.180 el 10 de diciembre, cuando Javier Milei asumió la presidencia. Y desde principios de año hasta mediados de mayo se movió en un rango de entre $1.000 y $1.050. De hecho, el 11 de abril cotizaba a $1.000 y el 13 de mayo cerró en $1.045. Recién el 17 de mayo marcó $1.070, y ahí comenzó la escalada que terminó el viernes pasado con el paralelo a $1.500.
Pero uno de los interrogantes que se hacen los consumidores es si esta escalada se reflejará en una nueva suba de los precios de productos de consumo masivo.
“Si nos guiamos por las expectativas que había en noviembre y diciembre del año pasado, muchos comerciantes remarcaron en ese momento a un dólar de $1.800 y $2.000. Por eso los precios en algunos rubros no se movieron tanto ya que, por un lado, esos comerciantes están cubiertos ante este dólar y, además, la recesión hace que no haya mucho margen para retocar valores hacia arriba”, explicó un empresario platense con más de 40 años de experiencia en el mercado local.
Son muchos los economistas y hombres y mujeres de negocios que remarcan la influencia en los pequeños ahorristas del cobro del aguinaldo en la suba del “blue”, pero no como única razón en una economía que parece vivir haciendo equilibrio en una soga a 25 metros de altura y sin red para intentar contener los múltiples escollos financieros, monetarios y políticos a los que se enfrenta a diario.
Por eso el mercado cambiario es solo un reflejo de la inestabilidad, o de la débil y transitoria estabilidad lograda en base a superávit, ajuste, recesión y alta inflación, en un proceso que no se inició el 10 de diciembre de 2023, sino que lleva muchos años de desajustes feroces en la macro y la micro. Y por eso el ministro de Economía, Luis Caputo, se encarga de enviar señales a diario para descartar una devaluación abrupta.
Mientras tanto, las administraciones provinciales, como la de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires, también hacen equilibrio ante una demanda creciente de recomposición salarial de los trabajadores estatales y arcas mucho menos provistas que en épocas en las que gobernaban Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
Todos estos componentes impactan en mayor o menor medida en un mercado cambiario que entró en tensión desde la segunda quincena de mayo.
Según revela un estudio de la consultora Ecolatina, hacia adelante el panorama en el mercado cambiario luce poco alentador y, por consiguiente, se haría más desafiante la acumulación de reservas por parte del Banco Central. Por un lado, el pago de importaciones seguirá creciendo por el propio diseño del esquema. Por otro lado, una vez superada la temporada alta de la liquidación de dólares, se abre el interrogante en torno a qué tan sostenible es el esquema actual sin el agro aportando “verdes” para recomponer reservas y contener la brecha. La reducción sistemática de tasas de interés descartó la opción de acelerar el ritmo del “crawling peg” del 2% y, a su vez, generó más atractivos para financiarse en pesos y postergar la liquidación. Simultáneamente, el propio dólar blend afecta a la cantidad de divisas que podría adquirir la autoridad monetaria e introducir modificaciones conlleva riesgos que no aseguran un flujo mayor de divisas.
La segunda semana de julio estuvo signada por la persistencia de las rispideces cambiarias y las novedades en cuanto al manejo de la liquidez excedente en pesos. En el plano monetario-financiero, las autoridades económicas comenzaron a dar algunas definiciones en torno a la instrumentación de la eliminación de los pasivos remunerados del BCRA.
El ministro Caputo remarcó las explicaciones que había dado el presidente Milei, y él mismo en un posteo en X, acerca de la nueva etapa del programa económico, en la que el gobierno va a la “emisión cero” y el congelamiento de la Base Monetaria, para hacer que el peso sea “recontra-escaso” (Milei dixit), se acelere la “desinflación” y la economía se acerque al levantamiento del cepo.
Milei había fundamentado esta decisión debido a la “anomalía” observada por el Gobierno de que los dólares financieros seguían aumentando al mismo tiempo que el Banco Central sigue comprando dólares.
“Todos los dólares van a volver a bajar. Con las medidas que estamos tomando, el mercado de pesos tenderá a equilibrarse. La gente tendrá que demandar más pesos”, dijo Caputo.
Para la economista de Analytica Rosario Vidaurreta, de acuerdo al relevamiento que realizó la consultora en junio, “no se observó un traslado significativo a precios”. En ese sentido, agregó Vidaurreta que “si el Gobierno logra calmar las expectativas de devaluación que se despertaron estos días, probablemente el traslado siga siendo bajo”.
“La recesión es una de las principales explicaciones”, señaló la economista sobre el traslado del aumento de la brecha cambiaria de los tipos de cambio a los precios. “La gradual normalización en el pago de importaciones hace que los dólares alternativos no tengan la misma importancia en la formación de precios que tuvieron durante el año pasado”, completó el analista de Invecq, Manuel Cerdan.
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