Una de las novedades que produjo el triunfo de Javier Milei es que logró la adhesión de la mayoría de la ciudadanía a pesar de que se pasó la campaña avisando que su plan de gobierno sería, sobre todo, de ajuste. Y lo hizo en un país donde la mayoría de la gente está mal en términos sociales y económicos. No prometió rosas. Después del balotaje, el presidente electo viene reiterando sistemáticamente que se avecinan meses duros, de carencias, de aumentos, recetas inevitables según su análisis para “resetear” una economía destrozada que le deja el peronismo.
Milei va a necesitar que el electorado le tenga paciencia. “No hay plata”, es la frase que se escucha como un mantra en el mileismo. El nuevo mandatario habla de entre 18 y 24 meses para ver los primeros resultados de la reversión de uno de los grandes problemas de la economía argentina: la inflación. En el medio habrá incluso un aumento de ese índice que erosiona el poder adquisitivo del salario, avisa. Su palabra fetiche ahora es “estanflación”, que significa la combinación de crecimiento económico nulo y la suba de precios.
Lo que será la oposición dura utilizará este concepto como arma discursiva contra el presidente que jurará el 10 de diciembre. La todavía vicepresidenta Cristina Kirchner lo adelantó en un videito que subió a tik-tok, grabado poco antes de la Asamblea Legislativa que consagró a Milei como nuevo jefe de Estado. “La estanflación es catástrofe social”, diagnosticó la Vice con tono enojado. Hay que anotar ese concepto que remite a gran destrucción, acaso el nuevo “tierra arrasada”.
El mundo político coincide en que Milei no debe calcular su capital político en base al 55% de votos que obtuvo en el balotaje sino pensar en aquel 30% que cosechó en la primera vuelta como algo bien propio y en el 25% restante como algo “prestado”. La fidelidad y paciencia de ese último grupo probablemente no sea tan férrea y disciplinada como el núcleo duro que, de la nada, lo convirtió en un fenómeno electoral.
Convencer a la población
Por eso, si realmente va a tomar medidas de shock para tratar de arreglar los desequilibrios macro económicos que recibe (déficit fiscal gigante, inflación, productos sin precios, falta de dólares, etc.) será vital su capacidad para convencer a la población, sobre todo la que viene golpeada hace años, de la necesidad de pagar los costos inevitables en pos de un supuesto futuro mejor.
El politólogo Lucas Romero remite a un concepto del filósofo Friedrich Nietzsche para graficar esa tarea. El alemán dijo, palabras más, palabras menos: “Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo”.
“La idea es plantear un objetivo ulterior, un final del camino, que ayude a sobrellevar el mientras tanto. Milei va a tener que construir ese porqué”, explica Romero. Por eso el presidente electo, el primer economista en llegar a ese sillón, deberá calibrar muy bien el tenor de las medidas iniciales que marcarán su primer rumbo, signadas por el respaldo de ese capital político conseguido en su victoria contra Sergio Massa. Que, como se dijo, no fue un cheque en blanco. Su gran motor, explican en La Libertad Avanza, es que evidentemente la mayoría se expidió por un cambio respecto a lo que había.
La duda que anida en buena parte de los eventuales aliados de Milei para llevar adelante el programa de reformas -el PRO, el peronismo no kirchnerista, algún sector radical- es si, puesto a liderar el país, el hombre tendrá las cualidades políticas necesarias para la conducción del barco en medio de la tormenta. Que incluyen la capacidad de explicar rápidamente y en forma didáctica la economía que hereda, flexibilidad para negociar con actores de peso (el Congreso, gobernadores) y talante para resistir una segura oposición autodefinida como progresista o de izquierdas.
¿Giró el país realmente a la derecha o su triunfo fue sólo una expresión de enojo coyuntural de una parte grande del electorado? ¿Y si una porción significativa de la gente que lo votó se cansa antes de esos 18 a 24 meses que promete Milei como punto de partida del despegue en serio? En este sentido, como todo presidente el libertario afrontará un tema que suele desvirtuar razonamientos económicos: cuando se quiera acordar, tendrá la elección de medio término encima. De hecho ese año y medio autoimpuesto, esa marca en el calendario, lo enfrentará a la necesidad de hacer campaña.
Elección crucial
Y para Milei, que asume con acotado capital propio, la elección legislativa de 2025 será crucial porque deberá procurar fortalecerse políticamente. Léase, conseguir más diputados y senadores propios, intentar una expansión territorial de su novel fuerza identificada con el color violeta. Y que esa eventual expansión se lea como propia o, en todo caso, como el fruto de una alianza político-electoral que él lidere. Porque el poder, se sabe, no se comparte.
Eso abre interrogantes respecto a si realmente aplicará a fondo la célebre motosierra después del 10 de diciembre o si apuntará en principio a lo esencial, lo indispensable, lo que sepa con seguridad que tendrá respaldo político inmediato de una mayoría legislativa que deberá construir en base a consensos muy trabajados. Para esto último será muy importante observar cómo evoluciona la relación de Milei y Mauricio Macri -para bien o para mal, la figura política más preponderante de los últimos años junto con Cristina- y qué tan dispuesto está a negociar, entendido como un toma y daca, con los gobernadores de Juntos y del Peronismo.
Juramento y, luego, mensaje a los argentinos
Mientras continúan las reuniones técnicas de transición en diversos organismos, secretarías y ministerios, el gobierno saliente de Alberto Fernández y el entrante de Javier Milei ultiman los detalles sobre la ceremonia de traspaso que se realizará el próximo domingo 10, en el que se destaca como novedad la idea del Presidente electo de dirigir un mensaje de cara a la sociedad en las inmediaciones del Congreso. "Javier Milei le hablará a la Asamblea Legislativa y al pueblo argentino, seguramente haga una evaluación de lo que deja el gobierno saliente", dijo el designado ministro del Interior, Guillermo Francos.
Jorge Faurie, excanciller de Mauricio Macri y designado por Milei para organizar la jornada del domingo 10, tuvo esta semana reuniones en el hotel Libertador y en la Casa Rosada para ultimar los detalles de lo que será la ceremonia de traspaso que tendrá la impronta del nuevo mandatario.
"(La jura) va a ser en el Congreso, pero inmediatamente luego de eso el presidente dará un mensaje, que será una oración muy breve para los parlamentarios que están allí reunidos en la Asamblea. Luego sale y hace un mensaje a la Nación delante del público", precisó Faurie en la puerta del hotel donde se aloja Milei y se convirtió en el epicentro de sus reuniones.
Fuentes de La Libertad Avanza explicaron que por estos días las reuniones se centran en terminar de definir el plan económico y el paquete de los proyectos de ley ómnibus que Milei enviará al Congreso apenas asuma para que sean tratados en sesiones extraordinarias durante el verano y que, por el momento, el contenido de los discursos que pronunciará el domingo 10 aun no comenzaron a ser trabajados en profundidad.
Después del Congreso, el nuevo jefe de Estado tendrá una agenda que incluirá el saludo a las delegaciones extranjeras y la jura de ministros, que probablemente se realicen en la Casa Rosada, más tarde una celebración religiosa en la Catedral Metropolitana y por último una función de gala en el Teatro Colón.
Paralelamente, y aunque aún resta la confirmación de ministros y funcionarios por parte del nuevo gobierno, en los diversos organismos se vienen realizando reuniones de transición.
En algunos casos, como el de la Secretaría Legal y Técnica -que no tiene titular designado- se espera una continuidad del trabajo de los equipos técnicos más allá del 10 de diciembre.
Mientras tanto, muchos funcionarios ya presentaron sus renuncias, que se harán efectivas el 10 de diciembre. Entre ellas se destaca la de la titular de la Anses, Fernanda Raverta, y la secretaria de Asuntos Estratégicos, Mercedes Marcó del Pont, al igual que el presidente de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar), Martín Sabbatella, que fueron publicadas hoy en el Boletín Oficial.
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