"Nunca des por muerto a Massa", el grito de guerra en el búnker
El triunfo del ministro de Economía demostró el poderío intacto del aparato peronista.
Sergio Massa se convirtió ayer en el gran ganador de una sorprendente elección, que demostró el poderío intacto del aparato peronista, y también que poner plata en el bolsillo de la gente continúa siendo una fórmula ganadora.
El primer mensaje que envió a los banqueros fue: "No devaluaremos", lo cual hace esperar una apertura tranquila en los mercados para este lunes y, posiblemente, un enfriamiento en la cotización del dólar.
El "Plan Platita", por el cual el ministro de Economía fue denostado en distintos momentos de la campaña electoral, terminó siendo uno de los arietes claves para llegarle a los sectores más populares.
Las barriadas más postergadas del conurbano se inclinaron en forma masiva al kirchnerismo, como ocurrió en Quilmes, La Matanza, Lanús, Ituzaingó y Lomas de Zamora. Los números le devolvieron la razón a su decisión de mantenerse como ministro de Economía y como candidato, un rol que profundizará en las próximas semanas.
Queda menos de un mes para el balotaje, y la decisión de Massa es desde este lunes mismo acelerar a fondo para seguir alimentando el consumo, aún a costa de que se debiliten las cuentas públicas.
A fin de cuentas, Massa escuchó con atención el consejo que le dio Lula Da Silva, cuando dijo que dejara de hablar de ajuste y se olvidara del FMI porque lo principal era ganar las elecciones.
Brasil y Bolivia fueron dos de los países de la región que más apuntalaron la postulación de Massa, a diferencia de Paraguay, cuyo presidente dijo que "nunca le compraría un auto usado" al ministro de Economía argentino.
"La gente no come vidrio, y se dio cuenta de que podemos haber hecho mal algunas cosas, pero todos apostamos por una Argentina, la producción y el trabajo, donde nadie se quede afuera", es uno de los conceptos sobre los que machacará el candidato ganador de estas elecciones.
A partir hoy, Massa empezará a tejer la estrategia para acercar, antes que nada, los votos de Juan Schiaretti y Florencio Randazzo, que rondaron el 7 por ciento. Es temprano para hacer cuentas, pero el tigrense considera que, con parte de esos votos más lo que aportarían los radicales que ya están más afuera que adentro y la izquierda siempre propensa a terminar votando con el kirchnerismo, el sueño de la presidencia puede estar más cerca de lo que se pensaba hace pocas horas.