Resultado de las PASO: la crisis interpelan a Unión por la Patria y a Juntos por el Cambio
El incremento del ausentismo expuso el malestar de la ciudadanía. La economía conspira contra un oficialismo en pleno debate interno. En JxC admiten que las divisiones siguen siendo un problema que conspira contra el espacio.
El sorpresivo reacomodamiento del tablero electoral que decantó las primarias, con un Javier Milei que sacó una cabeza de ventaja a los representantes de las dos grandes coaliciones, Patricia Bullrich y Sergio Massa, puso blanco sobre negro sobre la emergencia que atraviesa la Argentina: el candidato libertario logró canalizar la falta de esperanzas y el generalizado rechazo especialmente de los jóvenes.
El economista no sólo ganó las primarias del último domingo en 16 provincias sino en barriadas pobres de los distintos conurbanos que pueblan el país.
Es este escenario el que interpela al oficialismo, pero también al mayor armado opositor: cómo reconquistar a parte de esos votantes, a los millones que directamente se ausentaron de los comicios u optaron por otras alianzas electorales. “Hay que empatizar con las quejas que oímos en los súper o en los hospitales. Y entender que los jóvenes que lo votaron hace 10 años viven mal y por eso no encuentran incentivos para proyectar un buen futuro”, analizó, con autocrítica, una funcionaria kirchnerista.
El cimbronazo inflacionario que produjo la devaluación postelectoral y la atenuada corrida cambiaria arrojarán fuego a la inflación de agosto y septiembre; esta última se conocerá a pocos días de las elecciones generales. Pero el problema pega de lleno en un votante peronista que nuevamente le dio la espalda al oficialismo.
Respuesta política
Si la economía no ayuda, el oficialismo busca dar una respuesta política que le permita atraer votantes de Horacio Rodríguez Larreta y del peronista cordobés Juan Schiaretti, con propuestas “de centro” que se complementen con la explícita polarización con Milei, aquella que plantea que en los comicios se juega “Massa o la locura”. Esa estrategia apuesta a invisibilizar a Juntos por el Cambio al considerar que podría quedar relegado en una disputa del voto de los disconformes.
Pero, en verdad, el oficialismo aún se encuentra asimilando el impacto de la derrota electoral, con pases de factura dirigidos desde el búnker de campaña de UP hacia gobernadores e intendentes que el pasado domingo no “pusieron todo lo que había que poner”, en los mismos términos futbolísticos con el que se plantea con cierto optimismo “el segundo tiempo” del 22 de octubre con el que buscará ingresar al balotaje. Pero como ocurre con la gestión de gobierno, no hay una conducción centralizada que dé certidumbre, por ejemplo, sobre cuál será el rol de Cristina Kirchner en la etapa proselitista que viene.
Hay dirigentes del oficialismo que reclaman que los candidatos de UP cimenten un discurso “más ideologizado” sobre el proyecto de país que proponen y, para eso, consideran fundamental la presencia de la Vice en el territorio en las próximas semanas. El kirchnerismo apuesta a retener la Provincia y, en paralelo, garantizarse un buen número de diputados que en 2024 le permitan rearmarse ante un eventual cisma del peronismo.
Diferentes roles
Lo más probable es que en la campaña que se avecina, una vez concluida una renegociación con el FMI del ministro-candidato con la que busca darle aire a las arcas del Banco Central, exponga a las principales figuras de la coalición oficialista en diferentes roles. A Massa intentando seducir al electorado “moderado” y a la Vice bajando a cuentagotas a su bastión: la populosa tercera sección electoral bonaerense. Hay coincidencia en que la “campaña del miedo” contra la vuelta de la “derecha” resulta insuficiente habida cuenta la compleja situación económica-social que dejará esta administración al final de su mandato.
No hay certezas, en cambio, en si Milei podrá retener el caudal electoral cosechado en las primarias. Si queda claro que en esta etapa apuesta a arrebatarle adhesiones a Bullrich apostando al “voto útil” de este sector por considerarse el favorito para “terminar” con el kirchnerismo en las urnas. “Inconsistencias”
En el campamento de JxC apuestan a exhibir “inconsistencias” del candidato libertario que, concluyen, podrían restarle apoyos con el devenir de la campaña. También consideran que podrían sacarle provecho a los dos debates presidenciales previstos por la ley, el 1º de octubre en la Universidad Nacional de Santiago del Estero y el 8 del mismo mes en la Facultad de Derecho de la UBA, instancias en las que consideran podrían exhibir las “flaquezas” del líder de La Libertad Avanza.
Empero, la primera misión que tiene Bullrich es fidelizar el 28% que consiguió la coalición opositora en las primarias, especialmente lo colectado por Larreta. En las próximas semanas serán necesarios gestos hacia el voto “radical” y hacia el electorado “moderado” que confiaba en lograr consensos para las lograr reformas “duraderas” que necesita el país para poder desarrollarse. Sin embargo, la candidata del PRO deberá realizar un fino equilibrio para no “desperfilarse” y facilitar la migración hacia las huestes de Milei del votante que en la interna la eligió como la mejor representante de la “fuerza del cambio”.
Justamente ese leit motiv se emparenta con el “cambio” que pregona Macri desde sus tiempos en Casa Rosada y con el que insiste en cada aparición pública, en las que también reconoce su buen vínculo con el ganador de las PASO. Esa relación, con todo, genera suspicacias en el armado opositor.
Ayer Elisa Carrió decidió “bajar” su candidatura al Parlasur por cuestiones de salud pero también para hacer notar sus diferencias con el fundador del PRO.
Es que el mayor desafío de la coalición opositora será garantizar la unidad del espacio como forma de mostrarlo competitivo en las elecciones del 22 de octubre en las que intentará garantizarse un lugar en el balotaje, el escenario del que hoy toda la clase dirigente descuenta saldrá el próximo presidente de la Argentina.