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LA MESA DE LOS ARGENTINOS

De cada 10 pesos que se pagan en alimentos, más de 4 se los llevan los impuestos

Los productos que tienen menor carga tributaria arrancan en el 27%, como cereales, verduras y carnes. Los impuestos van subiendo hasta llegar casi a un 42% del precio en el pescado. Cuáles gravámenes afectan más.

Los impuestos en nuestro país desempeñan un papel crucial en la economía y, en particular, en la compra de alimentos. A medida que los consumidores buscan satisfacer sus necesidades básicas, resulta relevante comprender los impuestos que se aplican y su impacto en los precios de los alimentos. 

Al examinar los principales impuestos que se pagan al adquirir alimentos en nuestro país, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) es el más significativo que se aplica. En la mayoría de los casos, los alimentos están gravados con una tasa general del 21%. Sin embargo, es importante destacar que algunos alimentos básicos, como frutas, verduras, pan y leche, gozan de una tasa reducida del 10,5% o están exentos de IVA. 

Además del IVA, existen otros tributos que pueden afectar el precio final de los alimentos. Los impuestos internos son un ejemplo. Estos gravámenes se aplican a productos específicos, considerados no básicos o de lujo, y soportan una carga tributaria adicional. Los impuestos internos buscan desincentivar el consumo de estos productos y generar ingresos para el Estado. 

Pero yendo a los números duros, los productos que tienen menor carga tributaria arrancan en el 27%, como cereales, verduras, carnes. Los impuestos van subiendo hasta llegar casi a un 42% del precio, en productos como el pescado. 

Para llegar a esa cifra el cálculo no sólo se basa en los impuestos al consumo, sino que para obtener una verdadera dimensión también se tuvieron en cuenta los gravámenes que recaen en toda la cadena y tienen que ver con el costo, como por ejemplo Ganancias, que no es un gravamen de consumo, pero de alguna manera se vuelca en el precio e impacta en el consumidor final. 

Un informe reciente de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA); que analiza la formación de precios de la carne, el pan y la leche; reveló que 1 de cada 4 pesos son impuestos. Es decir, que los gravámenes representan al menos un cuarto del precio final que pagan los consumidores. 

En la carne de vaca el 28% del precio final son los impuestos de la cadena. En el pan francés la carga tributaria llega al 23%. El sachet de leche entera tiene una mochila impositiva del 26% en lo que pagan los consumidores. 

Otro producto de gran consumo en el país y que paga una alta carga impositiva es la yerba. Desde la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) explicaron que la cifra que tributa este producto icónico de los argentinos es del 39,3%. 

Cuando se analizan los tributos que paga la cadena el 75,2% son nacionales, el 19,3% provinciales y el 5,5% municipales. Al compararlo con febrero 2021, la participación de los impuestos se mantiene prácticamente igual, pero con un leve aumento del 0,5% en los municipales. 

El top 3 de impuestos que mayor incidencia tienen en la formación de precios lo encabeza el impuesto sobre el Valor Añadido o IVA, un tributo indirecto que grava el consumo final de productos y servicios producidos tanto en el territorio nacional como en el exterior. En el caso de los alimentos, el impacto depende del tipo de producto que se trate, pero siempre se lleva el primer lugar. 

En segundo lugar los aportes y contribuciones en materia de Seguridad Social, esto es los tributos que se pagan en remuneraciones sobre la nómina salarial. 

Tercero está el Impuesto sobre los Ingresos Brutos o a las Ganancias, dependiendo del tipo de producto. El primero es un gravamen que corresponde a las actividades económicas autónomas y está regulado por cada provincia. El segundo es un tributo que se paga en función de los ingresos que la persona o empresa tuvo en el curso del  año. 

Después hay otros impuestos como a débitos y créditos, o tasas municipales que tienen un efecto importante; pero menos que los anteriormente mencionados. 

El peso de los impuestos en el precio final de las bebidas, ya sea con o sin alcohol, es mayor al de los alimentos, siendo el tope de estos últimos el piso de la participación de los mismos. Es decir, la menor carga tributaria se da en aguas minerales o saborizadas, jarabes para refrescos o bebidas no alcohólicas elaboradas con jugos de frutas con 39,76%, mientras que las gaseosas, tienen un componente tributario del 43,5% en el precio final, según revela un trabajo realizado por el docente investigador de la Fundación UADE, Gustavo Carreño y el abogado y contador Gonzalo García Donadío. 

En cuanto a los alimentos que soportan la mayor carga tributaria, es evidente que los productos considerados no básicos, como bebidas alcohólicas, suelen estar sujetos tanto al IVA como a impuestos internos adicionales. Estos impuestos pueden aumentar significativamente el precio final de estos productos. Por otro lado, los alimentos básicos, como los mencionados anteriormente, gozan de una carga tributaria menor o están exentos de IVA, al menos temporalmente. Cada provincia tiene autonomía para establecer sus propios impuestos. Esto puede dar lugar a variaciones en la carga tributaria en cada una de ellas.

Crece la brecha entre lo que reciben los productores y los consumidores

Los precios de los alimentos experimentaron un incremento significativo en mayo, llegando a multiplicarse su valor desde el campo hasta la góndola. Según el Índice de Precios en Origen y Destino 

(IPOD) elaborado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), el consumidor pagó $3,5 por cada $1 que recibió el productor. En promedio, la participación del productor en el precio final de venta fue del 24,3%. El sector frutihortícola presentó una diferencia aún mayor, con los precios multiplicados por 5,2 veces. 

El limón (14,8 veces), la naranja (8,5), la zanahoria (6,8), la cebolla (6,6) y el zapallito (6,5) fueron los cinco productos que presentaron mayor diferencia entre los precios de origen y destino. 

El limón se destacó como el alimento con la mayor recha entre el productor y el consumidor: registró un aumento del 6,1% en su precio en origen y una disminución del 10% en destino. Aunque la diferencia se redujo de 16,9 veces el mes pasado a 14,8, sigue siendo el producto con la disparidad más significativa. 

Los cítricos dulces, en particular la naranja, experimentaron una disminución en los precios tanto en origen como en destino. El descenso en el precio en origen, atribuido principalmente al exceso de oferta durante el inicio de la temporada en la región de la Mesopotamia, fue del 15,1%, mientras que en góndola fue del 29%. 

En cuanto a la zanahoria, se observó un aumento mensual del 5,8% en el precio para el productor y del 8% para el consumidor. En el caso de la cebolla, los precios aumentaron un 125,8% en origen, pero experimentaron una disminución del 1% en destino.