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La jugada que asoma desde el Congreso y que pone a la oposición de cara a lo inevitable
PANORAMA BONAERENSE

La jugada que asoma desde el Congreso y que pone a la oposición de cara a lo inevitable

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La resistencia que está dispuesta a ejercer la oposición bonaerense parece encontrar su límite en la certeza de que, tarde o temprano, deberá aceptar lo inevitable. La eventual suspensión de las elecciones Primarias del año que viene que podría avanzar en el Congreso caerá con efecto cascada sobre la Provincia. Y pese a la primera reacción de Juntos por el Cambio de buscar abroquelarse para que esa misma ley no se vote en el principal distrito del país, alumbra por estas horas la sensación de que ese proyecto que debería enviar Axel Kicillof, terminará encontrando el apoyo suficiente en la Legislatura.

“Van a avanzar en Nación y después en la Provincia. Con la suspensión de las Paso nos ponen en crisis y encima es una jugada por la que el Gobierno no va a pagar ningún costo político porque la gente no entiende para qué son las Paso y encima pueden usar el argumento de buscar dar un mensaje de austeridad reduciendo el gasto que demanda organizarlas”. Un encumbrado radical bonaerense hacía esa lectura del teatro de operaciones que parece configurarse.

Aquél doble incentivo que tiene el Frente de Todos para ensayar la arremetida tiene que ver con que el oficialismo no necesita las Primarias para ordenarse. Cristina Kirchner tiene la centralidad y el poder suficiente como para tomar decisiones. En contraposición, Juntos por el Cambio las requiere como el agua para arreglar sus internas desatadas que acaso el consenso no consiga encausar, al punto de quedar latente la posibilidad de una ruptura de la coalición opositora.

El otro factor tiene que ver con la percepción ciudadana. Dirigentes opositores han visto diversos focus group que dan cuenta de que una amplia mayoría de la gente, agobiada por una crisis económica y social que no le da tregua, prefería no tener que ir a votar en agosto en la previa a las elecciones generales de octubre. “Encima en noviembre habrá ballotage”, razonaban.

El Frente de Todos no tiene mayoría para votar una ley de esas características en la Provincia. Pero si alumbra una ley nacional, habrá una presión fuerte para que se imite esa decisión en territorio bonaerense. “¿Hasta cuándo se podrá resistir sin dar quórum en el Senado?”, era la pregunta que sobrevolaba en las últimas horas tanto en la UCR como en el PRO. Hay quienes ya sacaron cuentas: al oficialismo le falta un voto en la Cámara alta y tres en Diputados. Está ahí nomás.

“Hoy Juntos por el Cambio es un Gran Hermano: nadie quiere salirse. Pero patrullas perdidas hay en todos lados”, decía en las últimas horas un legislador opositor sobre eventuales deserciones a la hora de votar. ¿Un quiebre? Eso es lo que se especula.

Si a nivel nacional la principal coalición opositora necesita aferrarse a las Paso, en la Provincia el escenario se asemeja bastante. La pelea por la Gobernación en el PRO ya es despiadada. Diego Santilli, empujado por Horacio Rodríguez Larreta, y Cristian Ritondo, con el apoyo de Mauricio Macri, están embarcados en una disputa a cielo abierto en la que abundan idas y vueltas, traiciones y reacciones de despechados.

En la última semana Larreta convocó a una reunión de sus referentes del Conurbano a la que asistió Santilli. El día anterior, Ritondo había advertido a su tropa que no toleraría que ningún dirigente que lo acompaña fuera a esa cita larretista. Media docena de ellos lo desobedecieron: al día siguiente, fueron eliminados del chat que el exministro de Seguridad bonaerense comparte con los suyos.

Esa reacción sirve como muestra del nivel de tensión que existe en el PRO, agigantado por la omnipresencia de Mauricio Macri. El ex presidente hace gestos y acerca algunos dirigentes al campamento de Patricia Bullrich, pero al mismo tiempo se muestra y se mueve como candidato a presidente Macri teje y desteje en territorio bonaerense acumula tropa propia por si acaso se decide a jugar el segundo tiempo y, de paso, le pone un límite al crecimiento de Larreta y Bullrich, que ya están lanzados.

El radicalismo asiste a esa disputa de sus socios en medio de especulaciones inevitables alimentadas desde el corazón del propio partido. Existe una situación concreta que azuza ese fuego: el hecho de que, al revés del PRO, no tenga con candidato a gobernador instalado.

Ese dato da rienda, además, a expresiones de deseo que de a poco y en reserva, van soltando algunos referentes territoriales: la posibilidad de que acaso en la Provincia haya fórmulas integradas con el PRO. Más aún si, como lo señala la sospecha extendida, no habría finalmente Paso en la Provincia.

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