Bioceres SA, la empresa argentina fundada en Rosario en 2001 como iniciativa de productores agropecuarios y vinculada al grupo Bioceres Crop Solutions (BIOX), cayó en un default al no poder afrontar el pago de pagarés bursátiles por US$5,31 millones con vencimiento en junio.
Bioceres se enfocó en el desarrollo de tecnología agrícola de vanguardia y se hizo fuerte en biotecnología a partir de su mayor hito: la creación del trigo HB4, el primer trigo transgénico tolerante a la sequía aprobado en el mundo, y la soja HB4, desarrollada junto a la científica Raquel Chan.
En 2019, su brazo internacional Bioceres Crop Solutions (BIOX) comenzó a cotizar en NASDAQ, la posicionó como una de las pocas empresas biotecnológicas argentinas con presencia global.
Pero la deuda total de Bioceres SA asciende a aproximadamente US$ 30 millones, con vencimientos escalonados hasta julio de 2026, según datos de la Caja de Valores y la Central de Deudores (Cendeu‑MAV).
La situación financiera de Bioceres SA se agrava al enfrentar vencimientos adicionales por US$7,5 millones este mes, registrados en el Mercado Argentino de Valores. Sin embargo, según un informe de Bloomberg en Línea, la empresa no presenta cheques rechazados ni una situación de riesgo en el Banco Central (BCRA), ni tampoco facturas de crédito electrónica (FCE) en circulación.
Voceros de BIOX enfatizaron que este incumplimiento no impacta directamente a la compañía que cotiza en el Nasdaq, al argumentar que Bioceres SA y Bioceres Crop Solutions operan bajo estructuras societarias independientes. La empresa se abstuvo de realizar comentarios adicionales sobre el *default* de Bioceres SA.
Si bien Bioceres Crop Solutions (BIOX) busca consolidar su posición global y su enfoque en el mercado de capitales, el default de Bioceres SA generó interrogantes sobre la solidez financiera de sus operaciones en Argentina y las posibles repercusiones para sus acreedores locales.
El default de Bioceres SA encendió alarmas en la agroindustria argentina, históricamente uno de los pilares económicos del país. Es que no es el primer caso en los últimos meses. Con esta ya suman cuatro las empresas emblemáticas del sector que han protagonizado episodios de default o cesación de pagos que exponen las tensiones estructurales y coyunturales que afectan al campo. Las otras tres son Los Grobo, Surcos y Agrofina.
Otro golpe lo dio Los Grobo, uno de los grupos agroindustriales más importantes del país, con presencia en producción, acopio y servicios. La firma entró en cesación de pagos por una deuda estimada en 30 millones de dólares. Aunque aún no solicitó concurso preventivo, enfrenta serias dificultades para cumplir con compromisos financieros y operativos. La situación genera preocupación en el mercado, dado su peso en la logística y comercialización de granos.
En paralelo, Agrofina, empresa nacional especializada en agroquímicos, solicitó su ingreso en concurso preventivo de acreedores. Con una deuda cercana a los 10 millones de dólares, la firma busca reestructurar pasivos en un contexto de caída de ventas, encarecimiento de insumos importados y restricciones de acceso al crédito. Su situación refleja el deterioro del mercado de fitosanitarios, clave para la producción extensiva.
El cuarto caso es el de Surcos, también dedicada a la protección vegetal, que enfrenta una crisis aún más severa. Con una deuda que supera los 100 millones de dólares, Surcos fue embargada judicialmente y paralizó buena parte de su actividad. Su caída impacta directamente en la provisión de agroquímicos, un insumo esencial para la campaña agrícola.
Los analistas del sector explican que estos cuatro casos no son hechos aislados. Responden a una combinación de factores que configuran una tormenta perfecta para el agro: atraso cambiario, presión impositiva, caída de precios internacionales, encarecimiento del crédito, y un contexto climático adverso marcado por sequías, plagas y estrés térmico. A esto se suma una cadena de pagos cada vez más frágil, con productores endeudados, cheques rechazados y falta de liquidez.
El impacto de esta crisis ya se siente en la planificación de la próxima campaña. Muchas empresas proveedoras de insumos han endurecido sus condiciones de venta, y los productores enfrentan mayores dificultades para financiarse. Mientras tanto, el Estado aún no ha desplegado un plan de alivio fiscal o financiero que permita contener el deterioro.
En un país donde el agro representa más del 60% de las exportaciones, la sucesión de defaults en empresas clave no solo pone en riesgo la estabilidad del sector, sino que anticipa un escenario de mayor fragilidad económica. La pregunta ya no es si habrá más casos, sino cuántos y con qué consecuencias.
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