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Spiroplasma en maíz: ¿Podemos manejarla? ¿Cómo seguimos?
COLUMNA DEL CAMPO

Spiroplasma en maíz: ¿Podemos manejarla? ¿Cómo seguimos?

El ingeniero agrónomo Martín Principiano analiza la problemática de la chicharrita transmisora de la enfermedad y plantea interrogantes hacia la futura campaña.

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Spiroplasma kunkelli es una bacteria que es transmitida al cultivo de maíz por medio de la chicharrita (Dalbulus maidis). En Argentina fue reportada por primera vez en 1993. Desde entonces la enfermedad se ha presentado en la zona norte del país (NEA y NOA).

En la presente campaña ha tenido una expansión lo que generó que deje de ser una complicación regional para pasar a ser un problema nacional. Diversos factores han contribuido a este aumento repentino del vector, entre los cuales se destacan la disminución de la frecuencia de heladas durante los últimos inviernos, el escalonamiento de las fechas de siembra, el aumento de la proporción de siembras tardías y el control deficiente de las plantas hospederas (plantas guachas).

Las pérdidas que se estiman a nivel nacional son muy importantes a tal punto que la Bolsa de Cereales bajó la estimación de producción de maíz en 4,4% en los últimos días siendo la enfermedad una de las causas principales de esta disminución.

Mientras tanto, en Pergamino y la región la enfermedad también se ha detectado pero con niveles bajos de incidencia por el momento.

El patógeno, una vez presente en la planta, produce síntomas característicos como enanismo, estrías cloróticas, acortamiento de entrenudos, múltiples espigas, enrojecimiento de márgenes en hojas adultas, entre otros, lo que lleva a pérdidas mayores al 70% en algunos casos, hasta situaciones de lotes con pérdida total.

La primera estrategia para intentar contener la expansión de la enfermedad es emplear híbridos que presenten un adecuado nivel de tolerancia a la enfermedad. No obstante, el desafío es entender qué híbridos son los de mejor comportamiento. Las empresas semilleras aún no tienen en claro el comportamiento excato de cada material. Se sabe que la mayor parte de los híbridos son susceptibles.

La segunda instancia son las prácticas culturales que se pueden llevar adelante para generar un ambiente menos favorable para la presencia del vector de la enfermedad.

Una práctica de suma importancia es el control de maíces guachos en los lotes durante los períodos de barbecho, ya que estos sirven de refugio y en ellos el patógeno y el vector se reproducen aumentando la población y la probabilidad transmitir la enfermedad. Otro es el caso del adelantamiento de la fecha de siembra, dado que en primavera la presión poblacional del insecto es menor que la registrada en el período estival.

La última instancia es el control químico ya sea a través de tratamiento químico de las semillas como control en post-emergencia. El problema es que esto es de muy baja eficacia si no se realiza a nivel regional. La reinfección puede ser muy raída (dos o tres
días).

En conclusión, la expansión de la chicharrita representa un desafío importante para la producción de maíz. La variabilidad tanto en la incidencia como en la severidad de la enfermedad en los planteos tardíos del cereal generan incertidumbre de cuál es la pérdida real en la producción de las zonas más afectadas.

A su vez, plantea un interrogante para la próxima campaña. ¿Disminuirá la superficie destinada a maíz? ¿Bajará la superficie de siembra de maíces tardíos y de segunda y aumentará la de siembra temprana? ¿Podremos manejar la adversidad?

Ing. Agr. (MSci) Martín A. Principiano. MP (CIAFBA): 1110, MN (CPIA): 18105

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