El método biotecnológico es una alternativa más para hacer frente al manejo de adversidades en cultivos. A través de la ingeniería genética es posible la introducción en el genoma de la planta, de genes provenientes de otras especies para otorgarles características específicas. Así, los cultivos obtenidos tras este proceso son comúnmente denominados “organismos genéticamente modificados” (OGM) o transgénicos.
Este es el método responsable de la mayoría de las características introducidas en los materiales disponibles actualmente. La mejora genética es una aliada clave en la lucha contra las plagas que afectan los cultivos, ya sean insectos, malezas o enfermedades.
La tolerancia a herbicidas es la capacidad que se otorga a los cultivos para que estos puedan soportar la aplicación de uno o más herbicidas sin mostrar daños fisiológicos ni disminución de rendimiento. Permiten aumentar las opciones de herbicidas, reemplazarlos por otros más beneficiosos o de menor impacto para el ambiente y/o sumar herramientas para el manejo de las resistencias.
En nuestro país, esta tecnología se introdujo en el año 1996 con la soja tolerante al glifosato. A la fecha se dispone de resistencia a diferentes herbicidas. En el caso de soja: glifosato, 2,4 D y glufosinato de amonio. En el caso de maíz: glifosato, 2,4 D, glufosinato de amonio y haloxyfop r metil.
Debe destacarse que también hay disponible tolerancia a herbicidas que no fueron obtenidos por ingeniería genética sino por mutagénesis donde se generan cambios en el ADN de la planta a través de su exposición a agentes físicos o químicos causantes de mutaciones para, luego, seleccionar el carácter deseado. Este es el caso de tolerancia a imidazolinonas (en sorgo, maíz, girasol y trigo) y tolerancia a sulfonilureas (soja).
Por otro lado, la resistencia a insectos les permite a los cultivos protegerse de ciertos insectos sin requerir aplicaciones de insecticidas químicos para controlarlas. Los primeros cultivos con resistencia a insectos llegaron al campo argentino en 1998 y fueron los maíces protegidos contra barrenador del tallo y los algodones protegidos contra las orugas capulleras. En el caso del maíz Bt, la resistencia se logra a través de la inserción de genes (provenientes en este caso de la bacteria Bacillus thuringiensis) responsables de elaborar sustancias tóxicas para la plaga, que muere tras alimentarse del cultivo.
Hoy es posible el control de distintos insectos plagas lepidópteros en soja y maíz a través de este método. Es responsabilidad de todos los actores involucrados (entidades públicas, semilleros, distribuidores, asesores, productores, etc.) realizar las acciones necesarias para lograr
que estas tecnologías perduren en el tiempo.
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