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La falta de agua se hace sentir en el campo y se espera otro año difícil
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La falta de agua se hace sentir en el campo y se espera otro año difícil

El 40% de la zona núcleo se encuentra bajo condición de sequía y el resto con escasez hídrica. Se espera una menor siembra de trigo y maíz, en un contexto económico y político incierto que impacta en la decisión de los productores. "Estamos en un límite, con una humedad justa y necesitando agua con urgencia", dijo el ingeniero agrónomo Diego Guerra.

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Otra vez la sequía vuelve a transformarse en un problema grave para el campo argentino. La zona núcleo está siendo azotada por la falta de agua y las tierras prosperas de Pergamino, Rojas, Colón y Salto, padecen la falta de precipitaciones desde hace tres meses.

La pampa húmeda es víctima del fenómeno meteorológico de “La Niña”, que determina bajas precipitaciones en la pampa húmeda, se ha extendido por tercer año consecutivo. En plena etapa de definiciones para la futura campaña de cultivos de verano, las proyecciones plantean un escenario de menor siembra en maíz, que se suma a la caída de hectáreas implantadas en trigo

A todo esto, los cereales mencionados enfrentan aumento de costos, problemas para acceder a insumos, como fertilizantes, e intervención del Gobierno en la comercialización. En ese contexto, hace un año, la siembra maicera subía un 15%; hoy, baja un 10%. Y hay ajustes de hasta el 30% en fertilización nitrogenada con el objetivo de salvar los costos de base, en vez de ir por el potencial.

En mayo se estimaba una caída en área de un 5%, pero a días de iniciar la siembra se esperan que se siembra un 10% menos, respecto al ciclo previo. En el ciclo pasado, las gramíneas no paraban de crecer y el aumento del maíz era del 15% en la región núcleo. Con un recorte de 180 mil hectáreas (has), se espera que se siembren 1,66 M has con maíz en la región núcleo de Argentina. 

Se privilegia salvar costos en vez de ir por el potencial de la región

La zona núcleo es la región de mayor potencial maicero: en la temporada 2018/19 se alcanzó un promedio de 111 qq/ha. En los últimos años el crecimiento no solo en área sino en tecnología se buscaba fertilizar cada año más, apuntando a rindes de 110 a 150 qq/ha. 

Pero en este caso, el clima ha jugado en contra, sobre todo en el último ciclo en una vasta área. Con una tercera Niña, que cada vez muestra mayores señales de ser moderada y no leve, lo que se quiere evitar es revivir el desastre del año pasado: rindes de 50 quintales y cuadros pastoreados cuando se había invertido para superar los 120 qq/ha. 

La falta de agua, el impacto de la última campaña de maíz y una difícil coyuntura política económica condicionan la tecnología que se va aplicar en esta campaña. Por eso, el objetivo es producir para cubrir los costos de base (costos de indiferencia), en vez de buscar el mayor potencial posible.

El primer ajuste está en la fertilización nitrogenada, con una disminución del 30%, el que aplicaba 320 kg de urea por hectárea, esta vez aplicará 200 o 250 kg. También se va a justar bajando la densidad de siembra, explican. Otro punto son los híbridos, este año se buscan que sean más estables frente a los de punta de máximo potencial.

La situación en Pergamino y la Región

En Pergamino, Colón, Rojas y Salto, también habría un fuerte pase de siembras tempranas a tardías en maíz y estiman una caída del 20% en la superficie del temprano. Según un informe de la Cámara de Comercio de Rosario, en lotes de alto potencial (130 a 150 qq/has), los productores apuntarán a 110 o 120 qq/ha. En lotes con potencial debajo de los 100 qq/ha pasaran a siembras de diciembre o bajaran la densidad. El año pasado la relación temprano/tardío zonal fue de 90/10. Hoy ya se habla de un 60/40 o 70/30”, señalan los técnicos.

El ingeniero agrónomo Diego Guerra, de la Cooperativa Agropecuaria Limitada de Carabelas, le dijo a Diario Núcleo que el efecto de “La Niña” no sorprendió que estaba prevista por los distintos pronósticos climáticos, pero lo que sí sorprendió al mundo del agro es que directamente no llueva (por lo general La Niña trae consigo menores precipitaciones).

Desde la década del 60 que no se registraba un mes de junio sin lluvias. “Nuestra última lluvia fue del 25 de mayo. Esto genera que muchas complicaciones”, reveló Guerra. En cuanto a la siembra de la fina, donde mayoritariamente los lotes se pudieron sembrar, pero con los trigos cortos o las arvejas la humedad no alcanzó. “En Córdoba y en otros lugares la situación aún es peor que aquí. De todos modos, los lotes que estaban previstos sembrar se hizo en un 94%”, anexó.

El integrante de la Cooperativa Agropecuaria Limitada de Carabelas explicó que los cultivos se vienen desarrollando con esta sequía, tratando de sobrevivir. “Ya se empieza a ver el efecto de la seca, y si no recibimos agua en los próximos días, sumado al aumento de la temperatura, la situación será más cruda, pudiendo repercutir en la pérdida del lote”, advirtió el ingeniero.

Más allá de la situación, desde el agro no pierden las esperanzas y esperan que la situación se pueda cambiar, siempre y cuando caiga, al menos, un poco de agua que le de respiro a los cultivos. “Seguimos dependiendo de la lluvia para completar el ciclo de los cultivos de invierno. Estamos en un límite, con una humedad justa y necesitando agua con urgencia. Los cultivos están por entrar en un período de floración, donde se requiere mayor cantidad de agua de reserva en el suelo”, aseveró Guerra.

En la franja central de zona núcleo los malos de trigo superan el 50%

Se profundiza cada vez más la brecha en la condición del cultivo entre las zonas que fueron privilegiadas por las lluvias de las primeras semanas de agosto y las zonas con lluvias ausentes durante 3meses. En las favorecidas bajaron los regulares 5 puntos, en la segunda, la sequía sube a un 8% los malos (+3% respecto a una semana atrás).

La zona extremadamente seca es el extremo sur de Santa Fe, extremo norte de Buenos Aires y este de Córdoba. En Colón, la zona que cumple 3 meses sin lluvias, cuentan que “los lotes regulares y malos están cada vez peor, mientras que los que venían “buenos” desde la implantación mantienen su condición. El agravante en la zona es que entre un 60 y un 70% de los cuadros ya están entrando en encañazón, por lo que la necesidad de lluvias próximas se torna cada vez más crítica.
 

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