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HISTORIAS DE VIDA

El pergaminense que unirá La Quiaca y Ushuaia corriendo

Se trata de Jesús Ledesma. Cómo surgió la idea y cuánto tiempo le tomará realizar el recorrido por la Ruta 40. También realizó una travesía por Sudamérica en bicicleta. Un ´mano a mano´ imperdible con Diarionucleo.com

“Tengo que buscar señal”, así comenzó el contacto con Jesús Ledesma, el pergaminense que unirá La Quiaca y Ushuaia corriendo

Comenzó su travesía el lunes y en una parada, en Cieneguillas (Jujuy), donde pudo obtener wifi de una escuela, se tomó un tiempo para dialogar con Diarionucleo.com

Ledesma, de 42 años, comenta que es mecánico de autos, que vivió un tiempo en España, y que tiene toda su familia en Pergamino. Hace un tiempo hizo otra travesía, pero fue en bicicleta por Sudamérica. Ahora, con un carro que preparó junto a su hermano, tiene el objetivo de unir estos dos extremos del país. Si bien recién comienza su viaje, ya proyecta nuevas aventuras y metas. 

Jesús, ¿cómo fue el comienzo de este viaje, que lleva apenas unos días?

JL: “Cuando arranqué llegué a Jujuy, me pegó el mal de altura, venía muy cansado de viajar y me costó un montón. La idea era salir el 1° de septiembre, pero no pude, entonces arranqué el 2. La ruta es impresionante, una locura, las subidas, todo. Arranqué muy bien, positivo, con fuerza, con energía, con muchas ganas”. 

¿Cómo diagramaste el corrido, en tiempo para correr y descansar? ¿Y cuánto tiempo crees que te llevará llegar a Ushuaia?

LJ: “La idea eran 6 o 7 meses, en principio, pero ahora voy mirando la realidad real y por ahí puede ser que se estire. Lo veré a mitad de camino como estoy. El tema de todo es cuidar el cuerpo, si le meto más kilómetros para llegar a la fecha estimada quizás tenga que exigirme mucho más, y quizás me lesione y va a ser peor, capaz que quede sin poder terminar, entonces tengo que ir regulando un poco. La idea es correr dos días y descansar uno. Si tengo que hacer días de 20 kilómetros, puedo hacer 3, 4 días seguidos que no va a haber problema, y descanso dos seguidos, todo depende de las condiciones del clima, de la topografía también, porque ahora al principio todo lo que me toca es montaña, a más de 3.000 y pico de metros, se hace mucho más exigente, ya no puedo correr tanto, tengo que subir caminando y también cuando bajas no lo puedo hacer corriendo porque el carro te impulsa y te lleva a bajar muy rápido. Todo va día a día, se va reprogramando los días de corrida y de descanso”. 

Debes tener un mapa en "la cabeza" para planificar tal o cual parada, para que no te agarre la noche en plena ruta... 

JL: “Siempre uno trata de sentirse seguro sobre dónde va a quedarse, dónde va a llegar. También elegí esta fecha de inicio porque después viene el verano, viene la época de lluvias en el norte, y son muy fuertes las lluvias en la zona de acá de Jujuy y Salta. Es imposible correr con esa lluvia o en los caminos. Hay toda una planificación previa, mirando mapas, leyendo partes de los pueblos y lo que hay a lo largo, por eso se hacía un itinerario de días de corrida y días de descanso. Hay pueblos que desaparecieron, que no están más, entonces a ese lugar ya no se llegaría, tendría que seguir hasta el otro punto para poder encontrar víveres, agua, refugio; si no es acampar a la intemperie, pasar la noche ahí y seguir al otro día. Anteriormente a esta travesía yo hice toda Sudamérica en bicicleta, estuve dos años y ocho meses viajando, eso me dio una experiencia de la planificación, de los días, de qué llevar, qué no llevar, qué está de más, si no tengo un lugar tiro la carpa y armó ahí. Mientras tenga agua todo bien, el problema es cuando te quedas sin agua”. 

¿Vos confeccionaste el carro?  ¿Cuánto pesa y cómo está provisto?  

JL: “Estaba viviendo en España, me fui a Pergamino y lo armamos con mi hernano, fue súper rápido.  Tenía una fecha de partida el 1 de septiembre, que era el cumpleaños de un amigo que falleció, quería salir en esa fecha. Tenía una semana, debía preparar cosas, pero cuando me quise acordar ya estaba sobre la fecha. Preparamos el carro, quedó bastante bien, liviano. No sé cuánto pesará exactamente, pero deber tener más de 30 kilos. En comida y agua nomás se te van 10..15 kilos, y después llevo un bolso con lo que es ropa de abrigo, ropa de verano, cosas para cocinar, la carpa, la bolsa de dormir, las cosas para acampar, todo va sumando”. 

Hiciste Sudamérica en bicicleta. ¿Qué te llevó a hacer la Ruta 40 corriendo? 

JL: “La travesía la tenía ya en mente. Me gusta la aventura, desde pibe. Mis viejos nos llevaban a pescar, teníamos contacto con la naturaleza. Unos amigos de la familia, unos parientes, viajaban mucho y contaban historias que escalaban montaña y recorrían el mundo, yo era chico y venía esas fotos, entonces decía ´quiero esa clase de vida, quiero eso´. Como, también, me gusta el deporte uní en ese viaje por Sudamérica en bicicleta; uní el deporte con la aventura. Y en el viaje por Sudamérica ya venía pensando: cuando termine esto qué hago. Quiero hacer un montón de cosas. Hacer la Ruta 40 era algo especial que quería hacer, quería conocer, entonces me lo propuse corriendo".  

Vos dijiste que vas a estar más de seis meses haciendo la travesía. ¿Cómo te solventás, hay sponsors? 

JL: “Es la parte más difícil (risas). En mi caso me pasó que hay mucha gente te ayuda, colabora, está pendiente de tu recorrido, te van invitando a lugares y se te va haciendo un poco más fácil. Hay una pastelería de unos amigos en España, que es donde yo estuve trabajando antes de venirme, ahi junté un poco de plata, ellos me van tirando una moneda mensualmente como para poder comer o tener algún gasto, que ayuda. Y también hice unas calcos, en colaboración a la gente que te va ayudando en el camino y les voy dando algo a cambio. Es un poco a la aventura, no hay una financiación que tenes una cuenta en el banco y vas de hotel en hotel y vas tranquilo. No, acá se acampa mucho en la calle, se hablan en los lugares, se pide ayuda en los bomberos, en la policía, en los municipios, en los pueblos. Ahora estoy en una hostería municipal, en Cieneguillas, donde me dieron una mano los chicos de la Secretaría de Cultura de La Quiaca, me hicieron una nota y se pusieron en contacto, así te van abriendo puertas”. 

Recién comenzas, pero ¿qué te dice la gente en el camino?

JL: “Hay de todo. Muchos pasan y no te dan ni la hora, o tienen otra reacción, tienen otra cultura. Acá en la hostería donde estoy pasa mucha gente y me dicen: pasan en bicicleta, en moto, en moto pequeñita, en moto más grande, en autos viejos, antiguos, nuevos, pero nunca corriendo. La gente reacciona bastante bien, súper amable en todos lados”. 

¿Cuánto hay de físico y cuánto hay de mental en este tipo de travesías? 

JL: “Es un poco de las dos cosas. En lo físico, yo creo que cualquier persona que se lo proponga, obviamente que al principio va a ser más difícil, hasta que el cuerpo se va adaptando, es como un entrenamiento, es como cuando vas al gimnasio: uno va la primera semana y le duele todo, la segunda un poco mejor, la tercera, y después le vas agregando kilos, le vas agregando fuerza, y cuando te querres acordar en dos o tres meses estás mucho mejor. Creo que la parte física es un poco así, obviamente que para tirar muchos más kilómetros se necesita un poquito más de entrenamiento. La cabeza es la parte que juega más, porque debes pasar ciertas situaciones, como ser el clima, que es muy fuerte, el sol es muy fuerte, el frío a la noche también. Hay muchas situaciones que te pueden empujar a tirar todo e irte a tu casa. La cabeza es el factor fundamental en cualquier prueba de exigencia, más que el físico, pero también los dos son complementarios”.

Te llevo a ese viaje por Sudamérica. Y en esto que decis de lo importante que es la cabeza. ¿Cuántas veces te pasó de decir ´largo todo y me voy a mi casa´? 

JL: “Sí, obviamente que en algún momento te sentís cansado. Creo que en ciertos momentos te vas motivando vos mismo. Es como un trabajo mental que tenés que ir haciendo todo el tiempo para sentirte motivado, para sentirte con ganas de hacer lo que estás haciendo. Pensas todo el tiempo en disfrutar cada día, cada momento, cada lugar para no mirar el objetivo final, sino disfrutar del camino, que es lo que también te va llenando. Sí, me ha pasado en Sudamérica estar viajando de Lima a Cusco, a tres mil y pico, cuatro mil metros, iba pedaleando y llegaba a un punto donde era todo el tiempo subida, viento en contra, y ya no aguantaba más, pasó un camión y me llevó como 80, 90 kilómetros. No quería que me llevara hasta donde iba. En realidad frenó él, me llamó y me dijo que no había nada en los próximos 80 kilómetros, no había agua, nada, era complicado. Pero en la mente había un momento donde estaba amargado, donde decía ´no llego más´. Esas cosas pasan. Hay que motivarse  día a día".

Hace un par de días tu historia salió en TN (Todo Noticias). ¿Cómo manejaste las repercusiones? 

JL: “Muy fuerte, uno no está acostumbrado a esto. Hice toda Sudamérica y jamás me habló nadie. Lo tomo bien. Cada vez que llegas a un lugar algún medio te quiere preguntar algo, ya sea una radio o un diario. Voy a hacer lo mismo que hice durante el viaje en bicicleta, voy a ir a escuelas, a iglesias, donde haya reunión de chicos y jóvenes para darles una charla, un poco de aliento, una esperanza, una motivación”. 

Jesus, ¿es muy prematuro pensar en la "próxima aventura"? ¿Ya estás diagramando algo? 

JL: “La verdad que sí. Siempre tuve muchas cosas en mente y las voy concretando. Voy dándole importancia y voy priorizando esas cosas. Tengo muchas ganas de escalar el Aconcagua, estoy viendo en qué época llego para ver si lo puedo hacer en este mismo viaje. Voy a hablar con unos amigos que tengo en Mendoza que están relacionados con el alpinismo. He escalado en algunas montañas en Ecuador, en Perú. Lo quiero hacer porque me encanta, sería un buen objetivo. Tengo ganas de cruzar África en bicicleta, tengo ganas también de hacer el Himalaya. Hay mucho para hacer. Cuando uno tiene una idea fija y trabaja para eso las cosas se dan. Nada te viene de arriba,hay mucho esfuerzo en todo. Si uno tiene ganas de hacer algo, lo que sea: estudiar, sea recibirse de algo, sea hacer un viaje, sea lo que sea, es concentrarse en eso, leer, buscar, mirar, estar todos los días pensando en eso, soñarlo y buscarlo porque llega. Cuando uno está cansado, agotado, a todo nos pasa, hay que levantarse; ahí es el momento donde uno se hace más fuerte”.