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El día que Diego Armando Maradona visitó Junín para pescar

Corría noviembre de 1977, cuando el Pelusa, junto a dos amigos más, pisó suelo juninense a bordo de una camioneta Fiat 125 para aprovechar su día libre.

Diego Armando Maradona fue mucho más que un simple jugador de fútbol, fue el capitán encargado de comandar a la Selección Argentina en la Copa del Mundo de México 1986 o el artífice principal de posicionar al Napoli en el mapa del calcio italiano.

Estas son algunas de las proezas que el “Diez” realizó a lo largo de su carrera y lo convirtieron en ídolo no solo nacional, sino que mundial.

Por este motivo, todos quieren ser parte, aunque sea mínima, de la "película” Maradona. Junín tiene el privilegio de pertenecer a este selecto grupo.

El Pelusa visitó suelo juninense en 1977 para alejarse de las cámaras que ya comenzaban a perseguirlo por aquel talento innato que lograba obnubilar a propios y extraños cuando se calzaba la camiseta de Argentinos Juniors.

Con su metro 65 de altura, su pelo con rulos oscuros que lo diferenciaban del resto y su remera Adidas de color negra que combinaba con su bermuda de jean, el campeón del mundo en México 1986 arribó a la Laplacette, el 7 de noviembre de 1977, junto a dos amigos más, a bordo de una camioneta Fiat 125 color verde lago para pescar. 

Maradona, con apenas 17 años, aprovechó que el Bicho de La Paternal tuvo fecha libre en el Torneo Nacional y se acercó a Junín para realizar uno de los tantos hobbies que le trasmitió su papá, Don Diego.

Aquel día, Roberto Remondini, oriundo de Capital Federal, también se encontraba en la laguna que está a la vera de la Ruta Nacional 188 disfrutando de una jornada con amigos, sin saber que ese día quedaría marcado para toda su vida al compartir momentos valiosos e inimaginables con quien sería, tiempo después, uno de los más grandes jugadores que el fútbol tuvo.

Sin embargo, Remondini ya conocía al Pelusa. El primer encuentro entre ambos se dio un mes antes, en una casa de pesca donde trabaja el oriundo de Capital Federal, ubicada en La Paternal.

Maradona ingresó al local situado en la calle Lascano y fue directamente a donde estaban los rifles aire comprimido para comprarse uno. “Me acuerdo que entró y estaba vestido muy sencillo, con una campera de jean, unos jeans gastados y unos rulos impresionantes. Lo atendí y nos quedamos charlando unos minutos”, recordó el fiel seguidor del nacido en Villa Forito en diálogo con Democracia.

Luego, casi un mes después, los caminos de ambos se volvieron a cruzar, pero a 277 kilómetros de donde había sido el primer encuentro. “El 7 de noviembre del 77, fui a pescar a Laplacette con cuatro amigos y cae una camioneta Fiat 125 color verde lago con tres tipos, entre ellos, el Diego. Estuvimos todo el día con él e hicimos un concurso de tiro con el rifle que había comprado en la tienda. Fue algo inolvidable”, confesó, con nostalgia, Remondini.

Si bien el capitalino vivió momentos únicos con el astro del fútbol en suelo juninense, hay uno en particular que recuerda con mayor facilidad. “Me acuerdo que paramos los dos autos sobre un alambrado y, con un chapita de Coca Cola como blanco, hicimos un concurso de tiro”, rememoró Remondini, que en 1977 tenía 20 años y días antes a aquel encuentro había renunciado a la casa de pesca donde conoció a Maradona.

Antes de despedirse y de que las cámaras capturen un momento memorable que atesora en la actualidad, el oriundo de Capital Federal le entregó un regalo que el Pelusa valoró mucho. “Ellos pescaron poco, entonces le regalé 20 pejerreyes para Doña Tota. Él fue muy agradecido cuando le di los pescados”, reconoció Remondini, que el pasado 1 de enero cumplió 67 años.

Son pocos los que tienen el privilegio de afirmar que fueron parte de la vida extra futbolística de Maradona, por este motivo, el capitalino valoró la presencia del “Diez” en la Ciudad. “Es muy importante que Diego haya estado en Junín. Todos quieren que “Dios” haya estado en su terruño”. 

Muerte de Maradona

El 25 de noviembre es una fecha que el mundo del fútbol recuerda con tristeza, de esas que son difíciles de digerir e imposibles de creer. La muerte de Diego Maradona no solo golpeó a la Argentina, donde es ídolo y bandera, sino también al mundo entero, que sufrió por demás la pérdida de uno de los mejores futbolistas que pasaron por la tierra.

Los Maradonianos, encargados de enseñar en cada rincón del planeta las obras que realizó el “Diez” en el verde césped, sintieron, más que nadie, el cimbronazo. “La muerte de Diego me mato”, confesó, entre lágrimas, y continuó: “Para mí es Dios. Con todos sus defectos, fue el más humano de los dioses”.