Fue fundada en 1944 hoy la bicicleteria "Kaluch" sigue más vigente que nunca. Uno de los tantos negocios que pese a las crisis económicas sigue su andar, como el de las bicicletas. Si bien su origen no fue en la esquina donde se sitúa hoy, era casi imposible que no estuviera arraigada en el Barrio Acevedo. Generación tras generación pasan por la "esquina de Laprida y Ramón Raimundo" para encontrar algún respuesto, reparación o, simplemente, inflar las cubiertas. Carlos Kaluch, propietario de la bicicletería, hizo un alto en su tarea y dialogó con Diarionucleo.com
Carlos, ¿cómo nace esta icónica bicicletería de Pergamino?
CK: “En realidad el negocio está abierto desde el año 1944. Arrancó mi abuelo, después de haber trabajado con otro bicicletero, que era Pacheco, también de Pergamino. Y en el año 44 abrió las puertas del negocio propio. Ahí arranca la tradición del negocio de bicicletas de Kaluch”.
¿Siempre estuvieron acá en esta esquina o no?
CK: “No, el negocio arrancó en calle Alem 36. Ahí estuvo desde el año 44 hasta el año 95, que nos trasladamos a Laprida y Ramón Raimundo”.
Comenzó tu abuelo, tu papá no siguió la actividad, ¿por qué vos retomaste la pasión de tu abuelo?
CK: “Yo a los 6 años me fui a vivir con mi abuelo por decisión propia, hasta los 14 años estuve con ellos, después volví con mis viejos, quienes siempre me apoyaron y estuvieron de acuerdo que viviera con mis abuelos. Los abuelos con los nietos tienen un trato distinto, hay más permitidos (risas), más mimos, un montón de cosas, aparte me gustaba el taller, yo estaba todo el día en el taller, entre los empleados, entre las bicicletas, me gustaba; qué más quería estar con mi abuelo y justo en el taller, además tenía todos los amigos de la infancia en los alrededores del negocio”.
Aquí hay bicicletas antiguas, cuadros de bicis, cubiertas, entre mil cosas….la tecnología también llegó a las bicicletas. ¿Cómo ves esa evolución?
CK: “Para mí las bicicletas son todas iguales, aunque evolucionen y vayan cambiando de formato o el rodado; por ejemplo, ahora el último rodado que se está usando es el 29, que es igual que el 28, pero si vos ponés una cubierta 28 en una 29 es lo mismo. A las bicis yo las considero todas iguales, el funcionamiento es el mismo, van cambiando el sistema de cambio, sistema de freno, formatos de cuadro, cuadro más bajo, más alto, pero en definitiva todos los cuadros son iguales, y todas las bicis son iguales, siempre tienen la misma función. Sí lo que tiene una bici antigua a las nuevas, para mi gusto, es el andar. Cada bici que arreglo la pruebo, la reparo y la entrego, pero antes la pruebo. Quizás esa podría ser la diferencia”.
Tomo esto que decías, el cambio de generación. ¿Se perdió o no el uso de la bicicleta?
CK: “Lo que estoy viendo ahora es que se está volviendo un poco más a la bici por una cuestión que los chicos empiezan a independizarse, los padres les compran la bici para que se manejen. Todo ha cambiado, no sé si para bien o para mal, pero es la evolución. En la bici también se nota la evolución, hay un cambio importante”.
¿Hubo alguna “reliquia”, por así decirle, que te trajeron para reparar?
CK: “Siempre traen cosas que te encontrás alguna sorpresa; desde gente que te trae una bici que considera que no vale nada, y cuando uno conoce el tema la ve y es una joya, nada más que tiene mucho óxido, pero en realidad es un cuadro importante y una reliquia. Me han traído bicis que son directamente para tirarlas, pero bueno, si el cliente la quiere arreglar se puede, todo tiene arreglo, cualquier bici tiene arreglo. Yo le digo a los clientes si conviene o no conviene. Hay muchas veces que una bici no conviene repararla por una cuestión de costos, que conviene descartarla y comprar una usada o una nueva, pero también atrás de una bici hay una historia. Quizás esa bici que, por ejemplo, yo digo descartarla, por una cuestión de costos, para que el cliente no gaste en algo que quizás, para mí, no vale la pena, pero para el cliente tiene otro valor y no le importa el dinero, simplemente quiere esa bicicleta. Hay mucha gente que me pide que no cambie ni siquiera un repuesto, me dicen tratá de dejar todo lo que más pueda; si las huellas sirven dejar las mismas huellas para conservar todo lo que se pueda de esa bicicleta por un valor sentimental, de un padre, de un abuelo, de un tío, un hermano, de un familiar o alguien que uno haya querido mucho”.
Me imagino que con tantos años de actividad deben venir coleccionistas también al local, ¿no?
CK: “Vienen de todos lados, la verdad que sí. Uno es por los años que tiene de antigüedad el negocio, es un lugar donde todavía queda algo de mercadería de bici antigua, y aparte lo que tiene el negocio de las bicicletas es que hay mucha gente que colecciona, que le gusta la bicicleta. Últimamente está viendo una persona que es de Buenos Aires, otra de Pehuajó, han venido de Rojas, de todos los alrededores, me llegan mensajes de todo el país. Como te decía, es más por una cuestión de años, de antigüedad, de toda una historia que va acompañada de tantos años con las bicicletas”.
En estos tiempos complejos del país, en cuento a lo económico. ¿Cuesta hoy encontrar stock de repuestos?
CK: “Está muy complicado. La mayoría de los repuestos de bicicleta son importados. En lo que es la industria nacional, hay muy pocas mercaderías y no hay calidad. Siempre lo bueno fue o japonés, italiano, francés, inglés. Hubo algunas cosas sí se destacaron nacionales, pero por lo general las cosas que eran de buena calidad eran de otros países”.
Carlos, acá veo de todo, seguramente debe haber algo que vos atesoras con mucho cariño, desde un repuesto, desde un cuadro…¿Hay algo que vos me digas esto es la joya de acá, no se vende, no se toca?
CK: “La joya de acá es un muñeco, que debe tener, más o menos, cien años fácil, porque mi abuelo abrió en el año 44 y lo compró usado. Ese muñeco se comió lluvias, piedras, tormentas, frío y hoy, lamentablemente, no lo puedo poner afuera porque hoy se lo roban. Es la joyita del negocio. Me lo han querido comprar un montón de personas, pero si lo vendo, te vendo el negocio, te vendo el alma del negocio. Acá todo tiene valor para mí, desde lo que me enseñó mi abuelo hasta cómo trabajar. Todo lo que me rodea en el negocio tiene un valor sentimental. Las herramientas son las herramientas que usaba mi abuelo, nuevas yo no he comprado casi, son antiguas pero muy buenas, como se hacían antes las cosas. Hay herramientas caseras, fabricadas por mi abuelo, que son mejores que cualquier nueva”.
Para ir cerrando. ¿Qué significa para vos ´la bicicletería Kaluch, el taller Kaluch´?
CK: “Tengo 43 años, arranqué a los 10 a trabajar, aunque desde los 6 ya estaba en taller. Siento que ya cumplí con el objetivo de continuar con el negocio, continuar la tradición. Voy a seguir, no sé hasta cuándo, tengo otros proyectos también, pero no tengo una fecha en que pueda decirte cierro el taller, por el momento. Heredé muchos clientes de mi abuelo, que con el tiempo bueno te das cuenta que van desapareciendo. He visto mucha gente pasar por acá. Hay personas que venían desde chicos y vienen con sus hijos, van pasando de generación en generación. Me siento realizado por seguir lo que me enseñó mi abuelo”.
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