Polideportivo
HISTORIAS DE VIDA

Cecilia Cordone, la rojense que logró tocar el techo de África

Viene de escalar el Kilimanjaro, el pico más alto del continente africano. Cómo se preparó para esta travesía. Sus próximas metas y desafíos. Todo en un ´mano a mano´ con Diarionucleo.com

Una vez más la rojense Cecilia Cordone logró su objetivo de escalar alguno de los picos del planeta Tierra. Ya lo hizo en el Aconcagua, convirtiéndose en la primera mujer de Rojas en hacerlo, también llegó a la cima de la Cordillera del Condori y el Huaina Potosí en Bolivia. Esta vez hizo cumbre en el Kilimanjaro, el techo de África.

El Kilimanjaro es una montaña situada en el noreste de Tanzania, formada por tres volcanes inactivos: el Shira, en el oeste, de 3962 m de altitud; el Mawenzi, en el este, de 5149 m y el Kibo, entre ambos, el más reciente desde el punto de vista geológico y cuyo pico, el Uhuru, se eleva hasta los 5891,8 metros. 

Es la montaña más alta de África, la montaña independiente más alta del mundo —unos 4900 m. de altura desde su base en la meseta— y el cuarto pico ultraprominente en la Tierra.  Es conocido además por los famosos campos de hielo de su cumbre, que se están reduciendo de forma drástica desde principios del siglo XX y se estima que desaparecerán por completo entre 2020 y 2050.

Tras su aventura en África, la rojense dialogó con Diarionucleo.com acerca de esta nueva experiencia y sus próximos desafíos, entre otros puntos.

Cecilia, ¿cómo surgió la idea de escalar el Kilimanjaro?  

CC: “Siempre tuve ganas de ir a África porque me encantaba el tema de los safaris. Cuando comencé a hacer alta montaña mi instructor, Julián Inzaurralde, me decía: si vas a África tenés que hacer el Kilimanjaro. Me había empezado a resonar la idea. Con un amigo que hicimos el Aconcagua y empezamos a ver la posibilidad de ir a África. Entonces nos embarcamos en esta aventura, además de conocer la vida de los animales y, obviamente, escalar. Fue un combo perfecto”.

¿Cómo fue la preparación, desde lo físico, lo mental, la alimentación? 

CC: “Tengo una filosofía: entreno todo el año para lo que salga. Si hay algo en particular como alta montaña fortalezco las piernas, los brazos, por el tema de los bastones. En julio hice el Lanín, también escalamos en hielo en Mendoza, o sea que ya venía entrenada. Seguí haciendo lo mismo. Mi entrenamiento básico se basa en correr, gimnasio, hago algo de natación también”. 

¿Y cómo es el acompañamiento familiar, tanto en la rutina como en los viajes? 

CC: “Tengo un marido que me rebanca. Es como que siempre tengo el sí para todo lo que quiero hacer. La familia está siempre y se embalan en mis locuras. El apoyo de la familia es fundamental. No es que me siento ni una super atleta para hacer las cosas me gusta. Soy una persona totalmente normal, que tiene su trabajo, y cuando deja de trabajar entrena, y después hace lo que te gusta”.


Te llevo al Kilimanjaro. Seguramente tuvo mucha exigencia física y mental. Ahí arriba, ¿qué fue lo más difícil para vos? ¿en algún momento pasa el miedo por la cabeza?

CC: “Como todo, hay situaciones. El Kilimanjaro se sube y se baja en seis días en total. Nosotros entramos por la puerta Machamé. Los primeros días vas ascendiendo y vas llegando a los distintos campamentos, fueron unos días soñados para hacer cumbre. Salimos a las doce de la noche, con mucho frío, había vientos de entre 50 y 60 kilómetros, aproximadamente; era terrible luchar contra el viento y el frío, no es que había una tormenta por suerte. Yo soy muy  fuerte de cabeza, salvo que me digan ´bajate´ voy para adelante. Y en cuanto al miedo que me decís…siempre salgo con Julián (guía), la adrenalina siempre está a flor de piel, pero él nos da tanta tranquilidad y tanta confianza. Esta montaña que hice con él es la dieciséis. No es que las cosas no pueden pasar, pero uno va tomando experiencia, vivencias. La cabeza es fundamental, como creo que en un montón de deportes o de actividades, es como tener una meta y decir bueno vamos hacia eso. En alta montaña hay viento, hace frío, hay tormentas, te tocan esas cosas, uno va tomando experiencia y sobrellevando los momentos”. 

¿Qué es lo más lindo de hacer ´alta montaña´? 

CC: “Es un desafío personal continuamente. Esta montaña es distinta a todo lo que estamos acostumbrados a hacer acá o en Bolivia. Vos salís de la selva, totalmente cerrada, y llegás a un clima de alta montaña de golpe, donde todo está congelado y hace frío. Me encantan los desafíos”.

Vas ´tachando´ tal o cual montaña, como el juego de cartas…Por así decirlo. ¿Qué tenés en mente como próxima meta? 

CC: “Estamos en un proyecto bastante ambicioso, no sabemos si lo vamos a hacer en el 2024 o en el 2025, que es ir a hacer un 8000 (metros); todavía estamos viendo cuál…uno de los nombres que se tiraron fue el Manaslu (Nepal – 8163 metros) o el Makalu (China/Nepal – 8463 metros). Yo le digo a mi instructor: ya hicimos las montañas de 5, 6 mil, tenemos que ir por una que empiece con 8” (risas). Antes vamos a hacer algunas por acá, iremos a Catamarca, Perú, que son montañas muy técnicas”.

Se puede decir que ´tocás las nubes´, no tenés techo en cada desafío….

CC: “A veces uno se pone barreras porque no tenés ganas, no querés entrenar o te parece que no lo podés hacer tal cosa porque trabajás, muchas veces son excusas. Como te dije antes, soy una persona normal, que trabaja y le dedico tiempo también a esta actividad. No hay que ser un superdotado para hacer alta montaña, sí hay que tener una conducta de entrenamiento para disminuir al máximo lo que uno va a sufrir a la montaña. Yo no soy una deportita de elite. Siempre digo que el que tiene ganas de hacer algo que se atreva, en la vida en sí. Que no se pongan límites; en todo lo que sea deporte, en todo lo que sea el aire libre uno ni se imagina las cosas que puede llegar a conocer, no se imagina hasta dónde el cuerpo de una persona da, eso es lo más desafiante, es cuestión de tener ganas”.

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