Covid en Estados Unidos: alarma sanitaria por los casos
Gran parte de los norteamericanos normalizaron los síntomas del virus. Ya no se usan barbijos ni se hacen test rápidos. Ponen el foco en las personas más vulnerables.
En algún momento, la historia de la humanidad será recordada por cómo la especie humana se adaptó a las crisis. En ese tracto, la pandemia de Covid, que durante años dominó titulares y conversaciones, parece haber entrado en una nueva etapa en Estados Unidos. Esto es, una especie de normalidad alterada, donde el miedo se diluye y las precauciones se desvanecen. Las imágenes de los barbijos en cada rostro, desinfectantes en cada esquina y las pruebas o test rápidos en cada hogar parecen ahora ecos de un pasado cercano, pero distante.
Tal como reportó The New York Times, el verano boreal llevó consigo un aumento en los casos de Covid, como lo mostraron las estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en Estados Unidos. Sin embargo, los números parecen contar una historia que pocos quieren escuchar. De hecho, las hospitalizaciones casi se han duplicado en comparación con el verano anterior, y las muertes, aunque significativamente menores que en el punto álgido de la pandemia, aún superan el doble de las registradas en la primavera. Pero el cansancio, el agotamiento emocional y mental, parece haber ganado la batalla. Las pruebas ya no son una prioridad. Los barbijos, que una vez fueron un símbolo omnipresente, ahora son una rareza en lugares abarrotados. La vida sigue, aparentemente sin más interferencias.
Según los casos que citó NYTimes, hubo un cambio de actitud hacia la pandemia en gran parte de la sociedad norteamericana. Hay personas que ya no se testean aún con fiebre y tos, síntomas que, hace apenas unos meses, habrían sido suficientes para encender las alarmas y desencadenar una serie de medidas preventivas, como pruebas de Covid y aislamiento. Tampoco hubo aislamientos durante la última temporada, a pesar de haber sido una de las medidas sanitarias más efectivas. Como contrapartida, gran parte de los estadounidenses prefirieron obviar los síntomas y seguir para adelante con sus cometidos, a pesar de portar el virus.
Los expertos en salud pública de EE. UU., como los epidemiólogos, siguen recomendando precauciones, especialmente para aquellos que están en contacto con personas vulnerables. Pero incluso ellos reconocen que el Covid se ha transformado en algo diferente. No estamos en un mundo poscovid, pero sí en uno postcrisis.
En el mismo artículo del medio norteamericano, la directora de los CDC, Mandy Cohen, ha declarado recientemente que el Covid se ha convertido en una enfermedad endémica. De este modo, esta transición, que ha sido predicha por los epidemiólogos durante años, no elimina el riesgo, pero lo coloca en una nueva categoría, una que se maneja junto con otras enfermedades respiratorias. Las directrices de aislamiento se han relajado, y el Covid ahora comparte espacio con el virus respiratorio sincitial (VRS) y la gripe en las recomendaciones generales para infecciones respiratorias. La narrativa ha cambiado: lo que antes era motivo de alarma ahora se trata como un inconveniente más en la vida cotidiana.
Sin embargo, las cicatrices de la pandemia no han desaparecido del todo. El virus persistente, ese síndrome que ha afectado a millones de personas en todo el mundo, sigue siendo una amenaza real. Para aquellos que han padecido síntomas prolongados, la normalización del Covid no es un consuelo.
Según NYTimes, estos factores, combinados con la disminución de la inmunidad, apuntan a un virus que elude las barreras sanitarias. Incluso en una reunión de 200 expertos en enfermedades infecciosas celebrada en Washington a principios de este mes —varios de los cuales tenían más de 65 años y llevaban entre cuatro y seis meses sin vacunarse— casi nadie se puso un barbijo.