Los agentes encubiertos Artiom Dúltsev y Anna Dúltseva regresaron con sus dos hijos a Rusia en el marco del histórico canje de presos entre Moscú y Occidente realizado la semana pasada en Turquía. Tras varios días de ser intercambiados, compartieron su historia de vida, al afirmar que en la prisión eslovena jamás pensaron que su patria se olvidaría de ellos.
A pesar de que la pareja nació y se conoció en Rusia, en Eslovenia se hacían llamar Ludwig Gisch y María Rosa Mayer Muñoz y se presentaban como ciudadanos de Argentina, país adonde vivieron desde alrededor de 2012 a marzo de 2022, pocos meses antes de ser detenidos.
Ambos exhibían sus DNI y pasaportes emitidos por el Registro Nacional de las Personas (Renaper), pero vivían y trabajaban en Liubliana, capital del país báltico, donde Anna era propietaria de una galería de arte, y Artiom había fundado una 'startup' de tecnologías de la información.
Hijos nacidos en Argentina
Sus hijos nacieron en Argentina y fueron criados como católicos de habla hispana. Todo iba bien hasta que en diciembre de 2022 la pareja de agentes encubiertos rusos fue detenida por una pista de la CIA –la central de inteligencia estadounidense- mientras sus hijos estaban en la escuela.
El matrimonio fue preso pero –obviamente- sus hijos quedaron en guarda judicial, lo que generaba enorme ansiedad a los espías porque sus captores utilizaron esos para obligarlos a revelar sus planes. "Nos amenazaron. Nos decían que Argentina supuestamente quería quitarnos la custodia de nuestros hijos. Decían que los niños podían ser asignados a otra familia", recuerda Anna.
Artiom y Anna se habían integrado en la vida suburbana de Liubliana durante años bajo la fachada de ser expatriados argentinos con negocios en línea. Pero esa historia eran mentira, según testimonios y documentos revelados por el medio estadounidense The Wall Street Journal.
Tras ser detenidos, fueron acusados de espionaje como “ilegales” o “agentes de penetración profunda”, que son espías que se infiltran en organizaciones o países enemigos para obtener información confidencial. Estos agentes suelen vivir bajo identidades falsas durante largos periodos, integrándose completamente en la sociedad objetivo para evitar sospechas.
Según informó el diario estadounidense, los supuestos ciudadano argentinos eran dos piezas cruciales en la actividad en la sombra que despliega el presidente ruso Vladimir Putin contra Occidente en el contexto de la guerra en Ucrania.
Puntualmente, las operaciones de la pareja incluían espionaje en la Agencia de Cooperación de los Reguladores de la Energía (ACER), un organismo de la Unión Europea en Liubliana que adquirió relevancia tras la invasión rusa de Ucrania. “Sabemos que eran agentes importantes y serios”, habían dicho desde el Servicio Secreto de Eslovenia al momento de detenerlos.
La advertencia a los chicos
Según se revelaron documentos judiciales, ambos hijos de la pareja, ahora de 10 y 13 años, habían sido advertidos por sus propios padres de que podían ser capturados algún día. Se expusieron así a una condena de 8 años de cárcel de la que finalmente cumplieron menos de dos.
Anna agregó que "había una enorme presión sobre Eslovenia por parte de los servicios especiales de otros países" para obtener más información de ellos aún a costa de utilizar a los chicos. No obstante, las autoridades de la prisión eslovena permitían a los padres comunicarse con los niños e incluso ayudarles a hacer los deberes.
Mientras estaban en prisión, Artiom y Anna eran visitados constantemente por un agente de inteligencia rusa. "En uno de los encuentros, un oficial del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia nos transmitió saludos del presidente y aseveró que Vladímir Putin y los servicios especiales estaban haciendo todo lo posible para nuestra liberación. Eso fue, por supuesto, un gran apoyo", sostuvo el agente.
El regreso de los niños a Rusia junto con sus padres fue una de las principales condiciones establecidas por la parte rusa durante las negociaciones del mayor intercambio de espías realizado entre Rusia y Estados Unidos desde la Guerra Fría (1947-1991).
Los menores conocieron que son rusos solo a bordo del avión con destino a Moscú. Debido a que no hablan nada de ruso, en el aeropuerto moscovita de Vnúkovo, el presidente Putin les dio la bienvenida a los niños en español.
"Lo más importante para nosotros es la familia y eso nos ayuda. La familia es nuestro país. Ni por un momento dudamos de que el país nos recordaba, y que Rusia y los servicios especiales estaban detrás de nosotros", hizo hincapié Artiom. Respondiendo a la pregunta de qué van a hacer en adelante, los oficiales de inteligencia rusos aseveraron que quisieran continuar su trabajo y servir a su patria.
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