La revolución de los Claveles: un antes y un después en Portugal
Una marea humana celebró los 50 años de democracia en ese país y recordó los hechos que le pusieron fin a la dictadura y a las guerras coloniales.
Decenas de miles de personas celebraron ayer en Lisboa el cincuentenario de la Revolución de los Claveles, un golpe de Estado sin derramamiento de sangre dirigido por jóvenes oficiales portugueses que puso fin a 48 años de dictadura y a 13 de guerras coloniales en África.
El tradicional desfile popular por la Avenida de la Libertad, punto culminante de cientos de iniciativas a lo largo de varias semanas, reunió a una inmensa multitud.
“25 de abril, ¡siempre! ¡Fascismo, nunca más!”, gritaron los manifestantes, con claveles rojos en la mano o en el ojal. “Es una gran alegría estar aquí”, declaró Helena Pereira, que tenía dieciséis años cuando se produjo el alzamiento que dio un vuelco en la historia de Portugal.
El régimen derrocado en 1974 había nacido con una dictadura militar instaurada en 1926. El entonces ministro de Finanzas, Antonio Salazar, dirigió luego el gobierno - bajo el lema “Dios, Patria, Familia” - entre 1932 y 1968, cuando fue reemplazado por el profesor de derecho Marcelo Caetano.
Las celebraciones actuales se dan en un contexto de repunte de la ultraderecha, encarnada por el partido Chega (Basta), que en las elecciones legislativas del 10 de marzo se convirtió en la tercera fuerza política del país, con 18% de los votos.
La jornada empezó con una ceremonia militar en una gran plaza del centro de Lisboa, a orillas del estuario del Tajo, en la que participaron vehículos militares de la época restaurados para la ocasión. Finalizó con un evento que reunió al presidente portugués, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, y sus homólogos de los países africanos que se independizaron tras la llegada de la democracia: Angola, Mozambique, Guinea Bissau, Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe.
Rebelo de Sousa sorprendió antes de la conmemoración planteando la cuestión de las posibles reparaciones coloniales. “Somos responsables de lo que hicimos allí. Hay que pagar los costes”, dijo. Esta posición se enfrenta con la oposición del nuevo gobierno de derecha moderada. “Es un tema tóxico” e “inoportuno”, afirmó una fuente gubernamental citada por el semanario Expresso.
El líder de extrema derecha André Ventura acusó a Rebelo de Sousa de “traicionar a los portugueses”. “¿Pagar qué? ¿Pagar a quién? Yo estoy orgulloso de la historia de este país”, afirmó. Según una encuesta publicada la semana pasada, la mitad de los portugueses estima que el régimen autoritario derrocado en 1974 tenía más aspectos negativos que positivos, aunque una quinta parte piensa lo contrario. En cualquier caso, el 65% de los interrogados considera que la revolución del 25 de abril constituye el acontecimiento más importante de la historia de Portugal.
“La motivación principal era solucionar el problema de la guerra colonial”, recordó el coronel retirado Vasco Lourenço, presidente de la Asociación 25 de abril heredera del “Movimiento de los Capitanes”, que organizó el levantamiento.
La Revolución de los Claveles fue bautizada así porque la población, que inmediatamente se puso del lado de los golpistas, distribuyó estas flores de primavera a algunos soldados que las clavaron en el cañón de su fusil.
“Serán sobre todo las imágenes tomadas ese día las que transformarán el clavel rojo en símbolo de la Revolución del 25 de abril y que acabarán por dar una visión romántica y poética a un acto que tenía mucho de heroísmo, aunque esta revolución haya sido particularmente pacífica”, explica la historiadora María Inacia Rezola, encargada del amplio programa de conmemoraciones.