Los bombardeos realizados por Estados Unidos y el Reino Unido contra los rebeldes hutíes en Yemen, responsables de numerosos ataques contra buques comerciales en el mar Rojo en "solidaridad" con los palestinos, elevaron los temores a una expansión regional del conflicto en la Franja de Gaza, que también tiene su eco en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) con la defensa que hizo Israel a la acusación de genocidio.
Los ataques aéreos comandados por Washington y Londres golpearon emplazamientos militares de los hutíes en varias localidades y dejaron al menos cinco muertos y seis heridos, según un portavoz militar del movimiento rebelde, Yahya Saree, en la red social X (antes Twitter). El vocero precisó que fueron 73 bombardeos que incluyeron la capital Sanaá y la ciudad portuaria de Hodeida, que controlan los rebeldes.
En una declaración conjunta, Estados Unidos, Reino Unido y ocho de sus aliados aseguraron que con la ofensiva buscan "desescalar tensiones" y "restaurar la estabilidad en el mar Rojo".
"Las acciones demuestran un compromiso compartido con la libertad de navegación, el comercio internacional y la defensa de la vida de los marinos frente a ataques ilegales e injustificables", declararon.
El presidente estadounidense, Joe Biden, lo describió como una "acción defensiva" en respuesta "a los ataques sin precedentes de los hutíes contra buques internacionales en el mar Rojo" que amenazan el comercio global.
Respuesta hutí
Los rebeldes hutíes en Yemen lanzaron algunas horas después un misil balístico antibuque. "Sabemos que lanzaron al menos un misil en represalia", declaró el director del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, teniente general Douglas Sims, quien añadió que el disparo no alcanzó a ningún buque. "Su retórica ha sido bastante fuerte y elevada. Yo esperaría que intentaran algún tipo de represalia", acotó el militar.
La postura de Hamás
El movimiento islamista palestino Hamás lanzó una dura advertencia por la red de mensajería Telegram: "Condenamos enérgicamente la flagrante agresión estadounidense-británica en Yemen. Los hacemos responsables de las repercusiones en la seguridad regional".
Milicianos de ese grupo lanzaron el 7 de octubre diversos ataques en suelo israelí, en los que mataron a 1.200 personas, la gran mayoría civiles, y secuestraron a unas 240, entre ellas una veintena con nacionalidad argentina. A partir de ese ataque, Israel declaró la guerra y comenzó una ofensiva en la Franja de Gaza que dejó hasta el momento más de 23.700 muertos, una gran mayoría de ellos mujeres y niños, y una grave crisis humanitaria.
Los hutíes forman parte del autodenominado "eje de resistencia", una agrupación de movimientos armados hostiles a Israel y apoyados por Irán en el que también están Hamás y el movimiento chiita libanés Hezbollah. Desde el estallido de la guerra en Gaza, los hutíes lanzaron numerosos ataques cerca del estrecho de Bab al Mandeb, que separa la península de Arabia de África, forzando a muchos buques comerciales a evitar la zona, lo que encarece y retrasa el transporte entre Europa y Asia.
En respuesta, Estados Unidos desplegó buques de guerra y forjó en diciembre una coalición internacional para proteger esta ruta por donde transita un 12% del comercio mundial.
A pesar de las advertencias de la Casa Blanca y del Consejo de Seguridad de la ONU, los hutíes dispararon el jueves un misil balístico antibuque, lo que generó la represalia de la coalición internacional liderada por Washington. Esta escalada provocó una ola de reacciones internacionales.
Impacto internacional
Al subrayar que "el mar Rojo es un importante punto de paso para la logística internacional y el comercio energético", China expresó su "preocupación" por la escalada de tensiones y pidió "moderación" a todas las partes.
Por su parte, Irán condenó los bombardeos británico-estadounidenses calificándolos de "acción arbitraria" y "violación" del derecho internacional y Rusia los tildó de "ilegítimos" pero la OTAN los defendió como acciones "defensivas".
Con dureza, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, calificó de "desproporcionado" el ataque y acusó a sus autores de buscar convertir el mar Rojo en "un mar de sangre".
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