El presidente de Gazprom, Alexéi Miller, ha afirmado en el Foro Económico de San Petersburgo que su empresa está encantada con los recortes en el suministro. “Sí, el bombeo de gas a Europa ha disminuido en dos dígitos porcentuales, pero los precios no solo han seguido igual, se han multiplicado. Si digo que no estamos enfadados, no mentiría”, ha recalcado. Luego ha insinuado que Alemania debería plantearse abrir el segundo gasoducto construido entre ambos países, Nord Stream 2, porque “tiene presión y puede suministrar gas desde hoy mismo”. Berlín suspendió la certificación del gasoducto el pasado febrero y decidió paralizar el proyecto por la agresión rusa a Ucrania.
El envío de gas ruso fuera del espacio pos-soviético se hundió en el primer semestre un 28,9 % respecto al mismo periodo del pasado año, mientras que su cotización ha superado barreras históricas. Miller ha pronosticado que se encarecerá aún más en Europa. “La demanda crecerá de forma significativa en el mercado Asia-Pacífico, y en la segunda mitad del año los importadores europeos lucharán con los compradores chinos, indios y del resto de Asia por el ‘dorado’ gas natural licuado”.
“Nuestro producto, nuestras reglas”, ha subrayado el presidente de Gazprom, que ha vaticinado que la primacía del dólar y los acuerdos de Breton Woods 2 contra el proteccionismo se están desvaneciendo, y ha llegado el turno de Rusia. La empresa, ha asegurado Miller, ha aumentado su suministro a China en un 67 % en los primeros cinco meses del año.
El mercado chino difícilmente suple la pérdida europea, sin embargo. Según el diario Vesti, China pagó a Rusia 2.360 millones de dólares por su gas, tanto por gasoductos como licuado, entre enero y abril. Cuatro meses en total, mientras que la Unión Europea abona al Kremlin esa misma cantidad cada tres días, según las cifras recopiladas por Reuters. Gazprom anunció el pasado martes que reduciría su bombeo a través de la estación compresora de Portovaya de 167 a 100 millones de metros cúbicos de gas diarios, aunque un día después redujo su previsión a 67 millones. Sin embargo, las autoridades alemanas aseguraron que el bombeo registrado a través de Nord Stream 1 apenas alcanzó un 40 % de su capacidad.
El origen de este nuevo capítulo de la guerra del gas está en Canadá, a donde fue enviada para ser reparada una de las turbinas del gasoducto Nord Stream 1, que conecta directamente las estaciones de bombeo rusas con Alemania a través del mar Báltico. La pieza aún no ha sido devuelta a Europa, porque Canadá, en virtud de las sanciones a Gazprom, la tiene retenida, según Siemens Energy. La empresa energética, que abandonó el mercado ruso a mediados de abril, explicó a este periódico que el enorme volumen de gas recortado no puede atribuirse, sin embargo, solo a “motivos técnicos” como este.
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