Bautista Parada: el saltense que lleva el arte del ballet en la sangre
De joven quería bailar folklore y en cada acto escolar no perdía la oportunidad de mostrarse. Pero el destino lo llevó hacia otro camino y se convirtió en un referente nacional bailando con los más grandes.
El bailarín de ballet nacido en Salto, Bautista Parada, ha sabido conquistar los escenarios más prestigiosos con su gracia y talento innato para el ballet. Desde sus primeros pasos en la danza hasta su consagración como uno de los bailarines más destacados de su generación, su carrera ha sido un viaje apasionante y lleno de logros.
La pasión por la danza se encendió en Parada a una edad temprana. En su ciudad natal, comenzó a tomar clases de folklore, disciplina que despertaron en él un profundo amor por el movimiento y la expresión corporal. A los 22 años, decidido a perseguir su sueño, se mudó a Buenos Aires, cuna del ballet argentino.
En la gran ciudad, Parada se sumergió de lleno en el mundo del ballet clásico. Su talento y dedicación no tardaron en llamar la atención, abriéndole las puertas de las más prestigiosas compañías de danza del país. “Mi hermano (también bailarín), es mucho mejor que yo”, aseguró.
Nunca pensó en estudiar una cerrara “convencional” como abogacía o ciencias económicas. El artista siempre supo lo que quería: hacer carrera bailando. “Bailaba mucho en la primaria, en la primaria sí, en todos los actos bailaba folclore. Mi hermano, que es más grande que yo, ya bailado de chico.
Sus primeros intentos como profesional
Recordando sus inicios, Parada dijo que fue a diferentes audiciones al Teatro Colón para convertirse en partener pero la primera vez no quedé. “De ahí me fui medio enojado y empecé a buscar estudios para ver quién me becaba. Iba de un estudio al otro. Después, a mitad de año, me llamaron del Colón para que empiece el curso y de ahí ya hice todo ese medio año y audicioné en el ballet de Bahía Blanca”, expresó.
La necesidad de trabajar lo empujaron a seguir abriendo caminos. Es ahí donde se puso en contacto con Iñaki Urlesaga. “Ellos justo bailaban en Buenos Aires, en el Colón, y me dijeron de ir a tomar una clase para que me viera Iñaki y también quedé en su ballet”, consideró.
Hoy, a sus 43 años, tras su reciente retiro, Parada analiza su carrera y no dudó en admitir que fue mucho más de lo que soñó. El artista saltense brilló en roles protagónicos de obras emblemáticas. Su técnica impecable, su sensibilidad artística y su capacidad para transmitir emociones a través del movimiento lo convirtieron en uno de los bailarines más admirados por el público y la crítica especializada.
Su virtuosismo no se limitó a los escenarios argentinos. Parada también tuvo la oportunidad de bailar en compañías internacionales de renombre. “Antes de partir estudié dos años de la carrera de danza clásica en Salto. Después ya me vine a Buenos Aires. En realidad, quería bailar folclore y mi idea era estar en el ballet nacional”, le contó a diarionucleo.com.
El lujo de bailar con estrellas
A lo largo de su trayectoria, Parada ha tenido la fortuna de compartir escenario con grandes figuras del ballet nacional e internacional. Entre sus colaboradores más destacados se encuentran Iñaki Urlezaga y Eleonora Cassano. “Con Iñaki, viajé por todos lados. Allí se abrió una audición en el Teatro Argentino y audicioné y pasé 20 años en él. Y con Eleonora hice todo un año, fue en la gira de despedida de ella donde hice de partener”, contó.
Junto a ellos, Parada protagonizó memorables actuaciones que quedaron grabadas en la memoria de los amantes del ballet. La química y el entendimiento entre estos artistas excepcionales dieron vida a momentos mágicos sobre el escenario. “Actualmente sigo haciendo algunas funciones con Iñaki, pero ahora trato de descansar”, advirtió el bailarín.
El baile en la sangre
Su pasión por la danza no se limitó al ballet clásico. Parada también se animó a explorar otros estilos, como la danza contemporánea y el tango. Su versatilidad y capacidad de adaptación lo convirtieron en un artista completo y polifacético.
Su hermano Benjamín también es bailarín. “Él es el grosso. Cuando pasaba algo, yo salía a reemplazar a Iñaki y mi hermano salía a reemplazar a Julio Bocca”.
Parada colaboró con reconocidos coreógrafos y participó en obras que desafiaron los límites del ballet tradicional. Su apertura a nuevos lenguajes artísticos le permitió ampliar su horizonte como bailarín y enriquecer su experiencia profesional.
Con motivo de su reciente jubilación como primer bailarín del Teatro Argentino de la Plata, luego de 20 años de trayectoria, el municipio de Salto lo reconoció por su aporte a la cultura y las artes, y por llevar siempre el nombre de Salto con honor y distinción.
De cara a lo que viene, el saltense no se ve dando clases, pero si ligado al mundo de la danza. “Tengo propuestas para ser asistente y ensayista. Me parece que mi futuro va por ahí”, anticipó. El bailarín de Salto es, sin duda, una figura emblemática del ballet argentino. Su talento, dedicación y pasión por la danza lo han convertido en un referente para las nuevas generaciones de bailarines. Su legado de inspiración continuará motivando a jóvenes artistas a perseguir sus sueños y alcanzar la excelencia en el mundo de la danza.