El martes 4 de este mes, se cumplieron 125 años del nacimiento de Arturo Umberto Illia, nacido en Pergamino, se convirtió en una de las figuras más gravitantes de la política del siglo XX. Respetado y hasta venerado por sus convicciones, su carácter humanista, su austeridad y su incuestionable honestidad, Arturo fue un destacado profesional de la medicina, al mismo tiempo que un inagotable dirigente radical.
Arturo Illia fue presidente de la Nación durante el período 1963 - 1966 y derrocado por la autodenominada "Revolución Argentina" encabezada por el general Juan Carlos Onganía.
Durante su gestión de Don Arturo se respetaron a rajatabla las libertades individuales y las garantías constitucionales, hubo crecimiento económico, desarrollo industrial y el presupuesto para educación alcanzó el 23% algo que nunca volvió a repetirse en ninguno de los gobiernos que lo sucedieron.
En épocas de mezquindades políticas y tensiones permanentes, durante la última edición de EN VIVO: DiarioNucleo.com, que se emite los martes a las 19 por Fana Digital, su sobrino Guillermo Illia, también político radical, ex concejal y ex funcionario municipal, reivindicó la figura humana y política de su tío, su filosofía krausista (por Karl Christian Friedrich Krause) y recordó anécdotas que lo pintan de cuerpo entero.
Con el transcurso del tiempo y viendo lo que ocurrió luego de su derrocamiento, la figura de Arturo Illia se agiganta año a año.
Es una situación bastante curiosa. Desgraciadamente, en contraposición a lo que vino después, se rescata la figura del presidente Illia. Es notable que, en solo dos años y ocho meses de gestión, haya logrado las estadísticas y la gestión que tuvo en cada una de las áreas de gobierno. Él era un estadista, un ávido lector y un hombre con una cultura realmente muy importante, que se formó con lecturas de todo tipo. Más allá de su condición de médico, que de por sí lo inclinaba a la ciencia, era un investigador.
A menudo se lo retrata como un médico rural, pero por lo que decís, su perfil era más complejo.
Exacto. Tenía las dos facetas. En Cruz del Eje, donde tenía su única propiedad —una casa que le compró el pueblo—, hoy funciona un museo. En su consultorio, uno puede ver una variedad de instrumental médico, desde una silla de hierro para oftalmología hasta elementos de cirugía y una cama de parto. Era un consultorio de médico clínico de una ciudad, pero en esa época los médicos eran tan pocos que atendían de todo, desde accidentados hasta partos. Esto lo llevó a ser un médico de campo, visitando ranchos a caballo para atender a la gente.
También comentaste que su rol como investigador era clave.
Sí, de hecho, participó en un estudio de campo sobre el Mal de Chagas que desarrolló en Cruz del Eje y cuyos resultados llevó a Buenos Aires para un intercambio con el Dr. Salvador Mazza, quien estaba investigando esa misma enfermedad.
Más allá de su faceta profesional, ¿qué nos podés contar sobre su lado más humano y cercano a la gente?
Era un hombre muy culto, pero también muy accesible y un caminante del país empedernido. Se adaptaba a cualquier tipo de situación e interlocutor. Recuerdo, cuando venía a Pergamino a visitar a mi padre, que un canillita de la ciudad llamado Adolfo Adba se enteraba y lo visitaba. Don Arturo lo hacía pasar, Tita —su hermana— les traía mate y se sentaban a charlar. Tenían una conversación totalmente de igual a igual, donde Illia le preguntaba por las ventas y el recorrido, y de paso, Adolfo le contaba las novedades que escuchaba en la calle. Adolfo era su emisario. El trato de Illia hacia él era el mismo que tenía con cualquier otra persona, incluso con figuras internacionales como el presidente de Francia, François Mitterrand, con quien se carteaba.
La figura de Arturo Illia es un claro ejemplo de coherencia, de la que quizá carecemos en estos tiempos. ¿Podrías resumir un poco el legado de su gobierno?
Sin dudas. Fue un gobierno que respetó plenamente los derechos, con un Parlamento funcionando a pleno. Hubo crecimiento y distribución de la riqueza, se estableció el salario mínimo, vital y móvil, y se sancionó la Ley de Medicamentos. En educación, el presupuesto se elevó al 23%. Esta última medida tuvo un sustento en el krausismo, una filosofía que le daba una gran relevancia a la educación como medio para que el hombre gane libertad y pueda decidir por sí mismo. Illia era un admirador de Hipólito Yrigoyen, e Yrigoyen había sido un seguidor del krausismo. En ese sentido, Arturo seguía los pasos de la filosofía que ponía al hombre en el centro, la comunidad por encima del individuo y el renunciamiento personal en función del desarrollo de la sociedad.
Es difícil entender por qué un gobierno con tantos logros fue derrocado. ¿Qué te ha revelado la investigación histórica sobre el golpe de 1966?
El día del golpe, el 28 de junio de 1966, el presidente Illia había convocado a todos los ministros de Educación de Latinoamérica para unificar los planes de estudios universitarios. Esto muestra en qué estaba pensando. Además, hay una conferencia de prensa en 1964 donde le dice a la prensa internacional que las revoluciones que se vienen en el mundo no van a ser por cambios en las formas de gobierno, sino por la investigación científica, y que es ahí donde hay que invertir. Parecía que estaba escribiendo hoy. Irónicamente, mientras él estaba en estas gestiones, un sector de la prensa lo pintaba como inactivo.
Hay una anécdota conocida sobre su valentía el día del golpe, ¿podrías precisarla?
Sí, es una anécdota muy elocuente. Cuando lo derrocan, el coronel Perlinger ingresa a su despacho. Illia, que estaba trabajando, le dice: "Sus hijos se lo van a reprochar”. Años después, Perlinger le envió una carta a través del estudio de Raúl Alfonsín pidiéndole disculpas por su participación en el golpe y admitiendo que sus hijos se lo reprocharon.
También hizo mucho hincapié en el desarrollo nacional. ¿Qué medidas tomó en ese sentido?
Arturo anuló los contratos petroleros firmados durante el gobierno de Arturo Frondizi, que eran contrarios a los intereses del país. Además, la Ley de Medicamentos congeló los precios por su alto costo y se controló la composición de los fármacos, algo que generó un problema a la industria farmacéutica y provocó que el Club de París se opusiera a la negociación de la deuda externa por parte de Argentina. A pesar de estos obstáculos, el gobierno de Illia logró bajar la deuda externa con una proyección de saldarla por completo en 1969.
Y en política exterior, también tuvo una visión adelantada a su tiempo.
Exactamente. En plena Guerra Fría, Argentina fue el primer país de Occidente en vender maíz y trigo a China y Rusia. Esta operación, gestionada a través de José de Castro, presidente de la FAO y amigo de Illia, también beneficiaba a los productores, ya que el gobierno les pagaba mucho más por sus granos que lo que ofrecían las empresas privadas.
Para finalizar, ¿cuándo la gente puede visitar el museo?
El museo se llama Museo Casa Natal Illia, en honor a Arturo y también a otros familiares que tuvieron una participación política importante, como su hermano Ernesto, que fue un gran intendente de Pergamino. Estamos trabajando para generar un centro de investigación histórica sobre su figura. La gente puede visitar la casa los días sábados por la tarde, de 16 a 18 h, y los domingos por la mañana, de 10 a 12 h.
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