Pergamino
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Raúl Notta, exsubsecretario de Cultura del Municipio: "Pergamino es una usina del arte"

Profesor de Historia, actor, director y productor teatral, su gestión al frente de esa área se caracterizó por el dinamismo y por la puesta en marcha de varios programas que resultaron muy exitosos como los Festivales de Barrios, el Fondo de Promoción Cultural o "Libros en Casa", entre otros. Asegura que la educación es "un desafío enorme" y que es necesario que la Municipalidad impulse la actividad cultural.

Raúl Notta es un muy activo miembro del ámbito cultural pergaminense. Se define como "amante del teatro" y durante su prolongada trayectoria logró presentar actuar, dirigir y producir varias obras; algunas de ellas de gran éxito como "La Sombra de Chéspir", protagonizada por "Neme" Carenzo. 

Sin embargo, quizá el ámbito más recordado y conocido de Notta fue su gestión al frente de la subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de pergamino, durante la intendencia de Héctor Gutiérrez. A través de su trabajo al frente de esa dependencia la actividad cultural vivió un desarrollo y un dinamismo sin precedentes. Tanto es así que asumió como director y se retiró como subsecretario, ya que precisamente en ese período el área fue jerarquizada.

Durante su gestión se pusieron en marcha programas culturales de gran impacto como los Festivales de Barrios, "Embarriarte" o "Libros en Casa", se implementó el Fondo de Promoción Cultural, a través del cual se financiaron proyectos artísticos locales y desembarcaron en la ciudad eventos como "Café, Cultura Nación" o la presentación de la Orquesta Sinfónica de Buenos Aires, en la Avenida de Mayo y San Nicolás, con entrada libre y gratuita, un hecho inédito para Pergamino que tuvo lugar en marzo de 2010, en el contexto de los festejos por el Bicentenario. 

Durante la última edición de EN VIVO: DiarioNucleo.com, que se emite los martes a las 19 por la señal de streaming Fana Digital, Raúl Notta habló de su pasión por el teatro, los desafíos de la docencia, la necesitad de revalorizar el trabajo y el conocimiento, y realizó un repaso por los ejes principales de su gestión al frente de la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de Pergamino.

Raúl, ¿de dónde te surge la pasión por la docencia, la historia y el teatro?

Mi pasión viene de la niñez. Con mi madre veíamos muchas novelas en la tele argentina de la época de Migré, de Darío Vittori, de los Bredeston. Era la época de los teleteatros y de las comedias como Los Campanelli, la televisión argentina de ese entonces era nuestra cultura. Además, el circo me fascinaba. Frente a mi casa había un terreno muy amplio donde solían instalarse los circos, y yo me iba a acomodar en las sillas para entrar gratis a ver obras como La tía de Carlos o Mate Cocido. Ese mundo del teatro me atrapaba por completo.

Te gustaba mucho la televisión, y la vida te dio la oportunidad de trabajar en ese ámbito.

Sí, como técnico. Pero el teatro es mi verdadera pasión. Después de ver tantas obras en el circo, empecé a estudiar en Bellas Artes con Edelmiro Melchaca y desde ahí no paré hasta el día de hoy. Y con respecto a la historia, es la única materia que me gustaba en la secundaria. Mal en todas las otras, pero la historia me fascinaba. Así que seguí estudiando en el profesorado y me pude recibir como profesor.

Con respecto a tu actividad en la enseñanza ¿cómo ves el rol del docente en la actualidad?

Está muy devaluado, pero es muy importante el trabajo que hacemos. Un rol que tiene que ser muy valorizado. Incluso nosotros, como docentes, nos tenemos que autovalorizar frente a nuestros alumnos, como profesión. Yo creo que hay una política de degradación a nivel macro-político. Cuando la política se devalúa como forma de transformar una sociedad, creo que se degrada todo. La docencia está viviendo un proceso bastante complejo, aunque si bien siempre ha habido momentos de crisis, hoy se suma una devaluación muy grande del conocimiento en general. Los jóvenes no ven el futuro en profesiones como la docencia. Hoy estamos viendo médicos, docentes y profesionales trabajando en Uber. Esto se veía desde el siglo pasado pero hoy la situación es peor. Antes el conocimiento y la profesión eran muy importantes, pero hoy estamos viviendo un cambio de paradigma vertiginoso. Tenemos que estar atentos y volver a rescatar el conocimiento, porque alguien se va a tener que encargar de curar a la gente o de levantar un edificio. Estamos viendo dirigentes políticos sin preparación decidiendo sobre el presente y el futuro.

¿Enfrentás ese desafío a diario en tu trabajo?

Sí, estamos viviendo en un mundo donde la gente que está conectada tiene más posibilidades. Los que están desconectados de este mundo, están excluidos del conocimiento, del mundo laboral, del saber. Entonces, tenemos una población que está tecnológicamente analfabeta. Antes, los marginados estaban incluidos dentro de un sistema, y el mundo laboral te permitía armar un presente y un futuro. Hoy, hasta el trabajo está devaluado. Uno trabaja, hay gente que está trabajando y no llega a fin de mes. 

Tu relación con la historia y el teatro te fue abriendo distintas puertas, pero ¿alguna vez pensaste que ibas a ser subsecretario de Cultura?

No, en absoluto. Yo estaba estudiando la carrera de gestión cultural para mí, porque es un mundo fascinante, y de pronto me contactan desde el canal local para armar un proyecto para recuperar los galpones de Parque España. Me vino como anillo al dedo, porque tenía que armar la tesis. Un día, ese proyecto le llegó al intendente de ese momento, Cachi Gutiérrez, y me propuso la dirección de cultura. Acepté con la condición de mejorar el presupuesto y crear un fondo de promoción cultural.



Tu gestión se destacó por un crecimiento importante en el área cultural.

Sí, hicimos muchas cosas. Café Cultura Nación, los recitales en los barrios, la llegada de murgas uruguayas, los festivales barriales que, lamentablemente, dejaron de hacerse y hoy los barrios son un desierto. Además impulsamos una articulación muy fuerte con los pueblos, donde ayudamos a que surgieran sus fiestas populares. Como el caso de la Fiesta de la Estaca, en Acevedo, que hoy convoca a miles de personas de toda la región. El intendente me dio libertad para gestionar y seguir trayendo programas nacionales y provinciales, incluso después de la ruptura con el kirchnerismo.

Durante tu gestión se dio aquella histórica presentación de la Sinfónica de Buenos Aires en Rocha y Avenida de Mayo ¿Cómo se dio la posibilidad de traerla?

Sí, fue un evento muy importante. Lo que pasa es que yo tenía mucho interés de que la comunidad pudiera presenciar un evento de esa magnitud, porque no salen al interior fácilmente. A través de un trabajo de investigación, pude llegar a una empresa que ya había trabajado con la Sinfónica de Israel, y así logramos armar ese evento, que requirió una gran preproducción, sobre todo en el tema del sonido. También revalorizamos la Casa de la Cultura y llevamos muchos espectáculos allí. Creo que fue una era especial para ese lugar tan querido. 
Además hicimos "Café, Cultura, Nación" y  trajimos a personalidades como Magdalena Ruiz Guiñazú, Taty Almeida y Tata Cedrón.



¿Cómo ves la situación hoy en día en relación a tu área?

Veo que la actual gestión de Javier Martínez todavía no ha encontrado la respuesta. Me parece que no hay claridad sobre qué políticas culturales proponen. Veo más una cultura del entretenimiento, reducida solamente a los servicios urbanos y con poca articulación con otras instituciones. Nosotros tirábamos brazos permanentemente con la Sociedad Rural, la Cámara de Comercio, la UNNOBA. El objetivo era entusiasmar a la gente a participar. También logramos crear una editorial para reeditar libros de autores pergaminenses que estaban abandonados. Lamentablemente eso se perdió, pero Pergamino es una usina del arte, con música, teatro y literatura, que ha hecho cine.

Pergamino también tiene una historia de perder teatros, ¿no?

Sí. No sé qué pasó con nuestra burguesía progresista, que derrumbaba edificios legendarios para construir otros negocios. Todos hablamos del Verdi pero también perdimos el cine monumental, que tenía casi 2.000 butacas y era un escenario con camarines donde venía el ballet nacional. Es muy complejo construir algo así. Afortunadamente, se recuperó el Teatro Unión. También se había parado el proyecto del cine teatro San Martín, y escuché que la Unión Ferroviaria quería venderlo, pero Cachi rápidamente decidió recuperarlo. Hoy el intendente Javier Martínez está terminando el teatro, y creo que nos lo merecemos.



Dejando de lado cualquier cuestión política, si te llama un intendente, el que sea, para volver a formar parte de esta tarea, ¿aceptarías?

Si armamos un proyecto cultural para la ciudad consistente, seguro que sí. No sé si como subsecretario, pero sí trabajando por la cultura. Yo venía de mi espacio de teatro, trabajando por la cultura de mi comunidad, y de pronto tuve la posibilidad de que Cachi Gutiérrez me brindara el cargo de director de cultura. Él jerarquizó el área y me permitió pelear por el presupuesto. Con mi gestión, llegamos a tener hasta el 2% del presupuesto municipal para cultura.

¿Cómo está el presupuesto hoy en día?

Lamentablemente, el presupuesto es casi inexistente, lo que es una pena, porque Pergamino tiene un municipio con superávit. Hay recursos, no es que no los haya. Es una cuestión política, de qué lugar le da cada administración a la cultura. Tampoco veo promoción y difusión cultural. Cuando no hay recursos, lo más importante es promocionar y difundir los espacios, que Pergamino los tiene, y mucho.


Finalmente, contanos sobre tu presente teatral.

Estoy preparando la obra Guayaquil, el encuentro, de Pacho O'Donnell, que estrenamos a fines de agosto. Es un proyecto con la Biblioteca Menéndez y el Colegio Rancagua, muy interesante y desafiante porque son dos figuras muy importantes: San Martín y Simón Bolívar. Veremos cómo lo recibe el público.