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A 20 años del asesinato de Ivana Crespi, un crimen que conmocionó a Pergamino

Familiares y amigos de Ivana durante la inauguración de la plaza que lleva su nombre

PERGAMINO

A 20 años del asesinato de Ivana Crespi, un crimen que conmocionó a Pergamino

La adolescente, de 15 años, fue apuñalada en la esquina de Gral. Pico y H cuando viajaba en moto con su novio. Venían de ver un automóvil con la intención de comprarlo. El hecho generó pesar, angustia y bronca entre los vecinos, que realizaron numerosas marchas en reclamo de justicia.

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En la historia de los crímenes ocurridos en la ciudad de Pergamino, pocos hechos generan tanto dolor, espanto, ira y desazón como el recuerdo del asesinato de Ivana Crespi. Por la forma en la que ocurrió, por la crueldad y la indolencia de quienes lo perpetraron, por la forma en la que se dieron los hechos y por lo emblemático del caso, ese crimen marcó para siempre a la ciudad y generó las primeras manifestaciones masivas en reclamo de justicia y seguridad organizadas en Pergamino por un hecho local. 

Ivana Luján Crespi era una adolescente de 15 años, hija de una familia muy conocida y querida en Pergamino, sus padres; Rubén "Pacho" Crespi y Sandra Calvigioni eran propietarios de una empresa de mudanzas, vecinos del barrio 12 de Octubre, gente de trabajo comprometida con sus vecinos. Ivana era una joven muy activa, cursaba el colegio secundario y era muy buena estudiante. Tenía sueños, proyectos y anhelos. Era muy apegada a su familia y le gustaba compartir el tiempo con sus amigas y con su novio, Matías. 

Al anochecer del lunes 11 de julio de 2005, Ivana y Matías se dirigieron en la motocicleta Honda Biz de este último hacia el barrio Villa San José, en la zona Norte de Pergamino: iban a ver un automóvil con intenciones de comprarlo. El joven se había comunicado previamente con el propietario del vehículo y habían convenido el encuentro. 

Una vez en el lugar, los jóvenes inspeccionaron el auto, charlaron un rato con el dueño y quedaron en reencontrarse al día siguiente para concretar la venta. Luego se retiraron y emprendieron el regreso hacia la casa de Ivana, pero cuando llegaron a la intersección de Gral. Pico y H , Ivana y su novio fueron sorprendidos por un grupo de jóvenes que se encontraba reunido en esa esquina. Dos de ellos se separaron de los demás e intentaron bloquear el paso de la moto. El conductor advirtió que los iban a atacar e intentó esquivarlos subiéndose a la vereda, pero los delincuentes se movieron rápidamente y lograron acercarse al vehículo. Uno de ellos llevaba un cuchillo común, de mesa, con el que hirió a Ivana, mientras que el otro asaltante golpeó a Matías en la cara. El joven aceleró y logró escapar, se dirigió por G hasta Siria y dobló por esa arteria en dirección hacia el Centro de la ciudad. En ese momento Ivana le dijo que se sentía mal, que la habían lastimado, y que la llevara al hospital. Inmediatamente, el novio sintió que ella se desvanecía y pidió ayuda en un comercio de Siria y Paraguay. Desde allí llamaron a una ambulancia que trasladó a la joven al Hospital pero era ya demasiado tarde. Ivana Crespi tenía una profunda herida en el cuello y había perdido demasiada sangre. Falleció a las 21:30 de aquel 11 de julio de 2005. 

La muerte de Ivana generó conmoción, angustia, impotencia e ira no sólo entre sus familiares y amigos sino en toda la ciudad. De alguna manera, la sociedad pergaminense comprendió de golpe que lo que le había pasado a Ivana le podía pasar en cualquier momento a cualquier vecinos. De un momento a otro quedaba al descubierto un trasfondo social que había permanecido invisibilizado, un contexto de violencia y marginalidad que crecía a pasos agigantados en distintas zonas de Pergamino y que ya se había manifestado en distintos episodios de inseguridad. Desde hacía varios meses los habitantes reclamaban (de manera aislada y personal) que se mejorara la vigilancia, que se dotara a la Policía de mayor equipamiento y un mayor rigor por parte del Poder Judicial. 

En 2005, todavía se percibían los efectos de la crisis de 2001 y desde hacía un año crecían los reclamos en toda la Provincia por los hechos de inseguridad, encabezados por Juan Carlos Blumberg, cuyo hijo había sido secuestrado y salvajemente asesinado un año y medio antes del crimen de Ivana. 

Esa toma de conciencia por parte de la sociedad pergaminense, esa idea de que cualquier vecino podía ser víctima de un asesinato en plena calle, esa situación de que nadie estaba del todo a salvo, trastocó los sentimientos iniciales de pena, impotencia e ira en un sentimiento diferente. El de la solidaridad, el espíritu de lucha y el reclamo de justicia, ya no de manera individual sino en conjunto, en sociedad: el rostro sonriente de Ivana Crespi se multiplicó en comercios, locales, escuelas y vidrios de automóviles. La joven simbolizaba al Pergamino herido por la inseguridad y la falta de respuestas por parte de las autoridades. Poco después comenzaron las marchas para pedir justicia, que fueron multitudinarias y tuvieron como epicentro la Plaza Merced.  

Rubén y Sandra fueron recibidos por el entonces intendente municipal, Héctor Gutiérrez, que se comprometió a hacer "todo lo que estuviera a su alcance" para colaborar con la familia, mientras que en paralelo avanzaba la investigación de la causa, en la que finalmente se logró identificar a los dos atacantes:  a ambos les faltaban pocos meses para alcanzar la mayoría de edad. 

La imagen del rostro de Ivana se multiplicó en todos los espacios públicos de Pergamino en un contundente reclamo de justicia. 

La condena

Hubo que esperar casi cinco años para arribar a una condena definitiva hasta que finalmente, el viernes 23 de abril de 2010 los tres integrantes de la Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal: Mónica Guridi, Martín Morales y Guillermo Burrone, condenaron a ocho años de prisión a los dos jóvenes involucrados en el hecho. 

En ese sentido el tribunal siguió los lineamientos de la Fiscalía de Juicio pero hubo diferencias en el momento de asignar las penas, ya que los fiscales Santamarina y Lasarte habían solicitado 16 años.

Por sorteo, la Dra. Mónica Guridi fue la primera en determinar los 8 años de prisión en tanto luego lo hicieron los Dres Morales y Burrone.

Repercusiones

El crimen de Ivana Crespi marcó un antes y un después en la vida de Pergamino y mostró dos caras diferentes de la ciudad. Por un lado la de la violencia, el espanto, la brutalidad y el desprecio por la vida humana y por el otro la solidaridad, la empatía, el pedido unánime de justicia, el reclamo de cambios para que nunca más volviera a ocurrir un hecho semejante. 

A partir del asesinato de Ivana, el Municipio comenzó a involucrarse de manera mucho más contundente en las cuestiones de seguridad ciudadana. Hasta entonces un asunto exclusivamente dependiente de la Provincia, se incrementó y equipó a la Patrulla Urbana, se creó el número de emergencias 108 (hoy 147) y comenzaron a instalarse cámaras, entre otras acciones destinadas a controlar y evitar el delito.  

Por otra parte, en octubre de 2018 se inauguró la Plaza Ivana Luján Crespi, en la esquina de Deán Funes y Florida, frente al CDC y muy cerca de la que fue su casa. El espacio se convirtió en un lugar de encuentro para los chicos del barrio y cada fin de año Sandra, mamá de Ivana, coloca allí un árbol de Navidad. 

Rubén "Pacho" Crespi falleció en 2019, siempre reclamando justicia. 

En cuanto a los condenados, ambos volvieron a delinquir y uno de ellos; Edgar "Mono" Almada, fue condenado nuevamente el año pasado por robo a mano armada. Además, Almada había sido arrestado en 2018 durante una "salidera" bancaria. 

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