La historia esfuerzo, constancia y superación de Cristian Tapia Marchori comenzó a escribirse en su casa del barrio Santa Julia de Pergamino cuando apenas era un niño y pasaba horas observando las clásicas películas de spaghetti western del mítico director de Sergio Leone junto a su padre que siempre decía al finalizar el film: "Qué buena película, ¿la vemos de nuevo?".
Ese placer por mirar películas que vino de la influencia paterna se mezcló con la introducción temprana en la literatura gracias a su madre, quien era docente de la Escuela N° 53, y que siempre le dejó las puertas abiertas de su biblioteca para estimular el hábito de la lectura. "Andá a saber lo que entendía en ese momento, pero de muy chiquito leí "La interpretación de los sueños" de Freud y novelas policiales, de las que tenía prohibida su lectura por la violencia que contenían, como por ejemplo "Un agujero en la cabeza"", le dijo a DiarioNucleo.com.
Estas experiencias lo llevaron a dar sus primeros pasos como narrador de historias a través de lo lúdico. "Escribía historietas porque me encantaba dibujar y jugaba a que era escritor e inventaba cuentos que no tenían mucho sentido ni estaban bien redactados. Claramente, hubo algo de mi padre y de mi madre dentro de mí y que me sigue acompañando hasta hoy".
Lo importante es el camino
De adolescente nunca estuvo interesado en seguir una carrera universitaria convencional y, gracias a las lecturas de filosofía occidental y oriental que le presentaba su hermano, se dio cuenta que quería ser escritor. "Pero luego algo cambió la primera vez que pisé un set de filmación, ese universo caótico pero a su vez ordenado en el que todos están corriendo con alguna emergencia me fascinó. El vértigo del trabajo y la presión que se vive fue algo que me sedujo y me hizo dar cuenta de que pertenecía a ese universo y que quería trabajar en cine", dijo.
A partir de allí comenzó a transitar un camino lleno de obstáculos y dificultades para poder alcanzar su objetivo. Consciente de las limitaciones económicas de su familia, se lanzó solo a perseguir sus sueños y en su búsqueda se dio cuenta que en realidad estaba acompañado.
"En Pergamino realicé una película independiente con unos amigos y hubo mucha gente de la ciudad que me dijo "sí", y eso fue lo que me motivó porque cuando vos tenés 20 años y estás intentando hacer algo muy difícil hay demasiadas puertas que se te cierran y te dicen "no". Luego me anoté para estudiar guión con Sabrina Farji y Ramiro San Honorio en Buenos Aires, entonces me iba en colectivo hasta el Cruce de Caminos, me ponía a hacer dedo y siempre alguien me llevaba. Esos fueron otros de los "sí" con los que me encontré en medio del proceso. Luego de cursar en el barrio de Once, me iba caminando hasta Liniers sin haber comido nada en el día porque no tenía plata. Recuerdo que hacía ese trayecto a pie porque el colectivo de regreso a Pergamino desde Retiro era más caro y no podía pagarlo. Cuando bajaba en el Cruce me iba caminando en horas de la madrugada hasta mi casa escuchando la clase grabada que había tenido y puedo jurar que pensaba "en este momento no hay otra persona en el planeta entero que sea más feliz que yo"".
La mudanza definitiva hacia Buenos Aires llegó gracias a su profesora, Sabrina Farji, a quien le pidió trabajo y le devolvió una respuesta muy divertida: "Vamos a darle trabajo al chico de Pergamino porque, o está muy loco y nos va a matar un día a todos, o realmente ama el cine y va a hacer carrera".
A esta altura Cristian ya estaba cada vez más cerca de alcanzar su meta contra todas las probabilidades pero las dificultades continuaban poniendo a prueba su espíritu y sus anhelos de triunfar. "El trabajo era por solo dos días pero hubo algo en mi interior que me decía que me lleve ropa para un mes. Realmente trabajé muy bien durante esas jornadas y eso generó la llamada de Aldo Romero, quien fue asistente de dirección de grandes cineastas, y me ofreció quedarme durante todo el rodaje. Me preguntó si tenía dónde quedarme a dormir y mentí, le dije que sí. En verdad lo que hacía era vivir en la calle, pero no lo digo en tono solemne porque en realidad yo era feliz. Dado a que la película tenía muchas locaciones, lo que hacía era recorrer la zona en donde íbamos a filmar al día siguiente y buscaba un buen lugar para poder dormir porque en definitiva siempre hay un techito para alguien que quiera pasar la noche de la manera más rápida como era lo hacía yo".
Tarde en llegar y al final hay recompensa
Tras haber superado todos los escollos, el cineasta pergaminense comenzó a ingresar en un espiral ascendente pero esta vez mucho más veloz. En el año 2010 fue segundo asistente de dirección de la película "Eva y Lola" y cinco años más tarde llegaría su rol como primer asistente de dirección en la película "Operación México, un pacto de amor".
Consultado por DiarioNucleo.com acerca de lo que representa la pantalla grande para él, respondió "La experiencia de ir al cine, el estímulo de la pantalla, el sonido y los personajes, es como sentarse en una montaña rusa preciosa emociones que, primeramente, nace desde la empatía porque, en cierto punto, hay algo tuyo que le prestas al protagonista de la película para sufrir, reír y llorar y cuando termina lo soltás y te vas a tu casa. Esto siempre me pareció algo precioso de este arte". De hecho, Cristian recuerda de manera muy presente cuál fue su primer contacto con la pantalla grande. "Fue en el ex Cine Ferroviario, fui a ver el estreno de "Aladino" en el año 1992 con mi mamá, mi hermano y un amigo. Y todavía recuerdo la escena en la que el genio aparece por primera vez en la película, fue algo muy bonito", recordó.
En el año 2017 tuvo la posibilidad de hacer vivir a los espectadores esa experiencia fantástica que es el cine con la presentación de "La noche más fría", su ópera prima filmada íntegramente en la ciudad de Pergamino.
En lo referido a su visión como director de cine, explicó: "En un punto, las personas que dirigimos cine tenemos que ser artistas muy completos para saber abordar la psique de una personas para luego poder hacerle entender a los actores y actrices cómo funciona la lógica de un determinado personaje. Hay que ser muy observador y eso es algo que considero que tengo de manera intuitiva, de hecho, he llegado a seguir personas desconocidas por la calle para tratar de entender quiénes son. Si de repente me encuentro en un aeropuerto o en un shopping y veo pasar a alguien que me interesa lo sigo un rato y allí comienzo a inventar un universo de situaciones en torno a esa persona. Lo tomo como un ejercicio para nutrir la creatividad".
El 2025 será otro año inolvidable para el cineasta de Pergamino que enfrentó todos los retos del destino y todos los "no" con un temple inquebrantable, su segunda obra, "Gatillero" ,se acaba de estrenar en cines y pronto será presentada en su ciudad natal. También se encuentra
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