Natalia Tealdi es Comunicadora Social y cuando desarrollaba sus estudios universitarios, en Rosario, sintió interés por la fotografía y la convirtió en suy profesión; de vuelta en Pergamino, comenzó a organizar talleres y encuentros, hasta recalar en la vieja sede del GAE (Grupo de Actores Especiales), institución de la cual fue directora durante varios años.
Hace 16 años, uniendo lo artísticos con lo filosófico y el compromiso con causas relacionadas con los derechos humanos; nació Registrarte, un centro cultuiral del cual Natalia fue una de las principales impulsoras. La entidad lleva una década y media de crecimiento constante y compromiso ciudadano.
Miembro de varias agrupaciones relacionadas con los derechos humanos y el feminismo; causas de las cuales es una militante comprometida; Natalia está en todo momento buscando desafíos a su creatividad y pensando acciones colectivas.
Durante la última emisión de EN VIVO: DiarioNucleo.com, que se emite los martes a las 19 por la señal de streaming Fana Digital, Natalia Tealdi contó sus comienzos en el periodismo y la fotografía, el nacimiento de Registrarte y el trabajo que viene realizando junto a Los Veleros Producciones en la puesta en escena de "La Omisión de la Familia Coleman" una obra teatral dirigida por Facundo Cruz que se estrena hoy, a las 21, en el GAE, ubicado en la esquina de Guido y Siria.
-¿Cómo nació Registrarte?
-Registrarte es un centro cultural que en 2024 cumplió 16 años en Pergamino. Empezó con talleres muy chiquitos que luego fueron creciendo; ahora también funcionan allí una editorial independiente y un grupo que se llama Bondi; con el cual realizamos producciones de identidad visual para proyectos culturales e instituciones. Se dan también propuestas de presentaciones de libros y de muestras, es un espacio donde artistas contemporáneos y grupos colectivos se juntan a pensar, a crear.
-En lo personal, ¿de dónde viene el gusto por la fotografía, por la imagen?
-En realidad comencé estudiando comunicación social, me recibí en Rosario y en el transcurso de la carrera me fui vinculando con grupos y realizando distintas experiencias que me permitieron encontrarme con lo fotográfico. En realidad iba a estudiar locución pero el día del examen de ingreso, por los nervios me agarró una difonía. Así que salí de ahí y me anoté en fotografía. De todas formas yo ya sentía una inclinación hacia lo visual pero todavía no había un lugar que me interesara, entonces después cuando empiezo a estudiar fotografía desde un lugar más documentalista, arranqué y encontré mi lugar.
-Estudiaste con cámaras analógicas. ¿Qué significó para vos el paso a lo digital?
-Mi generación compartió la mitad de su formación en lo analógico y la otra mitad en lo digital. Cuando fui a estudiar fotografía, que fueron tres años de formación, hice todo analógico y cuando terminé de estudiar apareció lo digital y tuve que volver a estudiar todo de vuelta: el manejo del dispositivo, la experimentación y toda esa construcción que uno hace de la imagen que me lo dio la formación; pero después las cuestiones técnicas aparecieron de nuevo con lo digital; después de 2001 hubo un boom donde también me pasó que no tenía cámara digital y estudié siempre con recursos muy escasos; hastas que pude comprar mi primera cámara digital.
-Y luego viviste también la revolución del smartphone y la generalización de la imagen y el video...
-Sí, apareció el boom de la imagen, con características diferentes, pero también como para pensar, algunas cuestiones que tienen que ver con la comunicación, con la expresión. En este mundo de la imagen hay más interrogantes que respuestas. Desde el lugar que me toca como artista y formadora, ya que también estoy trabajando en artes visuales y en las carreras de formación técnica en el Instituto (Superior de Formación Docente) 5, es interesante generar un espacio de reflexión en vínculo con la imagen digital porque se pierde la imagen, ya que si bien aparece la posibilidad de sacarla en cualquier momento, estamos todos haciendo imágenes todo el tiempo, pero esa abundancia en el archivo hace que los celulares se roben, se pierdan, se llenen, los dispositivos, se guarden los archivos una nube que no sabemos dónde está, Entonces, soy como la antifotografía por algún momento.
-¿Por qué "antifotografía''?
-Es que aunque parezca ilógico yo aconsejo sacar tantas fotos, porque esa posibilidad implica en un de contemplación. Por ejemplo; nos vamos de viaje con la familia o con un grupo de amigos: ¿Cuántas fotos vamos a sacar? ¿Cuántos momentos queremos recordar de un viaje familiar? Si ni siquiera todos los momentos son maravillosos. De hecho deben ser dos o tres que uno tiene que guardar para construir la memoria que uno quiere. El resto de las fotos termina siendo exceso y por ahí esas tres, cuatro fotos, que sí necesitamos volver a pasar por el corazón, las perdemos porque están en el medio de las otras 100 que no tienen valor.
-¿Qué cuestión específica considerás que hace especial a una foto?
-Depende para qué. Me ha tocado registrar momentos muy difíciles de Pergamino, marchas, movilizaciones sociales, juicios a femicidas, y ahí hay cosas en las que aparece un rol mío profesional desde lo fotográfico que es hacer valer una imagen para que eso no se olvide. Desde ese lugar entonces implica estar ahí lo más atenta posible a ese valor de la imagen que pueda atestiguar ese hecho. Después he registrado otros momentos y otro tipo de fotografía en donde sí aparece la obra artística. Ahí hay todo un trabajo que vengo desarrollando desde hace muchos años y que es también en un vínculo con la naturaleza, con el entorno, de alguna manera. Mi producción artística construye, digamos, una identidad. También hay algo en el color, en las texturas que uno puede percibir en una imagen y sobre todo ese gesto propio. Esa identidad, esa voz propia, como dicen los autores de la gente que escribe, bueno, todo el tiempo estoy buscando ese gesto propio y que muchas veces se da desde el error. Si bien trabajo con lo digital, también trabajo con otros procesos artesanales que lo que me permiten, de alguna manera, es esa búsqueda creativa, innovadora, donde aparece el error, la falla y ahí hay algo que me interesa y rescato.
-¿Cómo analizás el impacto de la inteligencia artificial; en tu caso relacionada con la fotografía?
-Lo veo como algo interesante que abre campos del saber, que genera interrogantes. Creo que también a toda esta idea de la posverdad, ya la veníamos como pensando en otros ámbitos. Llegó, sabíamos qué iba a pasar y en cuanto a la imagen digital, digo, aparece eso mecánico que a quien quiera hacer la edición, la tapa de un libro con una imagen digital y le funciona; para mí eso está muy bien. Pero después cuando uno quiere buscar otro tipo de procesos; siguen teniendo máxima importancia las personas, con su subjetividad, su experiencia y su trayectoria, que se ponen lo creativo. ¿Es lo mismo? No, no es lo mismo para mí, pero también en estos momentos quizás facilitan otros modos de producción para lo que un usuario común necesita.
-Dentro de la práctica de la fotografía, y conforme con lo profesional decidiste dar un paso más y fundaste Registrarte, ¿cómo se dio esa instancia?
-En realidad todo el tiempo estoy pensando qué otro paso puedo dar y en ese caso pasó que el taller de fotografía comenzó a agrandarse. En realidad comencé a realizar los cursos de fotografía en los talleres en el GAE (Grupo de Actores Especiales) y obtuve una beca artística, de estas que da el Municipio, y tenía que devolverle a la comunidad una tarea artística. Y pasa que en el pasillo del Consejo Deliberante me encontré con Marta Lere, directora del GAE, a la que yo no conocía. Ella me invitó a dar un taller para los chicos con personas con discapacidad. Y, bueno, ahí me acerqué y me involucré tanto que después fui durante varios años presidenta del GAE. Eso fue agrandándose con muestras, con festivales de fotografía, venían fotógrafos de otras localidades y a su vez nosotros viajábamos a Rosario, Junín, Buenos Aires y demás.
En 2014 apareció la idea de poder crear un espacio propio y a su vez el GAE se mudaba a otro lugar, en ese momento apareció el nuevo lugar en Espacio Zarratea, con un formato más de centro cultural, el cual me permitía poder pensar la fotografía pero en vínculo con el cine, la literatura y la filosofía, que era un poco la gente que había comenzado a armar cosas creativas sobre esos temas. Entonces, el centro cultural es un poco la idea de centralizar diferentes producciones que se fueron haciendo en el territorio para poder generar un espacio común.
-Ahí también funciona la editorial...
-Por supuesto, la editorial Milena Pergamino, que es una de las editoriales independientes de acá, que la coordina María José Dí Pascuale y Fernando Vilches. También funcionan ahí grupos de trabajo, colectivos, artísticos, feministas y de derechos humanos. También un cuerpo de docentes y talleristas, que lo que pensamos es el espacio de formación.
Es un punto de encuentro pero también de estudio, donde no sólo es el cuerpo docente de profesores locales, sino que todo el tiempo estamos articulando e invitando a profesores, artistas o profesionales de otras localidades, porque nos interesa poder avanzar y profundizar eso. Entonces, hay clínicas de arte que han venido profes de Rosario, como Hugo Masoero, o de Buenos Aires y demás, y ahí lo que se va armando es una red de trabajo, que no quedamos solos en esta parte del mundo y del lugar acá. Entonces, esa red no sólo nos sirve a nosotros como artistas y productores, sino que se va diseminando y vos decís, bueno, quien quiera se puede contactar con esa persona, y nos sirve a todos, digamos, en ese sentido, construir comunidad artística.
-Además es un espacio muy dinámico, siempre están renovando algo...
-Es la idea; tiene que ver con una práctica artística contextual, los contextos nos modifican, en los pensamientos, en lo ideológico y en las propuestas que vamos armando. En ese sentido, el centro cultural va mutando todo el tiempo, y va también atendiendo las necesidades de la comunidad y la verdad es que Pergamino es un escenario muy interesante desde lo artístico y lo profesional, porque la característica que tiene es que muchas personas generan el desarraigo para irse a estudiar a Buenos Aires, a Rosario, a otra localidad y cuando vuelven se encuentran con lo local y se genera una hibridación de experiencias, de conocimiento y empiezan a mezclarse cosas que son raras, digamos. Y todo se enriquece muchísimo, porque hay mucha creatividad en Pergamino, hay mucha producción independiente, teatral, digamos, esto de escritores, poetas, fotógrafos y artistas visuales.
-Cambiando de tema, te preparás para una gran producción teatral en el GAE: La Omisión de la Familia Coleman...
-Así es, estrenamos esta sábado; con dirección de Facundo Cruz: Es una obra que para mí es muy importante para Pergamino, porque se alberga un elenco diverso, con gente que participa en diferentes espacios y a su vez tiene una puesta en escena a la que ya nos tienen acostumbrados Los Veleros Producciones, con todo un lujo para poder pensar la estética, la producción de video, la fotografía, la actuación, toda una mezcla. También el sonido, muy bien ambientado. Hay ahí toda una producción y una puesta en escena que para mí levantará la vara de la producción local y va a ser muy bueno.
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