¿Qué es lo que caracteriza a un emprendedor? ¿Qué lo distingue de un comerciante o productor promedio? ¿Dónde está la clave del éxito de un emprendimiento? Son preguntas que muchas veces se hacen aquellos que conocen la historia de alguien que empezó "desde abajo" y luego de un tiempo logró imponer una marca o crecer en el mundo empresarial. Es muy común creer que existe alguna "fórmula secreta" o que aplicando una serie de puntos se puede obtener un éxito similar.
Lo cierto es que analizar los motivos por los cuales una empresa triunfa es materia para algún tratado relacionado con la administración de empresas, las ciencias económicas o el marketing; ya que depende de variables que tienden al infinito como el momento económico, la importancia del producto ofrecido, la falta o exceso de competencia, la calidad, las relaciones precio-producto y costo-beneficio y un larguísimo etcétera.
Sin embargo, normalmente hay algunas cosas que identifican a la personalidad del emprendedor: una gran confianza en sí mismo, contracción al trabajo, mente abierta y decisión y, precisamente, todas esas características se encuentran presentes en la personalidad de Andrés Lanselotto; un empresario local que hace apenas cinco años comenzó vediendo gorras en su casa y hoy es el propietario de la existosa marca Heaven, con distribución en todo el país, un local de ventas céntrico con futuras sucursales; y que hace poco incorporó a su línea de productos toda una serie de artículos del rubro indumentaria informal.
Durante la última edición de EN VIVO: DiarioNucleo.com, que se emite los martes a las 19 pro la señal de streaming Fana Digital; Andrés Lanselotto contó la historia de su empresa, destacó la importancia del trabajo, explicó los métodos que emplea para lograr los diseños especiales que son el detalle más importante de su marca, y destacó la importancia del apoyo de la familia; entre otras cuestiones.
¿Cómo empezó esta idea tuya de la marca Heaven?
Bueno, trabajaba en una empresa familiar de mucha trayectoria, del rubro rebobinado de motores; que es un oficio muy bueno que aprendí a hacer , trabajaba con mi hermano, que continúa con la empresa y yo es como que quería hacer otra cosa, algo distinto. Siempre me gustó tratar de ir creciendo, buscar algo que que no tenga un techo. Y entonces en la pandemia surgió todo esto de las gorras, en eso tengo que decir que mi señora, Luciana, me impulsó mucho a tomar la decisión de encarar el proyecto; cuando estábamos en pandemia y teníamos mucho tiempo ella me dijo "¿por qué no le metes con lo de las gorras, eso que a vos tanto te gusta hacer?, porque ella sabía que siempre me había gustado que había dicho varias veces "quiero usar una gorra con algo que la haya diseñado yo". La gorra es un accesorio que se usa siempre y no únicamente para el sol. Hoy en día se usa para vestir; vos vas a un boliche y ves a los pibes usando una gorra; inclusive las mujeres se están animando mucho a llevarla y queda muy lindo; hay mujeres que no se animan pero queda muy bien la gorra en la mujer.
Esa idea de vender gorras conicidió con el momento en que salió un crédito para monotributistas de 150 mil pesos, y con ese crédito empecé
O sea sin capital y con deuda.
Y sí, pero me tenía fe. A mí me gustaba mucho diseñar, así que empecé a hacer dibujitos en la computadora hasta que en un momento salió lo que ves hoy. Después averigüé en la fábrica, que a queda en CABA y que a mí me gustaban mucho las gorras que hacía, acá me interioricé sobre el tema del bordado y todo lo que iba a conlleva, buscando siempre una buena calidad y por eso fue al taller de Bonacalza y empecé a materializar los parches que había diseñado.
¿Diseñaste todos los parches de Heaven?
Si, hay un montón de diseños. Veo cosas que me gustan y después voy y las dibujo como para hacer. Por ejemplo, en casa teníamos una matera que tenía varias franjas de colores y me gustaba eso y se me ocurrió dibujarlo para un parche, lo mismo pasó con el diseño de una bicicleta que me llamó la atención. Así es como surgen los parches que después terminan en las gorras.
Empezaste vendiendo en tu casa.
Si, hoy estamos en calle Pueyrredón 582 pero empezamos en el living de casa, ahí armé unos estantes; llené todo de gorras y empecé a ofrecerlas por internet, me hice una cuenta de Instagram y mientras tanto, gracias a Pablo, un amigo que me puso en contacto con un estudio de Buenos Aires, registré la marca. Estuve un año en casa hasta que mi señora me echó (risas) en ese momento había en casa gorras por todos lados y además yo cargaba en un bolsito y salía por ahí a venderlas, finalmente puse el local y ahí todo cambió.
¿Te costó imponer la marca?
Y... en algún momento se puso un poco dificil pero siempre quise seguir para adelante; eso par amí es fundamental y está bueno que la gente sepa que cuando vos querés emprender algo, tenés que meterle, cerrar los ojos y meterle para adelante. Y si bien no fue fácil al menos desde el primer momento en que salí a vender, vendí. Me cargué una valija y me fui a Colón, visité dos o tres locales, vendí. De ahí me fui a Rojas y Salto y me vine con un montón de efectivo. Ahí se me ocurrió la idea de empezar a vender al por mayor, que es el paso siguiente.
Y al mismo tiempo te encargás de mantener la empresa funcionando
Hoy en día paso más tiempo pensando en diseños y buscando la forma de crecer; la que maneja los números, es mi señora, que ella lleva a la administración del local y me sacó un peso de encima, porque ella se dedica ella a lo que son los números, ir al banco y todas esas cosas que yo no quiero hacer.
¿La producción está tercerizada?
Claro, hay una fábrica en CABA a la que yo le puedo decir cómo quiero la gorra. Ellos las hacen; me las mandan y luego acá les hago toda la personalización: Leticia, una prima, me hace todo el etiquetado. Eugenia, otra chica, se encarga del pegado de parches. Antes hacía todo yo en un tallercito que me había armado atrás del local. Pero bueno al ir apareciendo otras cosas que te demandan tiempo y ahí empecé a delegar.
¿Qué otras cosas fueron apareciendo?
Un día hice unos diseños para unos buzos y me animé a concretarlos, la verdad es que recontra gustaron y los estoy vendiendo inclusive ahora, en verano porque hay gente que lo vino a comprar para ir a la playa y se venden muy bien. También hemos hecho shorts de baño y ahora estamos con las remeras, que todavía no llegamos a mayorizar como hicimos con las gorras pero vamos en ese camino, así que creciendo.
¿Por qué "Heaven"?
A principios de los 2000 viví un tiempo en Estados Unidos y ahí conocí un barrio que se llama Winter Heaven. Me enamoré de ese lugar; ahí vive hoy en día la persona con la que yo vivía allá, un amigo de mi viejo, así que por eso salió Heaven.
Hoy estás en toda la Argentina.
Si, con las gorras vendemos desde el Norte hasta Ushuaia; mucho la verdad. Me doy cuenta de que los diseños gustan así que estamos muy conformes; y como proyecto tengo el de implementar una franquicia; es interesante ese tema porque es el mejor método para poder estar con la marca sin tener que abrir sucursales y procurar toda esa logística. Así que en lo que hace a las sucursales vamos por ese lado.
¿No te da miedo dar un paso en falso, invertir en algo y que no funcione?
No porque con el miedo vas para atrás; siempre se necesita una cuota de audacia; yo me aferro a la idea de que si te parece que algo anda, dale para adelante. Si a vos te gusta, dale para adelante. Eso es lo que en un momento le dije a Dante Gazaba; mi community manager; él estaba estudiando abogacía y pero le gustaba mucho todo esto, así que le dije "Hacé lo que te gusta" que es lo mismo que le dije a otro chico amigo que iba al gimnasio conmigo, que era profe del gimnasio y le gustaba sacar fotos. Muchas veces por no dejar un sueldito uno se queda en su zona de confort, pero pasa que tenés talento para algo que encima te gusta mucho y por miedo terminás no haciendo nada y aferrándote a la estabilidad. Haciendo algo que no te gusta y si, ganás lo suficiente para vivir pero sin satisfacciones. Soy un convencido del clásico dicho "el que no arriesga no gana".
No es tu primera experiencia como emprendedor porque en una época habías diseñado unos elementos para pesca.
Se llamaba Light Fisher y fue algo que creamos con Sebastián, muy amigo mío y fanático de la pesca. Consistía en un tubito transparente, hueco, de plástico, y lo pintábamos de color flúor y le insertábamos una lamparita LED, una pila y un termocontraíble. A ese tubito vos lo ponías en la punta de la caña y lo encendías; y entonces vos estabas comiendo un asado o lo que sea, y de noche se veía la luz y si se movía sabías queestaba picando. Pero bueno, faltó en algún momento alguien que lo pudiera financiar y armar la luz era un montón de laburo.
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