Ariel Ortiz Avilés es una personalidad de las que hay muy pocas en Pergamino; docente comprometido con su profesión; recientemente jubilado. Amante de la música, el cine, la literatura y la enseñanza. Ha organizado numerosas actividades sociales, ciclos de cine y charlas debate. Junto con el Dr. Juan Carlos Pacífico Annan, es uno de los principales conocedores locales del conflicto árabe-israelí y ambos han llevado a cabo barios eventos para intentar explicar un fenómeno difícil de entender y que involucra hoy en día a gran parte de la humanidad.
Además colaboró en la realización del libro "Desafío a la Utopía", en el que cuenta la historia del Barrio San Martín y es una persona de consulta frecuente en medios de comunicación locales en cuestiones relacionadas con la historia argentina y mundial.
Durante la última edición de EN VIVO: DiarioNucleo.com, que se emite los martes a las 19 en Fana Digital, Ortiz Avilés habló sobre su infancia, la historia, la enseñanza, el conflicto Palestino Israelí y sus dos visitas a la AMIA con alumnos de secundaria.
Finalmente te jubilaste
Así es, estoy jubilado pero sigo laburando, voy a seguir trabajando porque recientemente concursé en las materias del profesorado que venía dando desde hacía 17 años gané ambas materias por concurso.
Bueno, no se puede decir que no conozcas del tema
Si pero nunca hay que subestimar un examen ni una capacitación; había que presentarse y había que rendir. Por más que uno tenga una trayectoria, siempre hay que rendir exámenes y actualizarse y yo soy partidario de eso porque nadie tiene nada asegurado y me parece que por alguna exigencia personal actualizarse en la bibliografía, sobre todo en Historia Argentina siglo XIX e Historia Argentina siglo XX y XXI. Claro.
¿Por qué es necesario actualizarse permanentemente?
Porque los enfoques van cambiando, la historia tradicional ya no se da, no responde a las necesidades de hoy, si bien fue una historia muy bien escrita, por (Bastolomé) Mitre por ejemplo, la historia tradicional, en este momento no responde a las expectativas ni las necesidades en lo que hoy es la realidad de una escuela tanto primaria como secundaria. Por eso es necesario estar siempre actualizado.
Cumplís tareas también en el Programa de Extensión Universitaria para Adultos Mayores (PEPSAM) de la UNNOBA.
Sigo trabajando en esos talleres de extensión en el ámbito de la Historia Argentina y el Cine. Estoy desde hace 13 o 14 años, una experiencia trementa, enriquecedora y me ha dado grandes satisfacciones.
Tenés una historia de vida particular, sos por partida triple peruano, rosarino y pergaminense.
Nací en Lima, en 1967 y mi viejo era médico, había venido a estudiar medicina acá a la Argentina, viajó en un camión junto con varios compatriotas desde Lima hasta Córdoba en 1950: los tipos se vinieron y se pusieron a estudiar y mi viejo se recibió en la Universidad Nacional de Rosario. Allí conoció a mi mamá que era salteña e hija de vascos, entonces en una de esas idas y vueltas nací yo. Porque mi padre se recibe de médico acá en la Argentina y cuando vuelve a Perú tiene que revalidar el título y resulta que le dan para revalidar una labor durante un año en una posta sanitaria en Sicuani, en el departamento de Cusco, cerca de donde es toda la parte de Machu Picchu. De ahí surge una anécdota porque en esa actividad para revalidar su título de médico mi padre tenía que hablar con interlocutores que eran población originaria, tenía que hablar quechua. Y las primeras palabras que yo aprendí fueron en ese idioma. Entonces cuando vinimos a la Argentina mis padre, me anotaron en la escuela Nº 1 de San Nicolás, y yo no me adaptaba. Así que me mandaron al viejo grado A, que era donde iban los chiquitos con problemas; hasta que me di cuenta que nadie hablaba quechua. Ocurría que no me adaptaba por un tema de idioma.
Después viviste en Rosario
No, en San Lorenzo: estudié parte de la primaria en el Colegio San Carlos de esa localidad santafesina y después vinimos a Pergamino, donde vivimos desde 1976 hasta el 1980 y después volví a San Lorenzo, para regresar a Pergamino ya de adulto.
Fuiste uno de los pocos docentes que trataron de explicar en clases un tema muy complejo y de gran actualidad como es el conflicto palestino israelí.
Bueno, eso se dio junto con Juan Carlos Pacífico, que también ha trabajado mucho en el tema y en particular una experiencia que me dio muchas satisfacciones fue cuando con alumnos del Industrial fui dos veces a la AMIA.
¿Cómo surgió eso?
Me contacté con gente de la comunidad judía de Buenos Aires, y había que cumplir una serie de trámites por seguridad, después del atentado que ellos tuvieron en 1994, una vez completados los trámites pudimos acceder a visitar el lugar. Fue una experiencia muy grata, porque permite apreciar la influencia de la colectividad judía en Buenos Aires, una ciudad compuesta por barrios que fueron predominantemente judíos en un momento como Villa Crespo, Once, Pompeya... Es muy fuerte la impronta y el aporte judío a la cultura argentina. Y generalmente no nos detenemos en analizar todo el aporte valioso que ha tenido esa influencia. En la Argentina hay aproximadamente 60 ciudades que fueron colonias judías. Teodoro Herzl, en “El Estado Judío”, plantea la posibilidad de que Argentina puede ser un espacio para formar un Estado, “para que tengamos un Estado” dice él. Después los judíos del centro de Europa, los judíos ashkenazí, se decidieron por la región de Palestina. Pero de todas formas hoy en la actualidad hay 60, 70 localidades argentinas que fueron antiguamente colonias judías, con un enorme aporte a la cultura Argentina.
En ese contexto, llevar a mis alumnos de Pergamino a la AMIA, que los dejen entrar, y bueno, hablarles sobre lo que fue tanto el atentado de la Embajada, en 1992, como el de la AMIA, en 1994, que son episodios que, no digo que la gente se olvidó, pero por lo general no los tiene muy presentes. Que ocurrieron en los 90 y que al día de hoy permanecen impunes.
¿Cómo fue la reacción de los chicos cuando estuvieron allí?
A algunos los asustó un poco el tema de la seguridad porque está todo vigilado. Apenas llegamos con la combi estacionamos en la puerta y entonces apareció un joven muy robusto y nos dijo “No, acá no. En la esquina” estacionamos en la esquina y nos pusieron a todos contra la pared. Entramos por una puerta y después pasamos por una habitación y de la habitación al patio interno; donde está el famoso monumento que suele mostrar el programa de la AMIA. Que es muy impactante porque está hecho con un metal especial con el que se hacen las naves espaciales. Es una escultura increíble. Y después tuvimos un recorrido por el auditorio, el museo de la colectividad.
Debe ser conmovedor estar en un sitio que sufrió un atentado que marcó para siempre la historia argentina.
En ese sentido fue muy especial porque en la primera visita tuvimos el acompañamiento de una psicóloga que estuvo sobre todo en el proceso de recuperación o de acompañamiento de los sobrevivientes después del atentado. Entonces fue una experiencia muy fuerte. Yo creo que a los chicos les fue una experiencia que les significó una enseñanza importante.
En esos viajes visitaron también el museo del Holocausto, en la calle Libertad.
Esa visita fue especialmente fuerte. El recorrido en ese momento duraba dos horas pero hubo un momento que los chicos dijeron “no, basta. Nos vamos” estuvimos sólo una hora. Entonces yo creo que sacar a un chico, digamos, y llevarlos a otro contexto es otra forma de enseñar también. Y creo que los chicos se llevaron una enseñanza y una experiencia de vida importante de aquellos viajes.
Tiempo después, en un curso de Extensión Universitaria, trajiste a Pergamino a un imán y a un rabino.
Fue con un grupo de gente que estábamos a cargo de ese curso sobre el conflicto árabe-israelí. Yo me encargaba de la parte de cine y la parte de historiografía. Entonces yo me he encargado de ver las películas israelíes y palestinas que hacen referencia al tema, que es un cine muy particular, es un cine no comercial que inclusive en cuanto a la duración, a mí siempre me llamó la atención, son películas que duran una hora y diez. Y en ese contexto fue que vinieron a la ciudad para complementar esa actividad un rabino y un imán, y nos dejaron un panorama más amplio, porque no se puede entender un conflicto con tantas aristas si no se escucha a las partes.
Siempre usaste el cine como herramienta educativa.
Lo que pasa es que hoy por hoy la imagen me parece que acompaña una forma de enseñar, hoy cualquier profesor de cualquier materia va a tener que recurrir a la imagen. Cinco minutos de una película, una secuencia de una película. Una escena, una toma, yo creo que transmite un mensaje contundente al alumno porque hoy es otra lógica, otra percepción de la realidad. Entonces en ese sentido me he valido mucho de cine. Ya en la última etapa de mi trabajo como docente iba con un Smart TV a la escuela porque creo que la imagen hoy es fundamental. Obviamente no tiene que ser todo imagen, es necesaria la explicación con rigor científico, pero es una herramienta que ha dado resultados muy buenos.
Y en tu caso, con el recurso cinematográfico, has podido transmitir un conflicto muy complejo como es el conflicto palestino-israelí.
Soy un convencido de que recurso cinematográfico sirve para transmitir conocimientos históricos. Porque por ejemplo encontrás realizadores israelíes a favor de la causa palestina, por ejemplo.
¿Dónde encontrás ese material??
En Rosario vivía a dos cuadras de un videoclub, que ahora está por cerrar aparentemente, que se llama Videoteca era gigantesco y había de todo en VHS. Entonces, uno iba y veía estanterías llenas de Kurosawa, Fritz Lang, cosas así. Entonces yo iba y preguntaba porque el tipo que te atendía en el videoclub sabía de cine. Recuerdo que mi hermano, un tipo más aparato que yo en ese sentido y un día fue a alquilar una película y le dijo al que atendía “¿Cuál es la última frase que le dice el personaje de Belmondo en “Sin aliento” a la chica? Y el tipo que atendía le contestó “Sos una basura”. Y esa era la frase (risas). Ese videoclub fue la puerta de entrada a un cine diferente, alejado del circuito comercial hollywoodense, que sigue filmando Batman mientras hay todo un mundo por descubrir.
¿Qué es lo que más te gusta enseñar dentro de la historia?
Me gusta todo. Por ejemplo, en una época, antes de venirme para acá, fui ayudante de la cátedra de Historia de Asia y Africa II, en Humanidades de la UNR: Estudiábamos los procesos africanos y los procesos asiáticos del siglo XVIII y siglo XIX. A mí me encanta, me fascina esa historia. Lo que pasa es que no hay mucho lugar en los programas para ese contenido.
Y obviamente, me interesa todo lo relacionado con el conflicto palestino-israelí; de hecho lo que nosotros entendemos como mundo islámico muy complejo, muy dividido. Para explicarlo de manera “wikipediana”: 20% de los musulmanes son chiitas, que son los más ortodoxos, los más clericales; 80% sunnitas, que son los más laicos dentro de lo que es el mundo islámico. Los cristianos tuvieron una reforma religiosa, con Martín Lutero mientras que los musulmanes vivieron cinco reformas en un período mucho más breve. No se puede explicar así por arriba y teniendo en cuenta lo que está pasando y la forma en la que este conflicto influye en lo que pasa en la actualidad, siempre es bueno saber un poco más acerca del mismo.
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