Ignacio Ostertag es periodista y abogado, tiene 44 años y desde la infancia es un apasionado por el relato deportivo: se inició a los 13 años en ese semillero inagotable que fue "Radio Mon en el Deporte", junto a personalidades de la talla de José Luis Picarelli, Carlos José Bonet y José Abel Griño, entre otros. Luego estudió y se graduó en TEA y Deportea, para pasar a cubrir equipos de la liga Metropolitana y luego Nacional, también relató a Douglas Haig y gran cantidad de partidos de la liga local.
Durante la Pandemia, tuvo la idea de relatar a través de sus redes sociales la campaña del club de sus amores, el Feyenoord Rotterdam, el más popular de los Países Bajos y tercero en el número de campeonatos obtenidos detrás del Ajax y del Eindhoven. Bajo su seudónimo "El Bombástico", se colocó un par de auriculares, tomó el micrófono y, con su particular estilo, se ganó en poco tiempo el cariño y el fervor de miles de roterdameses. Los videos de sus relatos se hicieron extremadamente populares, sobre todo en la antigua ciudad portuaria, distante más 12.000 kilómetros de Pergamino, a punto tal de generar un peculiar fanatismo entre los simpatizantes del club, nacido en 1908. Los hinchas comparten fotos de "El Bombástico" en sus redes y cuelgan banderas con su retrato en las gradas del estadio. Además de no perderse ninguno de sus relatos.
Ya convertido en una celebridad, Ignacio tuvo la posibilidad de viajar a Holanda, donde fue recibido con honores por hinchas y autoridades del club, que lo esperaban en el aeropuerto, y pasó allí varios días que, según dijo, jamás en toda su vida soñó con vivir.
Cómo un periodista pergaminense se hace fanático del Feyenoord Rotterdam y cómo luego él mismo se convierte en una celebridad relacionada con el club son preguntas cuyas respuestas permiten descubrir una historia muy interesante que se cuenta en detalle en las líneas que siguen, gracias a una entrevista que Ignacio "El Bombástico" Ostertag concedió a DiarioNucleo.com
DiarioNucleo.com: ¿De dónde viene tu pasión por el fútbol?
El Bombástico: Tuve una linda crianza con mis padres y a mi viejo le gusta mucho el fútbol y me llevaba a practicarlo, por lo que me terminé enamorando de este deporte, el único que por ahí podía practicar o sabía cómo hacerlo. Me costó muchísimo, porque de joven no tenía una buena complexión atlética de joven pero gracias a esa educación que tuve, a la persistencia y al hecho de asistir en todos los entrenamientos logré estar en Douglas y ahí hice todas las infantiles y las inferiores.
DN: ¿Y cuando pasas del gusto por el fútbol a las ganas de relatarlo?
EB: No hubo un paso sino que se dio en simultáneo, de niño se me daba por juntar los soldaditos, los muñequitos y los ladrillitos que los chicos teníamos en aquella época y armaba estadios de fútbol arriba de la mesa, ahí pensaba partidos y los iba relatando. Reuerdo por ejemplo que en el mundial 90, sabía los nombres de jugadores de casi todos los equipos. Era un fanático de eso, no tanto de las estadísticas ni de la táctica, no me interesaba mucho ser un director técnico, pero sí conocer en detalle cada uno de los jugadores, tenía los álbumes de figuritas y creo que llené todos los que tuve.
En la época de la Primaria y la Secundaria, como un juego, relataba partidos y en la adolescencia, cuando iba a los boliches y tenía la oportunidad de hablar con una chica, aparecía un amigo y le decía a ella "él relata partidos" y entonces me pedía que relatara un gol. Una cosa insólita. Había magia en eso.
DN: ¿Cuando decidiste convertir ese juego en algo real?
EB: A los trece años, viendo cómo me gustaban todas esas cosas, mi papá, que era amigo de Coqui Hannun (recordado locutor local), le contó lo que me pasaba y él me vino a buscar a mi casa y me llevó a trabajar a Radio Mon, ahí hice las primeras experiencias con (José Luis) Picarelli, Carlos José Bonet, con José Abel Griño, entre otros. Esa experiencia me sirvió muchísimo y me dio muchas herramientas para aprender a comunicar, porque a mi me costaba mucho expresarme.
DN: ¿Después vino la formación profesional en TEA?
EB: Claro, cuando terminé la secundaria mis viejos hicieron un sacrificio total para darme la chance de estudiar en TEA y Deportea, nada menos. Tuve la suerte de tener de profesores a capos como (Horacio) Pagani, como Alejandro Fabbri o (Marcelo) Palacios, aprendí escritura, redacción, radio, televisión, era como un servicio militar pero de periodismo. Gracias a esa formación intensiva y exigente pude llegar a relatar en TN Deportivo, hacer pasantías, notas, entrevistas. Hay que tener en cuenta que para mí llegar a relatar en cancha de Atlanta fue como tocar el cielo con las manos. Más adelante tuve la chance de ser corresponsal de TyC, ya que cumplí un sueño porque hice todas las competencias, cubrí a Las Leonas, a la Selección Nacional de Voley, eventos de magnitud como la Copa Davis, la Challenger, la Copa Libertadores, Liga Profesional, que en ese momento se llamaba Liga de Primera División, Nacional B, Primera B, Torneos del Interior... Eso me permitió viajar y conocer, y me permitió adquirir una gran experiencia, además de conocer gente.
DN: ¿Recordás el primer partido que relataste?
EB: Con toda claridad. Fue un partidazo del fútbol local entre Compañía y Provincial, en la cancha de este último, con Carlos Bonet como comentarista. José Luis Picarelli era el relator original pero estaba en Mar del Plata y Bonet me eligió a mi. Supongo que porque yo era movilero en las fechas del fútbol local y cuando me daban aire siempre trataba de hablar un poco más. El encuentro terminó tres a tres y lo recuerdo con mucha nostalgia.
DN: Y el fanatismo por el Feyenoord Rotterdam ¿de donde viene?
EB: También cuando tenía 13 años, a principios de los 90 se produjo el boom de la TV por cable y pudimos empezar a ver partidos de fútbol europeo y nos enganchábamos con esas transmisiones. Un día vi una publicidad de un equipo con la camiseta roja y blanca que se enfrentaba a un partido decisivo contra Groningen. Mostraban un estadio espectacular y me llamó la atención enseguida. Resulta que al final ví el partido, el Feyenoord ganó por goleada, salió campeón y se metió en mi corazón. Desde ese día fui fanático para siempre.
DN: ¿Cuando tuviste la oportunidad de ver al Feyenoord por primera vez desde una tribuna?
EB: Como tantas otras cosas, se lo debo al sacrificio de mi viejo que, en 1997, se enteró de que el Feyenoord estaba haciendo pretemporada en Argentina y que iba a jugar en la cancha de River, así que me llevó al Monumental a ver el partido, que ganaron los millonarios por 3 a 1. Aclaro que si a alguno le interesa ver ese encuentro en YouTube no lo va a encontrar porque fue un desastre. El Feyenoord terminó con ocho jugadores, no era un equipo sobresaliente en los noventa y tampoco en el 2000, tuvo algunos cuadros flojos. Recién hace 10 años que comenzó a evolucionar. Esa fue la primera vez que los vi en una cancha.
En aquellas épocas, todavía sin redes sociales, me pasaron cosas geniales. En 2001, un día estaba en la cancha de Rosario Central y de golpe veo a una persona con una camiseta roja y blanca. Pensaba que debía ser alguna de Central, alternativa, pero de todas formas me acerqué y resultó ser un holandés y la camiseta era la de Robin van Persie, jugador de la Orange (selección de fútbol de los Países Bajos) y leyenda del Feyenoord. Yo en ese entonces ya hablaba inglés y me puse a charlar con él en ese idioma. Así me enteré de que había venido a ver a Pablo Sánchez un jugador histórico de Rosario Central que había jugado un tiempo en el Feyenoord. Quedamos en que me iba a mandar una camiseta y así lo hizo. De todas formas yo ya tenía una porque en en 1997, cuando el equipo jugó en River, mi papá hizo gestiones para intercambiar una camiseta del Feyer por una de Douglas Haig, Esa camiseta era la de Henk Vos. Pues bien, hace tres años, cuando llegué a Rotterdam, ¡Henk me llamó por teléfono! y me dijo "Vení mañana que voy a estar en tal lugar" nos encontramos y me firmó aquella camiseta de 1997. Vaya historia.
DN: ¿Cuándo y cómo decidiste empezar a relatar los partidos?
EB: Empecé porque me gusta relatar y las plataformas digitales tienen un potencial tremendo: estábamos en plena Pandemia y lo veo al relator de ESPN, cuyo nombre no recuerdo y tampoco quiero mandarlo al frente, y dice "perdónenme pero yo estoy en mi casa y no quiero molestar a mis vecinos así que no voy a gritar los goles" y entonces me dije que era mi oportunidad, así que abrí el relato y grité los goles con toda mi alma, y después subí la grabación a las redes. Eso llamó la atención y se viralizó en Holanda, aunque al princpio usaba Youtube, pero no tuvo tanta repercusión. Cuando comencé a hacer las transmisiones por Instagram todo se precipitó, veía el contador de visitas y marcaba, 235 mil, 300 mil, después sumé TikTok y capaz que tenía 350 mil. Me costaba creer semejante cantidad de reproduccciones.
DN: ¿Cómo aprendiste el neerlandés?
EB: Primero por fonética. Miro todos los partidos y utilizo una VPN para hacerle creer a Internet que estoy en Holanda. Además tengo amigos que me pasan la televisación desde allá. O sea que yo veo, escucho cómo hablan, veo la pronunciación. Y entonces presto mucha atención, me voy anotando algunas cosas. Y lo que no sé, lo pregunto. Y voy preguntando cómo se dice tal o cual cosa, así me voy prefeccionando.
DN: Hace tres años tuviste la oportunidad de visitar Rotterdam ¿qué recordas de esa experiencia?
EB: Voy a ser cauteloso en la respusta pero no puedo dejar de decir que me sentí como si estuviera en mi casa... e inclusive un poquito más. Sentí como si hubiera nacido ahí, en esta parte de Europa. No sé si se llegará a comprender lo que me pasa porque no tiene que ver con la gente, ni con lo bien que me trataron. O que no me dejaron pagar nada porque todo eso por ahí se puede llegar a terminar. Pero lo sentí al caminar por esas veredas. Percibí , cuánto dolor que sufrió esta gente, porque en Rotterdam tuvo que ser reconstruida desde cero. Hay lugares a la noche donde tienen luces que te muestran dónde cayeron las bombas. Es la ciudad más moderna de Holanda porque fue destruida por completo durante la guerra y por eso la mayoría de las construcciones son relativamente nuevas en comparación con otras localidades de la zona.
La gente me decía que los holandeses son fríos pero la verdad es que me trataron como uno más, con mucho cariño y fervor. Tengo anécdotas increíbles.
DN: ¿Podrías contar algunas de esas anécdotas?
EB: Hay un montón. Una vez cuando bajé de un tranvía la gente me vió y empezó a hacer como un túnel y a cantar "El Bombástico. La, la, la, la, la. Y yo me largué a llorar y me pregunté "¿por qué esto pasa en Holanda?, ¿por qué me llega este reconocimiento acá cuando yo toda la vida relaté en Pergamino?
Desde que llegué a Rotterdam me senti de esa manera, me estaban esperando los hinchas en el aeropuerto; me conocía el personal de Migraciones: "llegaste Bombástico" me dijeron, hasta el piloto del avión me saludó. Después me dejaron estar con los jugadores en la zona VIP. Ahí me crucé con el flaco (Rolando) Schiavi, que había ido a ver a Marco Senesi. Me hacían sentir como un rey, firmando camisetas y me esperaban los hinchas después del partido.
Otra experiencia única fue ser ovacionado en la cancha del Feyenoord, ver mi cara estampada en una bandera, en esos momentos sentía que no daba más, que no iba a poder soportar tantas emociones. No lo podía creer.
DN: ¿Tenés contactos con otros hinchas del club?
EB: Si claro, desde 1998, cuando empecé a tener Internet, sigo los foros del Feyenoord y eso me permitió conocer a mucha gente. La última vez que estuve en Rotterdam fui a visitar a un amigo que conozco de las redes sociales, que se llama Peter Huckmans, Peter tiene un problema de salud y es un fanático del Feyenoord. Ese día había un banderazo, previo a un clásico que era imposible perderse. Así que ahí estuve, como un holandés más.
DN: ¿Por qué "El Bombástico"?
EB: Dice la gente que mis relatos son explosivos. Además, cuando era chico en el barrio me decían bomba, sobrenombre que me quedó para siempre, así que de ahí a Bombástico hay solo un paso. No hay mucho para decir, lo hice medio en broma, a la gente le gustó y todos me llaman así.
DN: ¿Cómo surgió la posibilidad de viajar a los Países Bajos?
EB: Con la viralización de los videos que empecé a hacer en Pandemia se generó una corriente de afecto con la gente y un día me llamaron del club para invitarme a un clásico. Tenía entrada gratis pero no pasaje, alojamiento ni comida. Les dije que era imposible pero me contestaron que: "Tus amigos te van a ayudar" y entonces supe que un hincha que me sigue en las redes y llama Noel me dijo contó que habían hecho una campaña de recaudación de fondos y en cuatro horas juntaron la plata para el pasaje y el hotel. Por eso estoy muy agradecido porque todas esas cosas son sueños, y ni siquera eso, porque ni en mis sueños más fantasiosos hubiera imaginado semejantes cosas.
DN: ¿Esa fue la vez en la que estuviste con Marco Senesi?
EB: Claro, Marco Senesi es un jugador de San Lorenzo que después pasó a Feyenoord y tiene una familia familia hermosa que me dio la oportunidad también de hacer un poco de prensa, me invitaron a la casa, me regalaron ropa del club. sentí como si fueran mis hermanos, como si fueran mi familia. Después he tenido la posibilidad de hacer otros viajes y siempre que pueda voy a seguir viajando a Holanda y seguir viviendo ese sueño.
DN: Teniendo en cuenta todo lo que contás ¿evaluaste en algún momento la posibilidad de radicarte en Rotterdam?
EB: Sería muy bueno que eso suceda pero es realmente muy difícil porque no tengo la ciudadanía, no tengo la nacionalidad y en tanto no cuente con toda la documentación no tendré oportunidades laborales, inclusive para la gente del Feyenoord, que obviamente me tiene mucho cariño. Holanda es un lugar muy estructurado y las normas se aplican a rajatabla. Pero la idea o mi sueño es ese y sería lo más lindo que me pasaría en la vida: conseguir un trabajo y vivir en una ciudad de ensueño como Rotterdam, que la siento como muy mía, como que pertenezco ahí. Ese sentido de pertenencia, eso es lo que me pasa cada vez que estoy en ese lugar.
Voy a tratar de encontrarle la vuelta: por ahora sigo estudiando neerlandés cada día y haciendo todos los rogresos posibles, es un proyecto lejano, pero lo voy a pelear, voy a seguir luchando hasta el final, hasta que en algún momento ese puño apretado y cerrado de alegría, de emoción despierte en esta garganta no sé, una carcajada de alegría y al mismo tiempo felicidad por haber cumplido una meta que se me pasó por la cabeza durante gran parte de mi vida.
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