Jorge Francavilla: más de 15.000 revistas de todas las épocas
Amante de la historieta y conocedor del arte de la encuadernación, este pergaminense asegura no ser un coleccionista sino "un preservador, alguien que guarda estas publicaciones para las generaciones futuras".
Argentina es un país con una larga y prolífica tradición editorial y a finales del siglo XIX, en coincidencia con las corrientes inmigratorias, el desarrollo económico y el incremento de la población, se produjo un crecimiento muy importante en el número de publicaciones; lo que hizo que surgieran gran cantidad de imprentas y empresas editoriales: algunas duraron poco, otras vivieron una época de apogeo y entraron en decadencia y muy pocas lograron subsistir y reconvertirse.
Durante prácticamente todo el siglo XX Argentina fue uno de los países más lectores de América, se editaban gran cantidad de diarios, libros y revistas de todas las temáticas imaginables. Es nada menos que la tierra de la Feria del Libro, próxima a cumplir cincuenta años de su primera edición.
Dentro de esa importante industria editorial desarrollada y perfeccionada durante tanto tiempo; la historieta ocupó siempre un lugar de relevancia. Guionistas y dibujantes a la altura de los mejores del mundo producían cada semana, quincena o mes, historias de todo tipo que eran regular y metódicamente leídas por cientos de miles de argentinos y también por habitantes de otros países de habla hispana, ya que la industria editorial nacional exportaba en grandes cantidades.
El transcurso del tiempo y la constante aparición de nuevas tecnologías fueron poco a poco condenando al olvido al formato de revista y lo fue reemplazando por plataformas digitales, con todas sus ventajas e inconvenientes, pero que definitivamente se han impuesto en el mercado.
Poco a poco las viejas revistas de historietas fueron quedando arrumbadas en galpones, garages y depósitos hasta que el tiempo, la humedad o los sistemas de reciclaje de papel las fueron haciendo desaparecer.
Sin embargo en Pergamino, hay una persona que se dedica a rescatar del olvido y preservar el producto de aquella poderosa industria editorial. Jorge Francavilla, encuadernador y apasionado de la historieta; lleva acumulados más de 15.000 ejemplares que formarían parte del sueño de cualquier entendido; El Tony, D'Artagnan, Intervalo, Lupín, Afanancio, Rico Tipo, El Eternauta, Nippur, Patoruzú y Anteojito conviven prolijamente alineados en bibliotecas junto a especímenes mucho más raros como Las Aventuras del Gordo Porcel; Cacho Polenta o Michín y Provolón.
En diálogo con DiarioNucleo.com, Francavilla señaló que "no soy un coleccionista sino alguien que se dedica a preservar estas cosas para las generaciones futuras. Estas revistas que vemos acá nos dieron horas de felicidad, de alegría. Hoy lamentablemente la tecnología ha dejado atrás a las revistas. Hace cuarenta años vos pasabas por un kiosco y podías quedarte horas mirando las publicaciones, había de todo y para todos los gustos; hoy es muy poquito lo que queda" analizó.
Según comentó, desde chico Jorge fue "muy cuidadoso" con las revistas y libros que había en su casa y "no tiraba nada, sino que las fui guardando. En aquella época se usaba mucho el canje. Vos ibas con una revista tuya, que ya habías leído, pagabas lo que hoy sería algo así como 100 pesos, la dejabas y te llevabas otra. Así las publicaciones iban pasando de mano en mano y en poco tiempo quedaban destruídas, en cambio yo cuidaba mucho las mías y con el tiempo, empecé a comprar lo que iba encontrando" recordó y agregó que "cuando viajamos con mi esposa a algún lado buscamos siempre las librerías de viejo y vamos comprando lo que encontramos. Al principio era más fácil, hoy es cada vez más complicado encontrar cosas porque casi no queda nada" señaló.
"El papel que se usaba era bastante malo", sigió contando Jorge Francavilla en su diálogo con DiarioNucleo.com "la gente leía la revista y la cambiaba o la tiraba, o bien la metía en galpones. Yo he ido a lugares donde he visto que al papel se lo come el bicho bolita, el grillo, la cucaracha. Además la tierra y la exposición al sol lo hacen pedazos" remarcó Jorge, claramente un entendido en el tema, ya que trabaja en una librería e imprenta tradicional de Pergamino "yo por eso siempre protejo las revistas con un nylon, que además evita que exista combustión al privar al papel de oxígeno" continuó explicando: "Cuando el papel se empieza a poner amarillo y viejo, está ya en ignición. Se usaba un papel muy malo y tintas que ahora estarían prohibidas por inflamables y tóxicas. Yo lo veo en mi trabajo, una mprenta que tiene 130 años. Las mesas tenían mármol arriba donde se colocaba la tinta y esas manchas perduran hasta el día de hoy" comentó.
En otro tramo de su diálogo con DiarioNucleo.com, Jorge señaló que: "Cada vez que voy a algún lado trato de encontrar alguna cosa especial; tengo revistas únicas porque es muy poco lo que se ha preservado" explicó y agregó que "hay una colección en el Museo de la Biblioteca Nacional y también está el Museo de la Historieta en Buenos Aires, hoy a cargo de (Juan) Sasturain, que es uno de los pocos guionistas que ha quedado de la época, y muy poco más" señaló.
En cuanto a las rarezas que posee; Jorge contó que "hay historietas que se editaron y que no tuvieron éxito como Michín y Provolón, que viene a ser como Tom y Jerry argentinos. Nadie escuchó hablar de ellos en su vida. Pues bien, yo tengo un ejemplar. En la época de auge del comediante Jorge Porcel, se editó un comic. 'Las Aventuras del Gordo Porcel", que duró muy poco. También la tengo" relató y agregó que "hubo muchas revistas que buscaron aprovechar el momento pero no tuvieron éxito y duraron muy poco, algunas eran simplemente malas ya que si las comparamos con los productos de la editorial Columba o con El Eternauta, por ejemplo, la diferencia es abismal. Hubo revistas como por ejemplo, Don Nicola, Yerri Luis (inspirada en el comediante estadounidense Jerry Lewis) o Piluso que duraron nada" comentó.
"En esto de las historietas raras hay una anécdota interesante" siguió diciendo José Francavilla a DiarioNucleo.com: "Tengo un amigo que es muy temperamental y entonces un compañero, un hombre grande, le dice 'vos te parecés a Cacho Polenta' y todos le preguntamos quién era ese. Sabiendo de mi gusto por las historietas me preguntaron si la conocía y yo nunca había oído hablar de eso y entonces este hombre me contó que Cacho Polenta era una historieta que él leía cuando era chico. Así que junto con mi hijo, que es analista de sistemas, empezamos a buscar y él, encontró una señora que tenía la única que quedaba, en Mar del Plata. Así que la compramos" contó.
Por otra parte, Francavilla comentó que habitualmente recibe en su casa alumnos de la carrera de Diseño de la Unnoba: "Hubo una chica que hizo su tesis sobre Annan de Pergamino y utilizó parte del material que tengo, las primera historieta policial argentina: Tipperary, que auspiciaba por completo Annan" explicó mientras mostraba la exlusiva publicación, editada en los años 40, época de oro de la emblemática empresa textil pergaminense, con publicidades en radio, cine, gráfica y en los autos del Turismo de Carretera.
En otro segmento de su charla con DiarioNucleo.com, Jorge habló sobre la editorial Columba y sus hoy míticas publicaciones "quiero decir que muchos de nosotros aprendimos a leer con estas revistas, adquirimos ortografía y vocabulario gracias a estos textos. No había televisión, al cine se iba los domingos, así que nuestras compañeras eran la radio y las revistas" recordó y añadió que "por ejemplo, las publicaciones de Columba: El Tony, D'artagnan o Fantasía, se consumían muchísimo, además ellos tenían una visión muy clara de lo que era mercado. Intervalo estaba orientada al público femenino, estaban las de aventuras, las de detectives y las históricas como Nippur, que habla de Lagash, un lugar que existió en la realidad, así que hasta aprendíamos historia a través de esos relatos. Columba editaba para el público femenino, juvenil y adulto. A fin de año sacaban historietas en formato de libros inspiradas en películas de la época. Yo tengo entre otros El día del Chacal y Tiburón, editaban de todo y para todos los gustos" analizó.
"Recuedo que de chico la gente salía de (la metalúrgica) Lucini o (la textil) Linotex, compraban esas revistas e iban leyendo en el colectivo" contó y añadió que "a los chicos nos compraban Patoruzito, Isidorito, o alguna otra y también leíamos un montón. Hoy de aquello no queda casi nada. Y no solamente porque se ha dejado de editar sino porque también se han ido perdiendo. Las últimas editoriales cerraron en los 90, y lo que publicaban en ese entonces ya era malo. La época de oro de la historieta argentina va desde el 40 hasta finales de los 80" comentó.
En un segmento de la entrevista, Jorge Francavilla expresó su admiración por la revista Skorpio y su predilección por El Eternauta, la genial creación de Héctor Oesterheld y Francisco Solano López "tengo muchos ejemplares de Skorpio, que tenía dibujantes excepionales y los mejores guionistas. Lo mejor de lo mejor" remarcó "y Oesterheld, el más grande de todos: El Eternauta es a mi modo de ver y yo creo que a nivel mundial lo más grande que dio la historieta, por algo ahora Netflix está haciendo la historia" opinó. Pero manifestó que prefiere no mirar la serie porque "está ambientada en la época de ahora y El Eternauta es de su época. (Ricardo) Darín es muy buen actor, claro, pero bueno, la historia es lo importante y acá está cambiada. Además a una historieta la hacen también los dibujos y El Eternauta fue única hasta que Oesterheld deaparece. Yo tengo todo lo que hizo, para mí fue un monstruo" remarcó.
Entre las rarezas que posee, Jorge exhibe un ejemplar de la revista Show, editada en Pergamino durante la década del 70 nada menos que por Raúl Della Valle y Horacio Ayestarán, con artículos escritos por Gustavo Bitar, entre otros periodistas de la época. Además de la obra completa del Tesoro de la Juventud, en impecable estado y las primeras Selecciones del Reader's Digest que se editaron en Latinoamérica, colecciones especiales de la saga Nippur y algunas de las primeras revistas eróticas que se editaron en el país. Entre muchas otras cosas más.
"Este amor por las revistas me viene desde la infancia, para mí era una alegría enorme comer unas tortas fritas un día lluvia y que te llegara la revista recién traída del kiosco, con ese olor a tinta fresca y vos las leías una y otra vez hasta que llegaba la edición nueva" recordó y agregó que "eso me lleva a seguir adelante, porque se abre una burbuja de tiempo y siento que si bien hoy la historieta va cayendo en el olvido, soy optimista y creo que en algún momento va a volver, como volvieron tantas cosas del pasado" comentó "por ahí pasa muchísimo tiempo y no aparece nada y entonces pasa que fallece alguien que las tenía guardadas de chicos, y nos encontramos con un tesoro. Tengo mucha gente conocida que se llama y me dice 'Jorge, apareció tal cosa, ¿te interesa?' y enseguida me pasa el contacto y termino comunicándome, creo que siempre voy a seguir acumulando revistas porque todo el tiempo aparece algo nuevo, algo interesante" finalizó.