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Roberto Peña: El histórico calesitero de la Plaza 25 de Mayo

Lleva 36 años brindando entretenimiento y alegría a grandes y chicos con un oficio que tiende a desaparecer.

El carrousel o calesita, como se la denomina en Argentina, es uno de los entretenimientos mecánicos más antiguos y difundidos en todo el mundo; es difícil encontrar a alguna persona que de niño no se haya subido al menos una vez a una de ellas y su presencia trasciende las épocas y las culturas. 
En la actualidad la calesita es un potente símbolo de niñez y diversión accesible representado en infinidad de imágenes, publicaciones, películas y referencias culturales. Desde fotos familiares hasta la mítica tapa del álbum “Serious Hits... Live!” de Phil Collins, editado en 1991, rodea a la calesita un aura de encanto relacionado con la nostalgia, la familia y el entretenimiento.


En la Argentina, el primer registro de instalación de una calesita data de 1867, en Plaza Lavalle, Ciudad de Buenos Aires y su difusión se extendió rápidamente a los distintos barrios porteños, para que luego las fueran incorporando prácticamente todas las ciudades del país, con lo que se convirtieron en parte del paisaje estable de plazas y parques, un paseo obligado para los chicos, que por unos minutos se convierten en jinetes de caballos que suben y bajan o tripulantes de autos, lanchas, aviones, helicópteros y hasta tanques de guerra en miniatura, iluminados por luces  de colores y al ritmo de la música, siempre con la posibilidad de poder obtener la “sortija” y de esa manera acceder a un paseo sin costo, como premio. 


Como ocurre con muchos de los juegos infantiles, la televisión primero y las distintas variantes tecnológicas de entretenimiento que fueron surgiendo generaron cambios profundos en los hábitos de los niños y esos cambios fueron llevándose a las calesitas, que poco a poco fueron desapareciendo y convirtiéndose en un recuerdo. Sin embargo, en todo el país, un puñado de calesiteros mantienen vivo el oficio y siguen ofreciendo diversión y buenos momentos a precios muy económicos y al acercarse y ver el funcionamiento de estos juegos, es posible comprobar que más allá de los avances y los cambios en la sociedad, la calesita sigue teniendo magia y atractivo. 


DiarioNucleo.com dialogó con Roberto Peña, propietario de la calesita que desde hace 20 años funciona en la plaza 25 de Mayo y uno de los últimos referentes del rubro, en el que lleva treinta y seis años ininterrumpidos, que confirmó la vigencia del juego: “es un juego lindo, seguro y accesible” manifestó y agregó que “si bien es una actividad que está sometida a muchas variables como la situación económica o el clima, lo cierto es que la gente sigue haciéndose tiempo para venir y disfrutar”. 

Los comienzos

Consultado acerca de los comienzos de su actividad, Roberto señaló que en un principio no había pensado en dedicarse a la calesita: “Como tantos otros pergaminenses, mi esposa y yo nos dedicábamos a la confección” comenzó relatando y agregó que “a mis dos hijos les encantaba ir a ‘La Tancucha’, una calesita legendaria de la Plaza San José, que era enorme, y un día fuimos y la calesita no estaba. El hombre que la administraba había decidido instalarla en el barrio Las Rosas, en Córdoba. Entonces ahí nos empezó a picar el bichito, ya que mi esposa me decía ‘los chicos se quedaron sin calesita’ y entonces, casi sin darnos cuenta, empezamos a preguntarnos ‘¿será difícil el tema? ¿no habrá alguien que las venda?’ así que empezamos a averiguar y descubrimos que había una calesita en la zona de la Terminal de Omnibus, en calle José Vela, el dueño nos dio una financiación y ahí arrancamos, sin saber que la calesita se convertiría en nuestro medio de vida” recordó y añadió que “Estuvimos un tiempo trabajando en ese lugar pero con la idea de mudarnos a la plaza San José, que era un lugar estratégico, era el sitio que los pergaminenses asociaban con la calesita” explicó.

Crecimiento y fiestas de cumpleaños

Siguiendo con su relato, Roberto Peña contó que “luego de un tiempo trabajando en las proximidades de la Terminal, pudimos mudarnos a la plaza San José, y fue en ese entonces cuando realmente se dio el crecimiento laboral. Tiempo despúes una amiga me contó que había estado en Mendoza y que allá se había puesto de moda hacer fiestas de cumpleaños infantiles en las calesitas, así que decidimos empezar a ofrecer ese servicio; instalamos una estructura metálica con lonas transparentes y plegables y nos largamos a hacer fiestas de cumpleaños, en ese entonces, no era común contratar lugares para eventos, la gente hacía los festejos en su casa o en algún club, así que para Pergamino aquello fue una novedad y nos fue muy bien, como podíamos cerrar el lugar y calefaccionarlo en invierno, las fiestas eran un éxito” remarcó Roberto “pero finalmente dejamos de hacerlo porque nos daba pena que mientras se estaba festejando un cumpleaños, otros chicos quisieran utilizar la calesita y la encontraran cerrada” señaló.


Mudanza

En otro tramo de su charla con DiarioNucleo.com, Roberto comentó que “después de varios años muy buenos en la Plaza San José, notamos que la ciudad había empezado a cambiar y que la zona no era tan transitada como en otros tiempos, la plaza fue quedando cada vez más solitaria y entonces empezamos a buscar alguna manera de cambiar de lugar para poder seguir trabajando, es decir, no intentar que los chicos vinieran hacia donde estábamos nosotros sino al revés, llevar la calesita a donde estuvieran los niños” detalló y agregó que “nos ofrecieron una calesita que estaba en el Parque Municipal, totalmente destruida, sin techo, con todos los juegos rotos. Funcionaba, pero estaba en pésimas condiciones” recordó “Sin embargo nos pareció que la podíamos restaurar, así que la desarmamos, la trajimos a la plaza 25 de mayo y nos pusimos a trabajar, la verdad es que quedó muy linda. Estuvimos un par de años en el sector que da a la calle Echevarría hasta que finalmente nos asignaron este lugar, más cerca de 9 de Julio, de todo eso hace ya más de 20 años” explicó. 

Diversión por generaciones

Según contó Roberto durante su diálogo con DiarioNucleo.com, el cariño que despierta la calesita trasciende generaciones y que ese es uno de los motivos por los que el juego se mantiene vigente: “Hay muchos padres que cuando eran chicos iban a la calesita en la plaza San José y que hoy vienen con sus hijos, es una relación de más de treinta años, incluso alguno de ellos es abuelo y ha venido con sus nietos. Para mí es emocionante que pasen estas cosas, eso quiere decir que cuando ese chico vino hace tantos tiempo la pasó bien y hoy quiere que su hijo o nieto disfruten lo que él disfrutó. Es muy gratificante pensarlo.” relató.

“Además” siguió diciendo Roberto “tratamos de que el juego sea un motivo de disfrute tanto para el padre como para el chico, por eso hemos dejado lugar para que el adulto se suba con el niño y lo acompañe, además el centro de la calesita es transparente, de manera tal que el chico esté permanentemente a la vista desde cualquier punto. Pensamos en esas cosas, en la seguridad y en brindar un buen servicio, y hasta el momento la gente lo ha retribuido y por lo general el que viene una vez vuelve. Muchas veces la calesita es el primer juego al que se sube un niño ya que, dependiendo de su tamaño, a los 7 u 8 meses ya se puede sentar en algunos de los juegos” manifestó y añadió que “hay que tener en cuenta que los tiempos cambiaron, que muchas plazas y parques tienen juegos muy lindos y modernos, que los chicos tienen hoy elementos de diversión con los que los que somos de generaciones anteriores jamás hubiéramos soñados, y aún así la vieja calesita, con sus luces y sus caballitos, sigue llamando la atención y despertando sonrisas” reflexionó.

Que nadie se quede afuera

“El objetivo es que todos los chicos puedan dar al menos una vuelta” dijo Roberto Peña en otro tramo de la entrevista con DiarioNucleo.com “conozco muy bien la situación económica y soy consciente de que a muchos padres con familia numerosa se les complica para traer a sus hijos” siguió diciendo el calesitero”, pero acá lo importante son los chicos, que son inocentes y ni siquiera saben quién es (Javier) Milei, Alberto (Fernández) o Cristina (Fernández), es muy triste ver que un chico está acá en la plaza, quiere venir a la calesita y el padre le tiene que decir que no porque no tiene plata, así que implementé una serie de códigos para que nadie se quede afuera. La gente viene, se da una vuelta y va con una de regalo. Si está muy lleno, bueno, lamentablemente dará esas dos y nada más. Pero la idea es que todos se vayan conformes. El otro día, por ejemplo, vino una pareja con cuatro chicos y me dijeron que iban a subir sólo los dos más pequeños, supuestamente porque los demás eran demasiado grandes para la calesita, pero yo me di cuenta que era por un tema económico y los hice subir a los cuatro. No pueden quedarse dos hermanitos mirando mientras los otros dos están disfrutando, me gusta que todos puedan pasarla bien dentro de lo posible. A veces me hago el distraído y los dejo una vuelta más porque sé el esfuerzo que muchas veces hacen los padres para traer a sus hijos” remarcó.

Además, con relación a este tema Roberto contó que “en el sentido económico la Pandemia fue devastadora ya que durante meses no pude salir de casa ni siquiera para venir a hacer mantenimiento, cuando volví me quería morir porque estaba todo abandonado, pero eso tuvo una contracara porque cuando volví a poner el juego en marcha hubo 125 chicos que habían nacido en Pandemia y que no sabían lo que era una calesita; se subieron en distintas tandas pero ninguno se fue sin dar una vuelta. Los chicos son los chicos, y acá nos vamos a ocupar de que estén bien” culminó. 



Mantenimiento

“Puede que no lo parezca, pero mantener linda y funcionando con seguridad una calesita demanda mucho trabajo” contó el calesitero “no sólo por los materiales sino porque algunos juegos tienen dibujos y filetes complicados que necesitan de un especialista para quedar en condiciones” detalló “una calesita no es solo mecánica, si los juegos no son vistosos, si los caballitos no están pintados o los autitos no tienen volante no es lo mismo, no despiertan la misma atención” continuó y agregó que “los juegos tienen bocina, tienen luces, toda la calesita está iluminada por dentro y por fuera, eso demanda mantenimiento y cuidado pero por suerte en todos estos años nunca hemos tenido ningún problema y hemos podido mantener todo en orden y con buen aspecto”. 

Por otra parte, Roberto comentó que, al estar a la intemperie, el funcionamiento de la calesita está sometida a las inclemencias del tiempo “dependemos mucho de la cuestión climática, no sólo desde el punto de vista del mantenimiento, ya que, por ejemplo, el último granizo dañó la mitad de las lámparas externas de la calesita, sino también porque un fin de semana de lluvia es un fin de semana sin trabajo” manifestó y agregó que “más de una vez he tenido que apagar todo y mandar a los chicos a su casa, porque se vino de golpe una tormenta” contó. 

La calesita como terapia

Sobre el final de la entrevista con DiarioNucleo.com, Roberto contó que después de circunstancias muy difíciles que le tocó atravesar en su vida personal, su calesita se convirtió en “una terapia” que lo ayudó a salir adelante: “tuve la desgracia de perder a mi esposa cuando ella sólo tenía 53 años, de esto hace ya once” contó y agregó que “cuatro años más tarde falleció mi hijo Luciano, que era muy conocido y querido en Pergamino, cuando era también muy joven” contó y agregó que “esas pérdidas me dejaron anímicamente muy mal y realmente lo que tendría que haber tenido es un terapista, un psicólogo, pero lo que hice fue regresar a la calesita, a los chicos, a la diaria del trabajo: la calesita de llama Martín y Fabián; Martín era mi hijo fallecido, se llamaba Martín Luciano, y Fabián es mi otro hijo, son cosas extremadamente importantes para mí y entonces la calesita me hace de psicólogo. La calesita me devuelve lo mío. Veo a un chico disfrutando del juego, a sus padres o abuelos contentos, sacándole fotos, sonriendo, y todo eso me devuelve a mí alegría, paz y tranquilidad. La verdad es que esto fue mi salvación. Cuando no vengo, camino por las paredes, por eso me costó tanto la pandemia pero acá estoy y vengo todos los días, cuando el clima me deja estoy acá y trato de ponerle lo mejor. Es mi terapia y me ayuda a seguir para adelante” finalizó.